Fuimos al teatro. Yo no había estado antes en el María Guerrero. Es una sala acogedora, coqueta y muy cómoda. Sobre el escenario Tío Vania, una obra de Anton Chéjov escrita en 1897 con el subtítulo de «escenas de la vida en el campo». Aunque es una obra muy conocida del escritor ruso, no sabía nada sobre ella ni había leído ninguna crítica, y me sorprendió que la escena no se desarrollara en un paisaje frío y oscuro de la Rusia de los Zares, el ambiente que yo he conocido en muchos de sus maravillosos cuentos.
La obra, a través de las historias de sus personajes, muestra los contrastes y las miserias que nos depara la vida. Hay que verla. Merece la pena.
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