Pestañas

26 junio, 2011

El jinete, de Madrid a Nueva York

Gonzalo Giner
Hace varios días, al volver a casa después de trabajar, había llegado un paquete a mi nombre. Nada más ver el remite sabía que lo que había dentro era «El jinete del silencio», el nuevo libro de mi amigo -y compañero de quinta- Gonzalo Giner. Él mismo lo enviaba dedicado desde Madrid. Espero leerlo enseguida en cuanto Ana, mi mujer -que me lo ha quitado por la mano-, lo termine. Ojalá tenga tanto éxito como tuvo El sanador de caballos o al menos tanto como ilusión ha puesto Gonzalo en escribirlo.


Gonzalo Giner debutó en el mundo literario en 2004 con el libro La cuarta alianza, pero fue la novela El sanador de caballos, su proyecto más personal, la que alcanzó cotas de crítica y público más elevadas. Desde entonces su autor se ha convertido en un referente dentro de la literatura popular.

Veterinario de profesión, con aquel título quiso investigar el origen de su oficio; con su nueva obra, El jinete del silencio, el autor nos descubre los antecedentes de la creación de la raza española de caballos durante el siglo XVI. Dotada de una gran emotividad gracias a la presencia de un protagonista inolvidable como Yago, que verá mejorar sus trastornos de conducta a través de los caballos. El jinete del silencio es un bello homenaje al caballo y a nuestro pasado.

17 junio, 2011

Vive la vida en la calle y en el silencio de tu biblioteca

Estaba anoche enfrascado en la lectura de «El valor de educar», de Fernando Savater, cuando al final del capítulo que leía -¿Hacia una humanidad sin humanidades?-, me topé sin esperarlo con esta poesía de Luis Alberto de Cuenca. Savater la utiliza en su libro como respuesta a la pregunta que él mismo se hace y que transcribo a continuación por dos razones: la primera, simplemente porque me gustó al leerla y, la segunda, porque hace muy poco comentaba aquí mismo acerca de la poesía (El pulmón para respirar la literatura) y tenía ganas de incluir alguna. Por eso no he querido dejar pasar esta oportunidad.

¿Humanidades, en fin? -se pregunta Savater-. Sólo hay una en el fondo y la descripción de esa asignatura total haremos mejor pidiéndosela al poeta que al pedagogo:


Vive la vida. Vívela en la calle
y en el silencio de tu biblioteca.
Vívela con los demás, que son las únicas
pistas que tienes para conocerte.
Vive la vida en esos barrios pobres
hechos para la droga o el deshaucio
y en los grises palacios de los ricos.
Vive la vida con sus alegrías
incomprensibles, con sus decepciones
(casi siempre excesivas), con su vértigo.
Vívela en madrugadas infelices
o en mañanas gloriosas, a caballo
por ciudades en ruinas o por selvas
contaminadas o por paraísos,
sin mirar hacia atrás.
Vive la vida.

Luis Alberto de Cuenca
«Por fuertes y fronteras»

13 junio, 2011

«Ventanas de Manhattan», una ciudad con vistas

«Ventanas de Manhattan» (Seix Barral, 2004), de Antonio Muñoz Molina (@amunozmolina), un libro que no es de ficción, nos presenta una ciudad absolutamente real envuelta sin embargo por los mismos mimbres que utiliza la ficción para crear una auténtica obra literaria.

Lo más especial de esta lectura ha sido la emoción de reconocer lugares, situaciones y personajes de  la ciudad en la que ahora vivo, confirmando y saboreando muchas de las sustancias que Muñoz Molina ha extraído del ADN de Manhattan. Por ejemplo, el continuo rumor de la ciudad,  las dificultades con el idioma,  los contrastes tan marcados, los malos modales de los funcionarios de Inmigración, el cielo limpio tan semejante al de Madrid, las cucarachas grandes y rubias, la indiferencia de vecinos y ocupantes de ascensor, los mercadillos de la calle o las basuras ocupando las aceras. También el relato directo del 11 de septiembre de 2001, el Barrio Chino, los museos y clubes de jazz o el paso de las estaciones en Central Park.

En la forma en que está escrito el relato, pareciera que Muñoz Molina -además de escritor- adoptara un oficio distinto mezcla de muchos otros: pintor, cartógrafo, entomólogo, geógrafo, explorador urbano, psicólogo, fotógrafo y cirujano que es capaz de dibujar, trazar, reproducir, diseccionar y recomponer, clasificar y analizar paisajes, monumentos, edificios, sucesos, personajes y seres humanos que pueblan el principal barrio de Nueva York para, después, verter al papel el resultado de toda esa cuidada investigación. Y no precisamente en forma de guía turística o ni siquiera de un buen reportaje periodístico sino en un género de no ficción-literaria -si es que tal cosa existe- donde, además, el escritor se convierte en un protagonista más del relato y de la propia ciudad.

Cómo trabaja y con qué herramientas, nos los cuenta el propio autor: "Vivo, aunque sólo sea transitoriamente, como un literato antiguo de provincias, como un cesante o un funcionario absentista que se sienta a media mañana en el café, adonde traigo conmigo los instrumentos livianos de mi oficio, las pocas cosas elementales que necesito, un cuaderno y un rotulador, y nada más".

Antonio Muñoz Molina
El escritor recorre la ciudad andando, zarandeado por la lluvia o sobrecogido por el viento helado que dobla las esquinas y ruge furioso por las calles: "La caminata es una forma de conocimiento y una manera de vivir, un ejercicio permanente de aproximación y lejanía". Además, la mirada de Muñoz Molina es hasta tal punto certera que uno -cuando vive aquí- se ve reconocido en muchas situaciones: "Hay días en los que resulta grato ser un forastero en estas calles, tan liviano de identidad como de equipaje, y otros días de lluvia contumaz y vengativa en los que uno siente sobre sí, igual que la humedad que le sube por la espalda, todo el peso de la extrañeza, el tamaño de esta ciudad ahora en blanco y negro en la que no es nadie y el del país ajeno al que no pertenecerá nunca".

Es un libro que he leído con verdadero deleite, con el placer del ánimo que inevitablemente se siente al redescubrir Manhattan desde Manhattan, con el añadido de la maravillosa prosa de Muñoz Molina. Un libro que gustará más a los que ya conocen bien la ciudad pero también a aquellos que quieran conocer por primera vez un Manhattan distinto al repetido tantas veces por el cine y las series de televisión.

  • Otras frases que subrayé mientras leía:

- "Miro y escribo. Me gustaría que la mano avanzara sola y automática para que los ojos no se apartaran ni un segundo del espectáculo que alimenta la inteligencia y la escritura".

- "En Nueva York el trásito de la belleza a la desolación sucede siempre expeditivamente, como si el principal universal de máxima eficiencia hubiera aconsejado la supresión de gradaciones intermedias".

- "El arte enseña a mirar: a mirar el arte y a mirar con ojos más atentos el mundo".

- "Así quisiera yo retratar sobre el papel de este cuaderno la cara de alguien con quien acabo de cruzarme o un tono de color en el cielo, pero escribir es una carrera contra el tiempo en la que uno siempre queda rezagado y acaba vencido".

- "Estar viendo y no mirar es un arte supremo en esta ciudad que desafía tan incesantemente a la mirada".

06 junio, 2011

«Norte», una novela en 3D

En el transcurrir de los libros que lo acompañan a uno hay lecturas ligeras que se pierden en la memoria con el paso del tiempo o apenas dejan una huella endeble y, otras más sólidas, con peso específico, que producen una huella honda, reconocible y profunda en ese camino largo y personal que marca la lectura. Este último ha sido para mí el caso de «Norte» (Mondadori, 2011), la última novela de Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967).

No recuerdo muy bien qué fue lo que me llevó hasta Norte. Supongo que el efecto perverso de la promoción, que envía distintas señales al subconsciente por vías diferentes: quizá una entrevista en un diario, el blog del escritor en El Boomeran(g), la portada vista en algún sitio o la cercanía que representa compartir el tablero de Twitter (@edpazsoldan) con el propio autor. Recuerdo haber "conversado" brevemente con él cuando comenté mi deseo de pasar de Eco (Umberto) a Paz Soldán (Edmundo). Quizá también la curiosidad por leer a un escritor latinoamericano que enseña Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell, a unas cuantas millas más al norte -precisamente- de donde uno vive. Edmundo Paz vive en Ithaca, Nueva York.

El caso es que finalmente me hice con la novela -me la trajeron desde Madrid porque era imposible comprarla por Internet para Estados Unidos-, y me sumergí entonces en la historia y los personajes que después te acompañan sin que sea posible dejar de leer salvo -lo reconozco- por la emoción de unos playoffs de la NBA o porque el sueño te haga cerrar los ojos. Casi podría decirse que es una novela en 3D pues son tres las historias que proyectadas al unísono -aunque en tiempo y espacio distintos- producen una imagen única del mundo de los que lo arriesgan todo para huir de la miseria y cruzar la raya buscando ese norte que son sus esperanzas de una vida más digna y plena.

Pero no es sólo una novela sobre la peripecia de los inmigrantes mejicanos que se juegan la vida para entrar en Estados Unidos, es mucho más. Es un thriller (si ese es el género cinematográfico que mejor lo puede expresar) donde cabe un amor enfermizo y tortuoso, la inocencia entrañable del desvalido o la violencia fría y descarnada que me hizo retirar la vista del libro con un escalofrío. Todo este entramado nos va descubriendo la historia de Jesús, el protagonista, del que vamos conociendo un viaje que tiene su origen en la pobreza, el desarraigo y la incultura.

@edpazsoldan
Pero como siempre, todo sería poco o nada si además el talento del autor no se plasmara en su forma de escribir. No sabría qué decir exactamente sobre su estilo sino que Paz Soldán escribe muy bien, que hace a los personajes reales y creíbles, que utiliza un lenguaje limpio con el que es capaz de crear atmósferas increíbles que salen de su cabeza rotunda y cuadrada. Sin embargo, decir que "con esta novela, Edmundo Paz Soldán se consolida como una de las voces más inquietantes, originales y arriesgadas de la narrativa latinoamericana" -como se lee en la contraportada-, me parece simplemente un cliché que probablemente no le haga ningún favor al autor. Sí espero leer más libros suyos, de los ya escritos o los que están por venir y que, probablemente, nazcan en uno de sus viajes, porque como él mismo escribió un día en Twitter "lo lindo de los viajes largos en auto o en tren es que se me ocurren libros enteros (otra cosa es escribirlos)".

Sobre Norte no puedo decir más de lo que digo siempre cuando un libro me conmueve: hay que leerlo. Y yo ya lo leí.

  • Edmundo Paz Soldán habla de Norte (vídeo), aquí.
  • Reseña de Norte en La tormenta en un vaso (blog), aquí.

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