Pestañas

31 enero, 2008

Si no te gusta leer, no leas

José Luis García Martín escribía en el mes de agosto en su columna (Ventanas de papel) de ABCD las Artes y las Letras un artículo titulado "Elogio del mal lector". Los dos últimos párrafos decían así:

"A quien le gusta leer le resultan incómodas las campañas a favor de la lectura. Sabe que son necesarias, pero hipócritas. Lo que hace falta para encontrar espléndidas librerías en cualquier ciudad es que haya más compradores de libros. El lector rumiante del best seller de turno y quien compra con mala conciencia los libros que cree que debería leer (pero no va a leer nunca) financian el placer impune de unos pocos.

Si no te gusta leer, no leas. Hay tantas otras cosas en el mundo... Pero si, a pesar de eso, compras libros, gracias en nombre de los happy few que consideramos que no hay nada mejor en el mundo".

27 enero, 2008

Expiación












'Expiación', la película de Joe Wright, basada en la novela del mismo nombre de Ian McEwan (Inglaterra, 1948), es una intensa y desgarradora historia de amor.
Es cine, cine del bueno que bebe de la literatura. Un libro que merecerá la pena leer porque si la película estremece, la novela tiene que poner los pelos de punta. Pero la película tiene la ventaja de poner rostro a Cecilia, su protagonista, en la figura de Keira Knightley, fantástica y de una belleza sublime en una mujer joven en la Inglaterra de los años treinta. Otra cosa que no pasa desapercibida es el uso del sonido de la máquina de escribir en la banda sonora; simplemente genial. Recomiendo la película y me gustaría poder leer el libro dentro de algún tiempo.

25 enero, 2008

El guardián entre el centeno


Queda inaugurado el año con la lectura de ‘El guardián entre el centeno’ (Edhasa, 2007), la primera obra publicada por el autor norteamericano J. D. Salinger en 1945 con el título original de 'The Catcher in the Rye'. Es un libro fácil de leer que envuelve en la peripecia de un adolescente, Holden Caulfield, y que figura en el imaginario de los libros imprescindibles que miles de escolares norteamericanos han leído en el colegio por obligación. Holden es también un estudiante, y la historia que narra en primera persona comienza el día en que sale de Pencey, “que es un colegio que hay en Agerstown, Pensilvania”.
A partir de entonces se suceden una serie de hechos y recuerdos que van perfilando a un Holden fracasado que busca un sitio en el mundo de los adultos cuando apenas ha dejado de ser un niño mayor. Salinger hace el retrato del protagonista a través de una galería de numerosos personajes que se cruzan o se cruzaron en su camino para dibujar a un joven descreído, mal estudiante pero amante de la lectura y la escritura, mal hablado pero tierno –sobre todo con su hermana Phoebe-, que contempla el sexo con distancia, y a un joven sarcástico que observa el mundo desde fuera bajo el decorado frío y gris de la ciudad de Nueva York.

"Si llegábamos a tener hijos, los esconderíamos en alguna parte. Les compraríamos un montón de libros y les enseñaríamos a leer y escribir nosotros solos.”

El señor Antolini, un antiguo profesor, le dice en un momento:

“- Creo que un día de estos –dijo-, averiguarás qué es lo que quieres. Y entonces tendrás que aplicarte a ello inmediatamente. No podrás perder ni un solo minuto. Eso sería un lujo que no podrás permitirte.”

Pero es en otro momento cuando el propio Holden hace un manifiesto de lo que quisiera que fuera su propia vida:

“Estuve sin moverme como una hora, y al final decidí irme de Nueva York. Decidí no volver jamás a casa ni a ningún otro colegio. Decidí despedirme de Pohebe, decirle adiós, devolverle el dinero que me había prestado, y marcharme al Oeste haciendo autostop. Iría al túnel Holland, pararía un coche, y luego a otro, y a otro, y a otro, y en pocos días llegaría a un lugar donde haría sol y mucho calor y nadie me conocería. Buscaría un empleo. Pensé que encontraría trabajo en una gasolinera poniendo a los coches aceite y gasolina. Pero la verdad es que no me importaba qué clase de trabajo fuera con tal de que me nadie me conociera y yo no conociera a nadie. Lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo y así no tendría que hablar. Si querían decirme algo tendrían que escribirlo en un papelito y enseñármelo. Al final se hartarían y ya no tendría que hablar el resto de mi vida. Pensarían que era un pobre hombre y me dejarían en paz. Yo les llenaría los depósitos de gasolina, ellos me pagarían, y con el dinero me construiría una cabaña en algún sitio y pasaría allí el resto de mi vida. La levantaría cerca del bosque, pero no entre los árboles, porque quería ver el sol todo el tiempo. Me haría la comida, y luego, si me daba la gana de casarme, conocería a una chica guapísima que sería también sordomuda y nos casaríamos. Vendría a vivir a la cabaña conmigo y si quería decirme algo tendría que escribirlo, como todo el mundo. Si llegábamos a tener hijos, los esconderíamos en alguna parte. Les compraríamos un montón de libros y les enseñaríamos a leer y escribir nosotros solos.”

Lo demás hay que leerlo por uno mismo, incluso para conocer el porqué del título de la novela. Mejor comprando el libro pero, si no, también se puede leer aquí.

15 enero, 2008

Una vida en el mar de la información

Todavía con el recuerdo reciente de los regalos de los Reyes Magos y la falta de afición por la lectura de los jóvenes, recupero dos piezas que me parecen muy significativas al respecto, y que parecen haber sido escritas para poner de relieve la relación y la aparente contradicción entre libros y nuevos dispositivos tecnológicos.

La primera pertenece a un artículo de Andrés Ibáñez publicado en ABCD las Artes y las Letras en su columna de “Comunicados de la tortuga celeste”. Es un magnífico artículo titulado ‘Noche de verano’ y del que -aunque merece la pena leerlo en su integridad-, extraigo unos párrafos que me parecen simplemente esclarecedores y oportunos:

“Mi madre declara que no entiende cómo la gente puede pasarse horas con la nintendo, con el ordenador, los mensajitos de móvil. En tiempos de Sócrates tuvo lugar un cambio en la forma de transmitir el conocimiento: se puso de moda la escritura. Sócrates jamás escribió nada, pero Platón escribió copiosamente. Entre otras cosas el mito del origen de la escritura, en el que un rey egipcio se queja de que una innovación como esa resultaría peligrosa, puesto que los hombres perderían la memoria.

Estamos viviendo un cambio todavía más significativo que el que supuso la invención de la imprenta para la evolución de la cultura. El salto de una vida oral a una vida escrita. El salto de una vida escrita a una vida en el mar de la información.

Mi sensación es que estamos viviendo un cambio de las mismas proporciones que ese que vivió Sócrates, un salto todavía más significativo que el que la invención de la imprenta supuso para la evolución de la cultura. El salto de una vida oral a una vida escrita. El salto de una vida escrita a una vida en el mar de la información. Y seguramente los seres humanos perderemos algo en ese salto, pero también ganaremos algo que hoy todavía no podemos ni imaginar”.

El otro texto pertenece a una entrevista a Philip Kerr (Edimburgo, 1956) en Babelia, un escritor que el pasado verano publicaba en España ‘Unos por otros’ (RBA) donde vuelve a recrear los años del nazismo desde el punto de vista de un detective (Bernie Ghunter).

Mi hijo sigue enganchado a las maquinitas y empeñado en ver todo a través de una pantalla.

Pues bien, al final de la entrevista podemos leer lo siguiente:

“Como autor sigue compaginando la literatura para adultos y la infantil, aunque personalmente no encuentre grandes diferencias. Ha vendido miles de ejemplares de ‘Los hijos de la Lámpara’, escrita inicialmente para desenganchar a su hijo de la Play Station.
P.- ¿Ha conseguido que su hijo lea?
R.- No fue complicado escribir para el público infantil y me siento orgulloso del éxito, pero no he triunfado con respecto a mi hijo: sigue enganchado a las maquinitas y empeñado en ver todo a través de una pantalla.

07 enero, 2008

Libros que vienen de Oriente

Los Reyes Magos trajeron ayer de Oriente su cargamento de regalos. Para mí, como hacen desde hace mucho tiempo, han dejado el mejor de todos: libros para leer durante el resto del año. Envueltos en papeles de diferentes colores, estos fueron los libros que me encontré junto a los zapatos ayer por la mañana:

- ‘Viejas historias y cuentos completos’ de Miguel Delibes.
- ‘Lolita’ de Vladimir Nabokov.
- ‘Muerte en Persia’ de Annemarie Schwarzenbach.
- ‘Guerra y paz’ de Liev Tolstói.
- ‘El guardián entre el centeno’ de J.D. Salinger.
- ‘Estambul (ciudad y recuerdos)’ de Orhan Pamuk.

Y también para 2008, dos libros regalo de mi cumpleaños (octubre) y de mi santo (dicembre) respectivamente:

- ‘Jesús de Nazaret' de Joseph Ratzinger.
- ‘Primavera con una esquina rota’ de Mario Benedetti.

¿A ti te han traido algún libro los Reyes Magos? ¿Has leido alguno de los que me han regalado?

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