Pestañas

Mostrando entradas con la etiqueta Franzen. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Franzen. Mostrar todas las entradas

19 diciembre, 2011

«Freedom» o la «Libertad» de Jonathan Franzen

Creo que debo empezar con algunas consideraciones: la primera, personal y circunstancial, es que «Freedom» o «Libertad» ha sido para mí el último libro leído en Nueva York, la ciudad donde he vivido los tres últimos años de mi vida, y que ahora cambio de nuevo por Madrid. La segunda, que ya había escrito sobre la novela de Franzen en esta misma Palabra Infinita en una entrada titulada 'Freedom o el libro papagayo de Jonathan Franzen', eso sí, bajo una óptica distinta a la puramente literaria. Y la tercera y última, más orientada a lo que ahora nos trae en definitiva, es más bien una sentencia: "Yo soy un lector, no un crítico literario", o dicho lo mismo en inglés, que parece que queda mejor, "I'm a reader not a literary critic".

Digo esto último porque no es mi papel -me gustaría decir que no hago reseñas- y porque me parece de un atrevimiento descomunal enjuiciar «Libertad» de Jonathan Franzen (Ediciones Salamandra. Madrid, 2011) después de leer a los que ya lo han hecho de una forma tan brillante. Qué decir de una novela que el director de The New York Times Book Review ya calificaba en la primera línea de su crítica como "obra maestra de la ficción americana", como refleja Antonio Lozano en su artículo de La Vanguardia -Jonathan Franzen: Construcción de un fenómeno-. Y mucho menos después de leer en Twitter lo que alguien (podría decir el nombre del usuario pero creo que no aporta nada sustancial) reflexionaba sobre su lectura de la última novela de Franzen: "Leer Libertad obliga a pensar sobre las servidumbres que esclavizan al occidental contemporáneo en plena crisis de valores".

Por eso, y aunque no me gusta demasiado el corta y pega, seguro que es más valioso que lo que yo pueda aportar lo que ya han dicho sobre el autor y de la novela. Por ejemplo, Alex Star, editor jefe del suplemento literario de The New York Times, dice de Libertad: “Con ella Franzen intentaba hacerlo todo a la vez: crear una obra ambiciosa intelectualmente, que emocionara profundamente, que abarcara algunas de las cuestiones más acuciantes de la sociedad americana de hoy, que fuera sofisticada… [...] Otros, en cambio, escriben obras muy emocionantes pero no exploran la sociedad y los tiempos que corren. Alguien que empieza por titular su libro Libertad ya anuncia la medida de su reto, que en su caso implicaba en buena medida retratar cómo Estados Unidos se ha visto a sí misma desde el 11-S.”

También es interesante lo que cuenta Lorin Stein, editor de The Paris Review: “Yo diría que sus personajes, especialmente en Libertad, están  dotados de una realidad que los desmarca de la mayoría de los que encontramos en el resto de novelas. Uno los recuerda como si fueran gente a la que hubiera conocido. Creo que cada vez teme menos cometer errores, no le asusta escribir de manera poco artística o plana y, así, cubrir grandes extensiones de  terreno narrativo con celeridad. Escribe con una sólida convicción –un sentido de lo que significa la historia que tiene entre manos–, que resulta muy infrecuente hoy en día, en particular en novelistas de su capacidad intelectual”.

Lo que puedo añadir por mi parte es que he disfrutado leyendo las 667 páginas de Libertad. Que tardé un poco en entrar en los entresijos de la historia pero que, efectivamente, los personajes, para mí especialmente Patty, -a los que el autor va dedicando distintas partes del relato- tienen un imán y una atracción especial. Al respecto explica Franzen en una entrevista muy interesante en el diario argentino La Nación: "En ausencia de la invención, la autobiografía más profunda no es posible. Y sin embargo, no sé por qué, la gente necesita pensar en la ficción como autobiografía disfrazada. Tal vez todo venga de un prejuicio muy protestante: que la ficción es mentira". Que si hace un retrato de la sociedad americana en particular no lo sé exactamente, pero que la historia atrapa, sí. Que si es un alegato ecologista sobre el cuidado de determinada especie de ave, tampoco estoy seguro. Que si hasta esta novela no se había visto nada igual -y por eso se puede hablar de obra maestra de la ficción americana-, no puedo decirlo.

Que es una novela que mueve, conmueve y que merece la pena leer, diré que sí como lector, que es lo que a mí más me interesa. Que tampoco hace falta que sea corriendo (a lo que nos empuja la maquinaria del marketing y los suplementos literarios como los citados más arriba) también. Será seguro un libro que envejecerá bien y cualquier momento será el adecuado para leerlo.

P.D.- Como me comprometí aquí mismo, he comenzado ya a leer algunos de los relatos de Raymond Carver.

05 diciembre, 2011

Modos de leer y derechos del lector

La lectora (G. M. Ceballos)
Esta semana me he encontrado con dos textos que hablan sobre la lectura y los lectores, dos partes de la misma ecuación. El primero  de ellos -sobre el modo de leer- en ojosdepapel.com Se trata de una reseña de hace ya varios años sobre una biografía de Borges escrita por Fernando Savater, «Jorge Luis Borges, la ironía metafísica» (Ediciones Omega, Barcelona 2002). El segundo -sobre los derechos del lector- en una entrada en El Taller Literario-Blog para escritores, titulada Los 10 derechos imprescriptibles del lector de Daniel Pennac, de quien después he sabido que es un escritor francés.

Aunque recomiendo leer ambos textos, me permito transcribir aquí alguna de las partes que más me llamaron la atención en cada uno de ellos: 

¿Qué significa tener todos los libros leídos?
«Leer todos los libros no es especializarse perezosamente en una competencia para así agotar los volúmenes de esa materia; leer todos los libros no es aherrojarse, no es contentarse con un plan o un itinerario de obras y de textos, parejos y comunes, no es marcarse los ejemplares en un orden sucesivo y previsible para evitar decepciones y sorpresas. El mejor modo de leer, aquel en el que acto es formativo hasta volverse propiamente un arte, es el del riesgo, la indisciplina, la intuición errabunda, la reconstrucción tentativa de un camino, de los atajos y senderos. No hay un plan, hay un tanteo que nos lleva a la gran literatura sin orden, en un continuo vaivén, buscando que aquel libro posterior fertilice la lectura del anterior, buscando que las referencias múltiples y contradictorias nos llenen el interior. Ése era el modo paradójico de lectura que proponía Borges.

[...] Leer desordenadamente es hedonismo, es entusiasmo y es placer, es buscar resonancias, es acceder a las obras para dejarse sorprender, para hallar a nuestros interlocutores, para hacer y rehacer nuestros modelos de excelencia y de deleite»

Los derechos del lector
«Como cualquier enumeración de derechos que se respete, la de los derechos a la lectura debería empezar por el derecho a no hacer uso de ellos —y en este caso con el derecho a no leer—, sin lo cual no se trataría de una lista de derechos sino de una trampa viciosa. Para comenzar, la mayoría de los lectores se conceden a diario el derecho a no leer. Mal que le pese a nuestra reputación, entre un buen libro y una mala película de televisión, la segunda sale ganando con más frecuencia de lo que nos gustaría confesar».

P.D.- Ya he entrado en la recta final de «Libertad», de Jonathan Franzen. 

17 octubre, 2011

Sobre un poeta, un cepillo de dientes, la promoción de una escritora y dos nuevos libros

Arne Dedert (EFE)
Sigo leyendo con deleite a Bolaño y sus detectives salvajes. Por eso y porque el ocio y el trabajo me han robado estos últimos días el tiempo necesario para escribir no pude acudir a mi cita con el blog el lunes pasado.

Un poeta
Sin embargo, sucedieron cosas interesantes por el medio, por ejemplo, descubrir a Pedro Garfias en la propia novela de Bolaño: "Y estaba sentada en el wáter, con las polleras arremangadas, como dice el poema o la canción, leyendo esas poesías tan delicadas de Pedro Garfías", el poeta español que murió en Monterrey (México) en 1967. La curiosidad venció a mi ignorancia y descubrí con sorpresa que Garfias fue un poeta de la vanguardia perteneciente a la Generación del 27, autor del poema Asturias (Poesías de la guerra española, México, Minerva, 1941), cuyos versos sirvieron a Víctor Manuel para componer la bellísima canción que ahora es considerada como un segundo himno de Asturias.

Un cepillo de dientes
También estos días, que han visto celebrar LIBER (la feria española de la industria editorial), en Madrid, y la Feria del Libro de Frankfurt, donde se negocian los derechos de autores y libros para todo el mundo, me hicieron pensar algo mientras me cepillaba los dientes una noche: por qué -como algunas piensan o nos quieren hacer pensar- los nuevos libros digitales serán algo muy distinto de lo que ahora conocemos. Dicen que incorporarán vídeo, que conectarán con otros lectores que lean al mismo tiempo e incluso con el propio autor, con el que podremos dialogar; que incorporarán una versión en videojuego; que veremos fotografías y escucharemos las músicas de lugares y canciones que aparezcan en el texto y que, en definitiva, estaremos ante algo tan nuevo y diferente que ni siquiera podrá llamarse libro. Y aquí es donde yo pensé -cepillo en mano- que otras disciplinas, a pesar de los embates de la tecnología, apenas han cambiado su esencia. Al cine mudo sucedió la voz; al cine en blanco y negro el color; al cine de andar por casa los efectos especiales; al cine analógico el digital; al cine plano el 3D; al cine en las salas el DVD e Internet...

¿De verdad todas estas transformaciones han variado la esencia de una película, que no es otra -a mi juicio- que el contar una historia a los espectadores? Pues creo que lo mismo sucede con el libro. De papel o digital, con ilustraciones o con vídeos, su esencia, el núcleo central y lo que capture la atención del lector será la historia narrada.Y parte del valor del libro tradicional como ahora lo conocemos -formado por páginas de texto-, es lo que sugieren las palabras en la mente del lector, que sin ver ni tocar lo que se narra (no vemos los paisajes, ni los rostros de los personajes, ni las calles que transitan) es capaz de evocar y soñar con esos personajes y con los mundos que crea o recrea el autor. En la era de la imagen, no ver todo lo que se nos cuenta sigue siendo sin duda un valor inestimable.

La promoción de una escritora
La vida después
Pues en esas estaba cuando Marta Rivera de la Cruz (@MartaRiveraCruz) me invitaba en Twitter a visitar la web de su nueva novela www.lavidadespues.es de la que ya había leído el primer capítulo avanzado también por ella. En definitiva, labores y tácticas de promoción que yo entiendo perfectamente pues como si de cualquier otro oficio se tratara -y ella misma reconoce sin pudor en Twitter- "los libros hay que escribirlos, pero luego hay que venderlos". La escritora, nacida en Lugo en 1970, también señala con total sinceridad que "Necesito lectores. Muchos. Como el comer. Las novedades me amenazan, y Ruiz Zafón está a la vuelta de la esquina". Yo no he comprado el libro y no sé si lo haré porque al contrario de lo que le ocurre a un escritor, que centra todo sus esfuerzo y esperanzas en un libro concreto, la oferta para el lector tiende siempre al infinito, lo contrario de su capacidad de selección y sin duda de su presupuesto.

Dos nuevos libros
The Art of Fielding
Y hablando de libros, en estas dos semanas compré dos nuevas novelas en Amazon: la opera prima de Chad Harback, el amigo de unos amigos, que ha tardado diez años en escribir The Art of Fielding, y Necrópolis, publicada en 2009 por el escritor colombiano Santiago Gamboa (Bogotá, 1965). De la primera, el propio Jonathan Franzen, el afamado autor de Libertad, ha dicho: "Reading The Art od Fielding is like watching a hugely gifted young shortstop: you keep waiting for the errors, but there are no errors. First novels this complete and consuming come along very, very seldom". Sobre la segunda, tenía ganas de leerla desde que escuchara al escritor en una conferencia en Nueva York junto a otros tres escritores latinoamericanos.

P.D.- En el tiempo de ocio (Columbs Day nos regaló tres días), un viaje nos llevó hasta Washington (donde puse cara y voz a @eRomanMe), Baltimore y una granja Amish en Lancaster (Pennsylvania). El ticket de entrada a la granja ($8,50) me sirve ahora como marcapáginas en Los detectives salvajes de Roberto Bolaño.

16 octubre, 2010

«Freedom» o el libro papagayo de Jonathan Franzen

¿Por qué -me pregunto- un libro que ha sido calificado como obra maestra, la “gran novela americana del siglo XXI”, se publica con un diseño de portada tan poco atractivo?

Me refiero a ‘Freedom’ (Farrar Straus Giroux, 2010), la cuarta novela de Jonathan Franzen (Western Springs, 1959), a quién algunos ya consideran merecedor del título de Gran Novelista Americano. Entre otros, la revista Time, que situó su fotografía en portada, algo reservado hasta ahora únicamente a autores de la talla de James Joyce, John Updike, Toni Morrison, Vladimir Navokov, J.D. Slinger y Tom Wolfe.

Estoy hablando de continente y contenido y, por lo tanto, alguien puede pensar que lo realmente importante es lo que Franzen ha escrito. Es cierto, pero eso es un juicio sobre el autor, y no sobre el libro que, al final, es un objeto que se vende y cuesta dinero. ¿No se cuida al máximo el diseño del envase de un perfume o de una caja de bombones? ¿No se aprecia mejor el vino -el contenido- en una copa de cristal que en un vaso de plástico?

La belleza exterior de las cosas –como de las personas- y por tanto también de los libros, ayuda a valorar lo que hay dentro de ellas. Insisto, ya sean cosas, personas o libros. En todos los casos, el grado de belleza que les adjudiquemos siempre será subjetivo, por supuesto. Pero igual que está admitido generalmente que se viste mejor y hay gente más elegante en Italia que en otras partes del mundo, lo mismo se puede decir de los libros, que se editan mejor en España o en Europa que en los Estados Unidos.

No creo que una de las mejores novelas de toda la literatura americana –un libro literario- merezca publicarse en una edición tan poco cuidada y con una portada tan fea. No lo merece sino que desmerece la calidad de las casi 600 páginas de su interior.

Quizá la clave haya que buscarla en el deseo del editor de aplicar a la obra de Frazen, las técnicas comerciales del Best-Seller. A este respecto dice Muñoz Molina, como ya comentaba en otra entrada de este mismo blog, que el libro literario "es incompatible con el ecosistema de las grandes superficies. Desaparecen las librerías independientes y las grandes editoriales alquilan espacios en las Barnes & Noble de turno, donde los libros son cada vez más grandes y de colores más llamativos, como los papagayos".

La estética de Freedom me recuerda a una obra de ciencia ficción (las letras del título parecen retroceder en el tiempo), a un manual de ornitología o de Twitter (por el pájaro azul) o a un cartel de cine anunciando 'En el estanque dorado' (por el lago y la luz crepuscular).

No sé si he dejado claro que no me gusta la portada de Freedom. Lo puedo decir otra vez pero no quiero resultar pesado. Y sin embargo, por supuesto que me gustaría leer esta gran novela americana; sólo confío en que cuando se traduzca al español la edición y la portada estén a la altura de su calidad literaria. No tienen que ser condiciones incompatibles.

Y me pregunto finalmente: ¿Le gustará a Jonathan Franzen la portada que la editorial ha elegido para su novela? ¿Le habrán preguntado su opinión antes de imprimir el libro?

Las gafas de Franzen
Franzen y su novela han estado últimamente en la picota de los medios de comunicación, ya no sólo y fundamentalmente por la unanimidad sobre su calidad literaria, sino por otras circunstancias entorno a su publicación. Entre ellas, los errores de impresión que incluía la primera edición británica -que no se correspondía con la versión final del texto- o el robo en directo de sus peculiares gafas, aparentemente por unos gamberros, durante la fiesta de presentación del libro en Londres.

  • Una novela para la era Obama, artículo de Eduardo Lago para El País aquí.
  • Freedom, reseña en The New York Times aquí.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...