Pestañas

30 noviembre, 2010

Blanco y negro en la 'maleta mexicana'

Foto: Robert Capa. Teruel 1937.
Vuelven las imágenes de la Guerra Civil española a Nueva York en una exposición temporal -The Mexican Suitcase- en el International Center of Photography. En diciembre de 2007 aparecieron en México tres cajas que se creían desaparecidas desde 1939. Contenían los rollos con 4.500 negativos (35 mm.) de imágenes tomadas durante la contienda por Robert Capa, Gerda Taro (que moriría en la guerra) y David Seymour (Chim). 

Aunque al tratarse de la reproducción de los negativos la muestra no es visualmente muy atractiva, su valor reside en que por primera vez puede verse la secuencia completa de algunas de las imágenes publicadas en los periódicos y revistas de la época. 

Siempre he pensado que la fotografía es el arte de capturar la emoción (o millones de sensaciones) en solo un instante, de fijar para siempre momentos irrepetibles. En el caso de una guerra, el fotógrafo es el testigo directo del horror y la fotografía el recuerdo perenne del dolor. 

En este caso, las imágenes en blanco y negro -los 'colores' para siempre de la Guerra Civil- cobran todavía una mayor fuerza como testigos de la tragedia. Reconocer, además, la geografía física y humana de algunos de los lugares y los rostros de las fotografías de aquellos tres pioneros del reporterismo gráfico de guerra, añade un plus amargo de tristeza.

- The Mexican Suitcase, aquí.
- La historia de la "maleta mexicana", aquí.
- Reseña de la exposición en The New York Times, aquí.

27 noviembre, 2010

«El lector»

Nada más comenzar la lectura de “El lector” (Anagrama), de Bernhard Schlink (Bielefeld, 1944), me di cuenta de que –aunque yo no la había visto- existía una versión cinematográfica de la novela protagonizada por Kate Winslet. Por esta razón o porque en algún momento de somnolencia descuidé algún detalle en las primeras páginas, no conseguí visualizar a su protagonista, Frau Schmitz. 
 
Cuando hablo de visualizar me refiero a imaginar y entender claramente el caracter de un personaje. Uno de los mejores efectos que puede producir la lectura literaria es enamorarse de los personajes que habitan las páginas del libro. Y es en su credibilidad, en su carnalidad y en la capacidad para captar su alma, donde se juega el escritor una parte enorme de su complicidad con el lector.

Precisamente con ‘El lector’ no pude ponerle una cara y un caracter definido al personaje de Frau Schmitz cuando en la primera parte del libro se convierte en la mujer que seduce al adolescente enfermizo, pero tampoco después cuando la historia muestra su relación con los nazis y el campo de exterminio de Auschwitz. Es en esta segunda parte cuando comenzamos a saber quién era ella y cuando la novela gana o pretende ganar en profundidad, pero es también cuando las vicisitudes del juicio hacen espesar de alguna forma la narración. Quizá le pesa a Schlink su experiencia como juez.

Pero, como siempre, lo mejor es leer para opinar, y ‘El lector’ es una novela bien escrita que sin duda se puede leer. Y, aunque no es frecuente, puede que en esta ocasión la versión cinematográfica haya superado en calidad a la obra literaria.

Puedes ver el trailer de la película (The reader) haciendo click aquí.

Algunas de las frases que subrayé mientras leía:

- “Los ruidos del mundo exterior, del ocio en el patio o en el jardín, o en la calle, penetran amortiguados en la habitación del enfermo. Y dentro de ella florece el mundo de las historias y los personajes de las lecturas”.

- “A veces un final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada”.

- “Yo sabía por propia experiencia que la vergüenza puede forzarlo a uno a mostrarse esquivo, a ponerse a la defensiva, a ocultar y desfigurar las cosas, incluso a herir a los demás”.

- Fui de Boston a Nueva York en tren. Los bosques relucían en tonos marrones, amarillos, naranjas, castaños y rojizos, y en el rojo encendido del arce”.

22 noviembre, 2010

Harry Potter y Los Cinco: el sueño de dos generaciones

Primer libro de 1998
Primer título de 1964.
Dos generaciones distintas han disfrutado de las aventuras de dos grupos también de jóvenes en los libros de Harry Potter y de Los Cinco, unos en el colegio de Hogwarts y los otros en Kirrin . En el primer caso con Ron, Hermione y otros y, en el segundo, con Julian, Dick, Ana, Jorgina y su perro Tim.

Ambas sagas están separadas en el tiempo por 55 años (el primer libro de Los Cinco fue publicado en 1942 y el de Harry Potter en 1997) y, sin embargo tienen curiosamente en común que sus autores son mujeres y que ambas nacieron en Inglaterra: Enid Blyton (Londres, 1897) y J.K. Rowling (Gloucestershire, 1965).

Aunque contemporáneo de J.K. Rowling, a mí me tocó leer obviamente las aventuras de Los Cinco. A parte de un cuento de Merlín El Encantador y unos preciosos libros del bufón Kasperle que aún conservo, los libros de Enid Blyton fueron los primeros libros "de mayores" que leí con 12 ó 13 años. No sé si fueron los libros que despertaron en mí el hábito de la lectura, pero igual que otros muchos chavales de mi generación devoré las historias de aquella pandilla una detrás de otra. Tengo la fortuna, además, de que aunque algo amarillentos y deshojados, todavía están en casa como un tesoro sentimental del que uno no quiere desprenderse por nada en el mundo.

Enid Blyton
J.K. Rowling
A pesar de su popularidad, la reseña de Wikipedia sobre la obra de Enid Blyton no es ni siquiera benevolente: "Esta popularidad no se acompaña del respeto de la crítica literaria, que tiende a reprocharle la escasa imaginación exhibida (repite constantemente sus fórmulas narrativas), el abuso de los tópicos en la caracterización psicológica, muy superficial, y la pobreza de su estilo y de su léxico, que no favorece el desarrollo de la afición por la Literatura. Se trata, a grandes rasgos, de un tipo de literatura que "no alimenta y engorda". Incluso hay quien ha visto en sus libros ciertas sombras de racismo.
 
Si la literatura de Blyton no me alimentó y no me engordó, puedo al menos asegurar que sí me conmovió. Yo quería pasar los mismos veraneos y compartir los mismos misterios que resolvían aquellos jóvenes en un mundo de adultos. Y, por supuesto, no se me ocurrió pensar que había algo de racista en sus páginas.

¿Qué tenían entonces aquellas historias de ayer de Los Cinco y que tienen hoy las historias de Harry Potter que apasionaron y apasionan a tantos jóvenes? Creo que simplemente la capacidad de entretener, de brindar la posibilidad de trasladarse a otros lugares y de vivir otras vidas a través de unos personajes en los que uno mismo puede y quiere reconocerse. En definitiva, historias que invitan a soñar precisamente en una edad en la que uno está hambriento de sueños.

Digo esto con cierto atrevimiento porque no he leído a Harry Potter, pero confieso por eso mismo -y a pesar de haber pasado ya de los cuarenta-, que me gustaría hacerlo en algún momento: uno siempre lleva dentro el niño que fue. ¿Por qué no?

Me interesa tu opinión:
- ¿Tienes más de cuarenta años y has leído ya a Harry Potter?
- Si no lo has hecho ¿te gustaría hacerlo?
- Si leíste a Los Cinco ¿qué recuerdo tienes?

15 noviembre, 2010

«Crónica del pájaro que da cuerda al mundo»


'Crónica del pájaro' es una novela
de personajes, casi como una
obra de teatro donde el decorado
fuera mínimo.
A veces pienso que el mundo de los libros podría regirse por las mismas reglas que los mercados financieros, donde las empresas cotizan en la Bolsa -al alza o a la baja- en función de muchas variables, algunas predecibles y otras totalmente imposibles de adivinar. En el caso de los libros podrían cotizar los propios títulos -pongamos por caso 'El sueño del celta'- o los autores -Mario Vargas Llosa-, para seguir con el ejemplo.

Pues bien, y por no agotar este tema, al que quizá vuelva en algún momento, uno de los valores seguros en esa hipotética Bolsa de los Autores sería para mí Haruki Murakami. Es seguro porque, en términos literarios, el autor japonés nunca defrauda y es siempre una buena inversión.

En esta ocasión termino de leer 'Crónica del pájaro que da cuerda al mundo' (Tusquets Editores), cuya primera edición en español es de 2001. Después de leer sus casi 700 páginas aún habitan en mi memoria varios de sus personajes: Kumiko, la misteriosa esposa; May Kasahara, la vecina adolescente; la excitante Creta Kanoo; el teniente Mamiya; el  oscuro Noboru Wataya; la sofisticada Nutmeg o el propio protagonista, el señor pájaro-que-da-cuerda.

Y es que 'Crónica del pájaro' es una novela de personajes, casi como en una obra de teatro donde el decorado fuera mínimo, un decorado que a penas recuerda a Tokio y cuya acción, sin embargo, podría desarrollarse en cualquier ciudad del mundo. Eso sí, una historia diferente, con componentes fantásticos en algún caso, pero que cautiva de principio a fin.

No diré nada más. Lo mejor es leer 'Crónica del pájaro que da cuerda al mundo' y que cada uno saque sus propias conclusiones. La novela comienza así:

Cuando sonó el teléfono, estaba en la cocina con una olla de espaguetis al fuego. Iba silbando la obertura de La gazza ladra, de Rossini, al compás de la radio, una emisión en FM. Una música idónea para cocer la pasta.

Otros murakamis en La Palabra Infinita:

- What I talk about when I talk about running. Aquí.
-  After Dark. Aquí.
- Tokio Blues. Aquí.

10 noviembre, 2010

El lector voyeur

¿Quién es un voyeur -un mirón- sino aquel que oculto en la distancia o la oscuridad busca sorprender la intimidad de otra persona totalmente ajena a su observador?

El lector voyeur, sin embargo, no es aquel que parapetado tras el libro abierto espía los movimientos de otras personas a su alrededor, sino aquel que con la mirada fija en sus páginas atisba la vida de los personajes que pululan en la ficción.

Así, el lector se sienta cómodamente en su butaca o bajo la sombra fresca de un árbol para seguir al milímetro -aunque no siempre necesariamente- la peripecia de sus protagonistas. Y no sólo mientras se desnudan o realizan otras tareas que normalmente no conocemos sobre otras personas en la vida real, como sucede en muchos casos, sino también para llegar a conocer hasta lo más recóndito de sus pensamientos y emociones. El lector no necesita ocultarse tras ninguna cortina, pero sí utilizar el catalejo del escritor, el instrumento que enfoca y ajusta nuestra visión sobre los personajes. Es el escritor, a través de su escritura (el catalejo que pone a disposición del lector) quien nos permite descubrir más o menos detalles sobre el personaje; contemplar una espalda desnuda en todo su esplendor o entrever apenas un reflejo en el cabello, mostrar una única palabra o la angustia sofocante de una larga pesadilla.

Al menos yo, en muchas ocasiones, me he visto a mí mismo oculto tras la ventana indiscreta de un libro, absorto en la vida de personajes de ficción que he sentido de carne y hueso, y cuyo reflejo ha permanecido en mi retina aún mucho tiempo después de cerrar la última página.

- La ilustración pertenece a un cuadro de Edward Hopper (1882-1967) pintado en 1928: "Nights windows"
- Para ver los 7 primeros minutos de La ventana indiscreta (Rear window, 1954) de Alfred Hitchcock, pincha aquí.

01 noviembre, 2010

Lectura en versión original (V.O.): «Eat, Pray, Love.»

Normalmente, cuando se utilizan las siglas V.O. (versión original) se entiende que nos estamos refiriendo a una película en su lengua originaria, es decir, que no está doblada a otro idioma distinto al que fue creada. En algunos países, tanto en las salas de cine como en la televisión, las películas se ven en versión original. En otros, todas ellas están dobladas y para poder ver alguna en versión original hay que acudir a una sala donde figure el aviso V.O.

Pero, ¿qué sucede en el mundo de los libros? En este caso, lo habitual es que los lectores acudan a las ediciones traducidas de las obras originales, ya sean ficción, ensayo, poesía o cualquier otro género. Parece asumido en el mundo editorial que la forma de acercarse a cualquier obra escrita sea a través de su traducción. Existen traductores y existen editoriales que, en mayor o menos medida, cuidan las traducciones. De otra forma, fuera de los idiomas internacionales más comunes -español, inglés, francés y quizá el alemán- sería impensable acceder a la obra de autores reconocidos como Kafka, Murakami, Pamuk, Tolstoi, Mahfuz, Larsson o cientos de otros naturales de cualquier geografía.

Pero todo esto viene a propósito de un experimento no premeditado que realizamos mi mujer y yo hace unos días mientras coincidimos leyendo el mismo libro: 'Eat, Pray, Love' de Elizabeth Gilbert. Con dos diferencias fundamentales. Mientras ella lo hacía en español y en formato papel (libro tradicional), yo lo leía en inglés (V.O.) en formato digital (e-book en un iPad).

La historia de esta neoyorkina -la propia autora- que viaja a tres países (Italia, India e Indonesia) en busca de sí misma es, obviamente, idéntica en ambos casos. Sin embargo, mientras avanzábamos en su lectura y comparábamos frases y expresiones, en algunos casos nos dimos cuenta de que hay matices que son muy importantes a la hora de entender ciertas situaciones, que pueden resultar más creíbles o suenan más auténticas. Y eso sucede siempre en la lengua original. Quizá es una cuestión de 'sonido', de cómo fluyen las palabras en su propio idioma, no sólo cómo suenan en nuestros oídos sino cómo se representan en nuestro cerebro.

Si algunos reclaman para el cine poder escuchar la voz de los propios actores como una forma de respeto a la fidelidad de la obra y, por lo tanto apoyan el fomento de su exhibición en versión original, lo mismo podría decirse de la literatura. En este punto, sin embargo, entraríamos todavía más de lleno en el pantanoso terreno de la enseñanza de los idiomas en la escuela. Y eso daría para mucho rato.

Sobre la lectura en V.O., especialmente en un iPad, he de decir que hay una ventaja que en mi opinión se ha comentado poco hasta ahora cuando se habla de las diferencias -o más bien ventajas e inconvenientes- entre los nuevos soportes y el libro tradicional. En un iPad es posible acudir al diccionario cuando desconocemos el significado de una palabra. Basta señalarla con el dedo y marcar la opción diccionario. ¿No es eso un avance importante en la comprensión de cualquier texto y en el aprendizaje de cualquier idioma? Es como si debajo de tu libro tuvieras escondido el diccionario. No hay que tenerlo al lado, no hay que buscar el término ni la página, basta con señalarlo con tu dedo. Después puedes crear una nota con su significado o con cualquier cosa que te interese, una especie de Post-it que puedes recuperar en cualquier momento. Y subrayar líneas o párrafos enteros también lo puedes hacer en cualquiera de los colores de los subrayadores habituales.


'Eat, Pray, Love', calificado como libro de no-ficción es, sin embargo, un relato novelado de la peripecia personal de la autora. Escrito con un fino sentido del humor, logra captar de forma inteligente el interés de quien se involucra con ella en la historia. La historia de una joven norteamericana en proceso de divorcio y estresada por el ritmo de una vida de fortuna en Nueva York. Se lee muy fácil, es entretenido y tiene un componente de reflexión que hacen agitar un poco el pensamiento.

PD.- No, no he visto la película basada en el libro que protagoniza Julia Roberts junto a Javier Bardem, pero confieso que espero poder hacerlo como simple curiosidad intelectual.

- Reseña de 'Eat, Pray, Love' en The New York Times, aquí.
- Citas de Elizabeth Gilbert en el libro, aquí.

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