Pestañas

31 diciembre, 2007

El ocaso de los superhéroes

Termina 2007 y cierro el año con la lectura de 'El ocaso de los superhéroes' (Editorial Leqtor), de la norteamericana Deborah Eisenberg (Chicago 1945). Es su primer libro publicado en España, una colección de seis relatos que destilan y describen situaciones de la sociedad americana contemporánea y que, por esa misma razón, se me han hecho algo ajenos. El esfuerzo de Eisenberg está centrado en sugerir y mostrar las emociones cotidianas más elementales a través de los personajes.

Sin duda el mejor relato es elque da título a todo el libro ('El ocaso de los superhéoes') y que de una forma muy sutil recrea los instantes del atentado de Nueva York del 11 de septiembre de 2001. A este relato pertenece este pequeño capítulo llamada 'Contexto': "Cuando se instalaron allí, probablemente era, en efecto, la mejor vista de todo el planeta. Y luego, una mañana de cielo azul y despejado, se convirtió, durante un rato, probablemente en la peor.

Hace ya un tiempo que pueden salir a la terraza sin que nadie corra adentro para vomitar o se eche a llorar o se meta debajo de cualquier cosa al oir un ruido fuerte o simplemente haga chistes macabros o se pregunte qué es esa porquería que cae en sus vasos y copas. Últimamente ya casi nunca ven -como sí les pasó durante un tiempo- el cielo en llamas, la explosión volcánica de apestoso humo, los muñequitos arrojándose de la torre despanzurrada mientras Lyle se desmaya.

Pero ahora no está claro qué es, en realidad, lo que están mirando".
......
"Pero aquí está, él y también sus amigos, cayendo al mismísimo vertedero de la tercera edad. O cuando menos, luchando desesperadamente por mantenerse al borde del mismo".
......
"... No puedes dejar que el miedo siga dominando tu vida.

- ¿El miedo? -Nathaniel se estremeció-. ¿Y qué clase de miedo, exactamente, dirías tú que domina mi vida?

- Hombre, pues el miedo al fracaso, naturalmente. El miedo a la mediocridad."

26 diciembre, 2007

Tokio blues

Comencé 2007 leyendo ‘Tokio blues, Norwegian Wood’ (Tusquets editores), una novela escrita por el japonés Haruki Murakami en 1987. Por entonces había aparecido en las librerías ‘Kafka en la orilla’ -un libro de 2002, pero no quería conocer su escritura sin pasar por el que había sido su auténtico éxito (Tokio blues) y por el que había sido reconocido como un autor de culto.

Y no me defraudó. Fue una sorpresa maravillosa. Es una novela de iniciación, de la adolescencia de unos personajes (Watanabe, Naoko, Kizuki, Midori) que buscan su sitio en el mundo a finales de los años sesenta en Tokio.

“La muerte no se opone a la vida, la muerte está incluida en nuestra vida”

En un momento, al final casi de la novela, Watanabe, el protagonista, ofrece una de las claves del libro: “Maduraré. Me convertiré en un adulto. Debo hacerlo. Hasta ahora había deseado permanecer eternamente en los diecisiete o dieciocho años. Pero ya no lo pretendo. Ya no soy un adolescente. Tengo sentido de la responsabilidad”. Y desde luego habla del amor, del sexo, de la amistad (“tampoco entendía por qué me había escogido como amigo. Yo era una persona corriente a quien le gustaba estar a solas leyendo o escuchando música, no tenía nada que pudiera llamarle la atención a alguien como Kizuki”) y de la muerte (“aquella misma noche …… se había suicidado y, a partir de entonces, una corriente de aire helado se había interpuesto entre el mundo y yo. Me pregunté qué había representado ……. para mí. No hallé respuesta. Lo único que sabía era que, con su muerte, había perdido para siempre una parte de mi adolescencia. Podía percibirlo con toda claridad. Pero discernir qué significado podía tener o qué consecuencias podía conllevar era algo que no alcanzaba a ver”). También sobre la muerte reflexiona después Watanabe: “La muerte no se opone a la vida, la muerte está incluida en nuestra vida”.

Además, y fue una más de las razones que me llevaron a su lectura posterior, el protagonista comenta que “Yo iba correctamente vestido, me había afeitado aquella misma tarde y, además, estaba absorto en la lectura de La montaña mágica, de Thomas Mann”. Sumergirse en ‘Tokio blues’ es dejarse llevar por una lectura absorbente y sorprendente que yo recomiendo vivamente. Puede que ahora sea ya el tiempo de leer ‘Kafka en la orilla’, ‘Crónica del pájaro que da cuerda al mundo ‘ o ‘After dark’.

Me gustó ‘Tokio blues’ también porque pude imaginar algunas de las calles o percibir a alguno de los paisajes y aromas que yo mismo descubrí en aquella ciudad hace algunos años (la foto de Tokio la hice yo en aquellos días del mes de junio de 2003).

25 diciembre, 2007

Palabra Infinita

Solemnidad de la Natividad del Señor / The Nativity of the Lord

Lectura del santo evangelio según san Juan 1. 1-18


En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo"». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Gospel from John 1. 1-18

In the beginning was the Word, and the Word was with God, and the Word was God. He was in the beginning with God. All things came to be through him, and without him nothing came to be. What came to be through him was life, and this life was the light of the human race; the light shines in the darkness, and the darkness has not overcome it. A man named John was sent from God. He came for testimony, to testify to the light, so that all might believe through him. He was not the light, but came to testify to the light. The true light, which enlightens everyone, was coming into the world. He was in the world, and the world came to be through him, but the world did not know him. He came to what was his own, but his own people did not accept him. But to those who did accept him he gave power to become children of God, to those who believe in his name, who were born not by natural generation nor by human choice nor by a man’s decision but of God. And the Word became fleshand made his dwelling among us, and we saw his glory, the glory as of the Father’s only Son, full of grace and truth. John testified to him and cried out, saying, “This was he of whom I said, ‘The one who is coming after me ranks ahead of me because he existed before me.’” From his fullness we have all received, grace in place of grace, because while the law was given through Moses, grace and truth came through Jesus Christ. No one has ever seen God. The only Son, God, who is at the Father’s side, has revealed him.

23 diciembre, 2007

El cielo en llamas

Termino de leer ‘El cielo en llamas’ (Editorial Gadir, Madrid 2007) de Mário de Sá-Carneiro (Lisboa 1890 - París 1916), uno de los grandes clásicos de la literatura portuguesa. ‘El cielo en llamas’ es una colección de relatos cortos y novelas breves “en la que confluyen todas las obsesiones y temas recurrentes de Sá-Carneiro”.

“Su alma era entonces vidrio partido y chatarra leprosa”

Ciertamente no es un libro de fácil lectura, o quizá un libro que hay que leer en las mejores condiciones de tranquilidad y sosiego. Puede que por eso, no siempre bajo esas condiciones, me haya resultado duro de leer en ocasiones. Y recordado, bastante, a la escritura del argentino Manuel Mujica Lainez (Buenos Aires 1910) en las atmósferas que recrea, mezcla de realidad y fantasía, y en la utilización de personajes misteriosos y profundos. El lenguaje es rico y de una plasticidad especial: “Su alma era entonces vidrio partido y chatarra leprosa” o “Se sentían demasiado grandes para detenerseen la vida”. Y también “Miro tras de mí las horas silenciosas y evoco todos los personajes de mi vida, los pocos cuerpos que casualmente poseí, porque los desconocía…., e incluso aquellas personas, ignoradas, que sólo durante un instante se cruzaron en mi existencia… ¿Y no será el recuerdo de estas últimas el más hermoso, y también el más secreto?”.
Probablemente un libro para volver sobre él en horas más calmadas y con la conciencia mejor preparada.

La portada del libro está ilustrada con ‘Los árboles azules’, pintado por Paul Gauguin en 1888.

12 diciembre, 2007

Ser viejo cada vez más joven


Este verano el Instituto Nacional de Estadística (INE) daba a conocer el último estudio sobre Estimaciones de la Población Actual, con datos obtenidos a partir del censo de población de 2001. Aunque se observa un ligero retroceso respecto a 2006 los varones y mujeres nacidos en 2007 vivirán una media de 77,3 y 83,76 años respectivamente. De esta forma, España sigue siendo uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo, y una de las conclusiones más interesantes que se extraen del análisis es que las mujeres siguen viviendo más que los hombres.

Al respecto también de la esperanza de vida encontré una reseña en un diario sobre un libro de Monique Le Poncín, ‘Nueva gimnasia cerebral’ (Edit. Temas de hoy. Colección Fin de Siglo. 1997) prologado por el profesor Christian Derousne. En la reseña se citaba lo siguiente:

La literatura y los mitos nos enseñan que, en todas las épocas, el hombre ha intentado prolongar su vida. Con la llegada de las sociedades industriales desarrolladas, la esperanza de vida se ha acrecentado considerablemente y una fracción importante de la población alcanza cada vez una edad más elevada. Sin embargo, y por una extraña paradoja, si bien es cierto que se vive más tiempo también lo es que la gente es considerada vieja cada vez más joven, al menos socialmente. La segunda paradoja consiste en que, si bien es cierto que se vive más tiempo, la gente mayor se considera cada vez más joven. Y por ello se puede decir que “se es viejo cada vez más joven”. ¿A qué edad? Si bien no existe respuesta a esta pregunta en el plano individual, una de las muletillas del prologuista de este libro (Christian Derousne) es que para hacerse viejo hay que comenzar muy joven.

04 diciembre, 2007

De los intentos de permanecer quieto

Más abajo expliqué ya mi decisión de hace varios meses de abandonar únicamente la lectura de escritores en lengua española. Lo hacía por la creencia un poco exagerada de que sólo en español sería capaz de encontrar la verdadera expresión de los autores y de reconocer su voz y su literatura. Ahora sé que era un planteamiento un poco excesivo y limitador. Desde entonces he encontrado ejemplos que lo han desmentido y que, en algunos casos, ya he referenciado: Thomas Mann, Dubravka Ugresic o Melania G. Mazzucco, y otros sobre los que ya he leído y me detendré sin duda más adelante (Haruki Murakami, Stefan Zweig, Irene Nemirovsky y Paul Auster).
Pues bien, otro de estos autores es la británica Jenny Diski (Londres, 1947), de quien acabo de leer ‘De los intentos de permanecer quieto’ (Editorial Circe. Barcelona 2007), un perfecto ejemplo de literatura no española y, además, distinta también de la novela convencional.
“Es un libro sobre viajar y permanecer quieto,
pero fundamentalmente es sobre el deseo de permanecer quieto”.
Es una deliciosa ‘novela’ que mezcla en distintas proporciones la autobiografía, reflexiones personales y bastante de literatura de viajes. Y por todo ello un libro diferente, original y muy interesante. Biográfico porque descubre de forma descarnada el fracaso de sus padres y de su infancia:
A los catorce años llegué a la conclusión (recuerdo vívidamente el momento, volviendo en tren al colegio para empezar un nuevo trimestre) de que ser malo era con mucho lo más deseable. Anhelaba vehementemente la maldad, la discusión, la trasgresión. Me propuse ser mala. La bondad no tenía ningún atractivo. Mirad a los malos y a los buenos. ¿Qué queréis ser? No hay ni color. La maldad es especial e intrépida. La maldad era una dolencia que, a diferencia de una cardiopatía congénita, podía alcanzar por mí misma. A mediados de ese trimestre en que me dediqué a fumar, ir fiestas de toda la noche, beber sidra en el bosque, buscarme un novio poco adecuado en el pueblo, y robar éter del laboratorio de química e inhalarlo, me expulsaron. Era lo bastante mayor para no tener que volver al colegio. Sobre el relato de su iniciación al sexo antes de cumplir los quince años llega a decir que Nunca se lo conté a nadie hasta años después. Luego, durante décadas, me referí a ello como la vez “que me violé”.
De cierto modo de ensayo porque reflexiona entre otras cosas sobre el propio cuerpo (Me cuesta mucho creer que hay algo debajo de mi piel. Creo que mi cuerpo es el envoltorio exterior: lo que veo y cubro con mi ropa. No logro convencerme de que hay algo dentro del envoltorio) y manifiesta no creer en Dios (Dios es, en el mejor de los casos, un extra opcional en la explicación de la creación y la continua existencia de la vida, pero está claro que no lo es. Es bastante fácil no creer en Dios; cuesta mucho más dejar de creer en la biología).
Pero uno de los ejes sobre los que gira el libro, y que da título a la novela, es el deseo de –aún viajando- permanecer quieto. Diski, que se define como escritora de libros de viajes, afirma que “este no es un libro de viajes aunque se mencionen en él varios. Es un libro sobre viajar y permanecer quieto, pero fundamentalmente es sobre el deseo de permanecer quieto”. La autora nos dirige a tres escenarios muy distintos: Nueva Zelanda, la campiña inglesa en Somerset y los helados paisajes del Círculo Polar Ártico.
Sobre los viajes, Jenny Diski escribe en las primeras líneas del libro: Puede que sea la última persona con vida que sigue llenándose de estupor cada vez que llega a otro país. En casi todos los sentidos me he adaptado a la modernidad (escribo en un ordenador, envío y recibo e-mails, hasta llevo un móvil cuando salgo, si me acuerdo de cogerlo), pero nunca me he quitado de encima el asombro cada vez que pongo un pie en tierra extranjera.
Sobre los deseos de permanecer quieta escribe en otro lado: Cada célula de mi cuerpo desea permanecer quieta, y lo desea aún más ardientemente ante la sugerencia de cambiar de estado. Imaginad el fervor de millones -¿o son billones?- de esas células que vienen a ser mi persona, cada una negándose con todas sus fuerzas. Uno pensaría que podría mover montañas con semejante deseo. Yo he logrado no subir a ninguna.
También la soledad es para Diski una virtud en el viaje: Si hay un momento perfecto en un viaje para mí es este estar sentada contemplando el cielo en un lugar público, sin conocer a nadie, esperando irme a un lugar que se mueve a través del paisaje llevándome a otro espacio donde podré estar sola y sentarme de nuevo a mirar. Es la esencia de viajar solo, ese momento de expectación poco antes de partir hacia cómo quieres estar. (….) El aire fresco, el paso de las estaciones en la naturaleza o el subidón de adrenalina del centro de la ciudad, por más que no dudo de sus encantos y emociones, cuando recaen sobre mí me hacen encoger deseando que la habitación sea más pequeña, las ventanas tengan las persianas bajadas, el sillón se hunda más, la puerta esté cerrada con llave.
La última parte del libro cuenta un viaje al Círculo Polar Ártico, donde en tres páginas memorables describe la escena de una noche durmiendo en una tienda (lavvu) a menos de treinta grados bajo cero de temperatura y tener que levantarse dos veces para hacer pis: En momentos como ése te das cuenta de que es mucho mejor ser hombre // Entonces entendías perfectamente el verdadero inconveniente de ser mujer (…) Y ahí estaba yo, con el culo al aire el torso al aire, las piernas al aire, la mano al aire y la cara al aire en mitad de un universo helado e infinito. Sólo porque era una mujer con ganas de hacer pipí (…) Mear en el suelo en mitad de la noche en medio de un rebaño de renos en el círculo polar ártico. ¿Quién lo habría dicho?.
Un libro distinto. Un libro para recordar.

02 diciembre, 2007

Adviento / Advent

El Evangelio de hoy sobre el Adviento es una llamada a “vivir despiertos”
Today’s Advent Gospel is a “wake up” call.

Evangelio según san Mateo 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

Gospel from Matthew 24:37-44
«Jesus said to his disciples:
As it was in the days of Noah,
so it will be at the coming of the Son of Man.
In those days before the flood,
they were eating and drinking,
marrying and giving in marriage,
up to the day that Noah entered the ark.
They did not know until the flood came and carried them all away.
So will it be also at the coming of the Son of Man.
Two men will be out in the field;
one will be taken, and one will be left.
Two women will be grinding at the mill;
one will be taken, and one will be left.
Therefore, stay awake!
For you do not know on which day your Lord will come.
Be sure of this: if the master of the house
had known the hour of night when the thief was coming,
he would have stayed awake
and not let his house be broken into.
So too, you also must be prepared,
for at an hour you do not expect, the Son of Man will come.»

24 noviembre, 2007

No consigo que lean


No consigo que mis hijos lean. Ya tienen edad. Yo lo hacía con sus años. En casa hay libros, les hemos regalado libros en cumpleaños y por Reyes Magos, ven que leemos, pero el veneno de la lectura no les ha picado todavía. Y me he rendido. Estoy en la fase de no insistir para no provocar el efecto contrario, el rechazo más absoluto. También porque estoy convencido de que igual que se busca una novia y no se encuentra hasta un día en que, sin saber cómo ni por qué, se cruza en tu camino, así sucederá también -cuando menos lo busquen y lo esperen- con el libro que se cruce en sus vidas y les descubra las historias y emociones que no imaginaban que allí se pudieran esconder.

Cristina, una de mis hijas, cumple hoy 14 años. Le he regalado un libro, pero porque ella me lo ha pedido: 'El niño con el pijama de rayas', de John Boyne (Edit. Salamandra. 2007). Tampoco sería el primer libro que leyera pero tengo la ilusión de que este sea, porque lo ha pedido ella, la picadura que le insufle el veneno de la lectura.

Recupero unas líneas de un artículo del escritor Fernando Alonso, 'Leer desde niño', en el número uno de la revista cultural Platea del Ayuntamiento de Las Rozas:

"La afición por la lectura se adquiere en la infancia y en la primera juventud o no se adquiere nunca. Quizá alguien encuentre exagerada esta afirmación. Es cierto que, algunas veces, la afición por la lectura se adquiere más tarde, incluso en la madurez. Pero eso son excepciones y, en cualquier caso, nunca se podrá recuperar el tiempo perdido. Nunca se podrán recuperar las lecturas infantiles que no se disfrutaron en su momento. Pero sobre todo, nunca podrán improvisarse la fascinación, la magia y el vértigo que envolvían una buena novela de aventuras leída en su momento; cuando se abría La Isla del Tesoro como quien se dejaba deslizar por una montaña rusa".

Yo les digo que en los libros hay vidas e historias maravillosas que están esperando a ser descubiertas. Lo creo firmemente porque yo he descubierto algunas.

20 noviembre, 2007

El final de la conversación


Muchos ven en la televisión -y yo también- una amenaza para la convivencia. Demasiado ruido, mucha banalidad, total uniformidad. Claro que no todo es malo: a mí también me levantaron de la cama el 20 de julio de 1969 para ver (en blanco y negro) cómo el Hombre pisaba la luna.
En 'Historias de las Telecomunicaciones' (Ariel, 2003) de José de la Peña, se dice que las innovaciones se han enfocado tradicionalmente con fines "nobles" como la instrucción, la formación o las finanzas. "La televisión, por ejemplo, se planteó con la promesa de que elevaría el nivel intelectual de la población, ya que al llegar a todos, era una herramienta idónea para recibir, por ejemplo, clases a distancia. Durante los años setenta, se habló mucho de la televisión educativa como complemento y apoyo a los colegios rurales, etc." Y no puede el autor evitar ofrecer su propia opinión a continuación: "Creo que sólo es necesario encender la televisión unos minutos y hacer un rápido zapping para ver lo que ha quedado de esos sueños. La televisión es uno de los mejores ejemplos de una tecnología complejísima que ha alcanzado unos niveles de banalidad en su uso y contenidos que no fueron ni siquiera vislumbrados por ningún especialista de la época de su invención".
Pero más interesante aún sobre la televisión son las opiniones que he leído recientemente de dos escritoras. Una es Doris Lessing, reciente premio Nobel de Literatura, en una entrevista que publicaba El País:

- Dice usted en uno de sus libros de memorias que la televisión interrumpió la conversación, rompió la alegría, o al menos la convivencia familiar...

- No dije que fuera alegre precisamente esa convivencia, pero desde luego la vida familiar era distinta antes de que llegara la televisión. Yo vi llegar la televisión a una casa donde solía escucharse la radio, donde la gente solía sentarse todas las noches, a hablar, a comer, y a comer muy bien, por cierto... Estoy hablando de una cultura distinta a la que vino luego; la televisión interrumpió esa cultura. Fue el final de la conversación, de la jovialidad de la convivencia, terminó aquello de sentarnos a comer todos juntos... Aunque es cierto que muchas de las canciones que cantábamos eran muy aburridas, si es verdad que también se acabó aquello de cantar en familia, alrededor de un piano... Todo el mundo alrededor de una mesa, un perro ladrando en una esquina, una comida maravillosa (¡porque no todos los ingleses son malos cocineros!)... Todo eso se fue cuando llegó la televisión, y yo tengo el recuerdo del día en que eso ocurrió.
"La televisión fue el final de la conversación;
terminó aquello de sentarnos a comer todos juntos"
Otra opinión es la de Muriel Barbery, autora de una novela revelación en Francia, 'La elegancia del erizo' (Seix Barral), que leí en una entrevista en el diario Expansión. Dice Muriel que, como la protagonista de su libro, siente una necesidad física de silencio: "Es lo mínimo para poder reflexionar. Para mí, los tres grandes lujos, son el tiempo, el espacio y el silencio. En casa tiramos la tele. Al principio da vértigo; tenemos terror a una vida sin ruido de fondo, porque entonces hay que encontrarse con uno mismo. Y eso siempre da que pensar".
"Tenemos terror a una vida sin ruido de fondo"
También he pensado alguna vez en prescindir de la televisión. ¿Qué pasaría?

18 noviembre, 2007

Otra vez Annemarie


Ahora que he comenzado la lectura de 'De los intentos de permanecer quieto', un libro de la inglesa Jenny Diski "a caballo entre el reporterismo y el libro de viajes" me he topado de nuevo con Annemarie Schwarzenbach. Babelia, el suplemento cultural de El País, publicaba un reportaje sobre 'Los ases de la literatura viajera', y allí estaba 'Muerte en Persia' (Edit. Minúscula. Barcelona 2003):

<"De errancias trata este libro, y su tema es la ausencia de esperanza". Así presenta la propia autora este librito tan pequeño y sinembargo tan enorme en emociones . Transcurre en Persia y es un "diario impersonal" con las experiencias de Schwarzenbach (1908-1942), el angel devastado e inconsolable, la andrógina, lesbiana y melancólica suiza de buena familia precipitada en los abismos del mal de vivre, los amores furtivos, las amistades peligrosas (Erika y Klauss Mann, entre otros) el alcohol y la morfina. Persia, con su "grandeza letal", sus paisajes (la evanescente cima del Demavent, Persépolis bajo la luna), ejercía una enorme atracción sobre ella. En el libro (Edit. Minúscula), fragmentario y desordenado, con la belleza herida de un collar roto, la frontera entre el yo y el exterior se hace pedazos en un bellísimo caleidoscopio de sueños, ruinas y sufrimiento>.

Leí su vida y sus miedos en 'Ella tan amada', de Melania G. Mazzuco. No podré resistir ahora leer de la propia Annemarie este librito viendo y sintiendo Persia a través de sus ojos y su corazón.

09 noviembre, 2007

La autoestima


Después de un libro de la intensidad de 'La montaña mágica' es difícil encontrar otra historia que consiga de nuevo un estremecimiento parecido; al menos el riesgo de intentarlo es un desafío muy importane. Como el de los músicos que tienen vértigo a publicar un nuevo disco después del éxito del anterior. También es bueno dejar pasar el tiempo y poder saborear el libro en la distancia. Por esas razones y porque no había un firme candidato a continuar la lista de lectura tardé en recuperar un nuevo libro. Justo hasta que un viaje y un aeropuerto lo pusieron delante de mí antes de coger un vuelo. Es verdad que se trataba de un libro sobre el cual ya había puesto mi atención, pero por un prurito de no leer cosas de "segunda división" había resistido a la tentación. Se trata de 'La Autoestima' (Editorial Espasa. Madrid 2007. 217 páginas) un libro del psiquiatra sevillano Luis Rojas Marcos. Sucumbí a su lectura por el tema -me interesa lo que tiene que ver con la percepción sobre uno mismo-, porque podía ser una lectura rápida y fácil para "desengrasar" de la vasta literatura de Mann y, por lo tanto, abrir un paréntesis antes de abordar con renovada energía otro asalto literario de alguna magnitud, y porque ya había leído con anterioridad otro libro de Rojas Marcos - 'La fuerza de optimismo'- que me pareció realmente interesante.

Aunque con la lectura de ‘La Autoestima’ sabía que no encontraría ninguna receta a modo de autoayuda –porque Rojas Marcos no escribe libros de autoayuda al uso- reconozco que me quedaba la vana ilusión de encontrar algo –no sé muy bien qué- que al final no encontré. Me dio la sensación de estar escrito con menos ganas, con menos pasión; a modo de compilación de otros estudios y autores, con una estructura quizá más académica y fría.



Respecto a la Palabra me gustaría subrayar algunas de las ideas que expresa el autor en el libro: “Si bien los demás reparan por lo general en nuestros gestos y aspecto exterior, la palabra es el medio que mejor dominamos y el que solemos utilizar para presentarnos, revelarnos y compartir con otros los avatares de nuestra vida (…). Además de la palabra, también utilizamos conscientemente elementos no verbales para moldear nuestra autodefinición ante otros. Es bien sabido que la forma de vestir, las expresiones faciales, las posturas, los gestos, la mirada, la disposición, el tono de voz y todo lo que constituye el llamado “lenguaje corporal” dan pistas sobre nuestro estado de ánimo, nuestras opiniones, nuestras intenciones y nuestra manera de ser. Las emociones no sólo las sentimos nosotros, sino que, aun sin que nos comuniquemos verbalmente, se las transmitimos a los demás. La manera en que expresamos o disimulamos nuestros sentimientos y la carga emotiva con la que acompañamos las palabras dicen mucho de nosotros y de nuestra capacidad para conectar genuinamente con quienes nos escuchan”.

27 septiembre, 2007

Adiós Hans Castorp


Anoche mismo, 930 páginas después, terminaba de leer conteniendo el aliento la peripecia de Hans Castorp, un modesto joven en su estancia en el Berghof, un sanatorio para tuberculosos allá arriba, en la montaña mágica. 'La montaña mágica' (Editorial Edhasa, 2005), es una novela escrita por Thomas Mann, "un clásico indiscutible de la literatura alemana", en 1924, "considerada a menudo su obra más importante", y que sin duda contribuyó a que en 1929 obtuviera el Premio Nobel de Literatura.

Ha sido la lectura que ha ocupado muchas horas del verano y de mis vacaciones, pero que ha merecido la pena y como confiaba antes de empezar, ha conseguido estremecerme. Atrás quedan unos personajes, los habitantes del Berghof, que han formado parte de mi propia historia de este verano: Hans Castorp, su primo Joachim Ziemssen, Madame Chauchat, el italiano Settembrini ("que defendía siempre la palabra, la blandía como una espada y la hacía triunfar"), Naphta, el doctor Behrens o el excéntrico Mynheer Peeperkorn. Thomas Mann logra crear un increible ambiente de familia con "los de allá arriba", seres que comparten -además de la fiebre- una vida fuera del tiempo, y una atmósfera -entre habitaciones de hospital y paseos- que envuelve de magia un espacio blanco y frío alejado del mundo exterior.

No me resisto a transcribir un párrafo que concentra la magia que se repira en aquella montaña en Davos Platz:

En lo que se refiere al valle invernal, cubierto por una espesa capa de nieve, al que Hans Castorp -recostado cómodamente en su tumbona- también había dirigido preguntas transcendentales, toda la respuesta que obtuvo de sus picachos, cumbres, laderas y bosques de color rojizo, verde o marrón fue un silencio eterno; y en ese silencio eterno rodeado del silenciosos fluir del tiempo de los hombres permaneció, a veces resplandeciente bajo un límpido cielo azul, otras envuelto en un denso manto de niebla, otras teñido de púrpura a la caída del sol, otras convertido en mil reflejos de diamante bajo la magia de la luna... pero siempre nevado desde hacía seis meses, tan increíble como fugazmente transcurridos; y todos los habitantes del Berghof afirmaban que ya no podían ni ver la nieve, que les daba hasta asco, que ya habían tenido de sobra en el verano y que tanta masa de nieve a diario: montañas de nieve, paredes de nieve, colchones de nieve en todas partes, superaban a cualquiera y eran mortales para el ánimo y el espíritu. Y se ponían gafas con cristales de colores, verdes, amarillas o rojas, supuestamente para protegerse los ojos pero, en realidad, para proteger su corazón.

Thomas Mann, el escritor contemporáneo de Annmarie Swarzenbach, amiga de sus hijos, a quien llamó ángel devastado..., escribe deliciosa y aparentemente fácil. En la contraportada del libro una cita de Carlos Fuentes da idea de su dimensión como escritor: "Si Joyce es Irlanda y la lengua inglesa, y Proust Francia y la lengua francesa; Thomas Mann es más que Alemania y la lengua alemana".

FINIS OPERIS

31 julio, 2007

Cincel de emociones

A propósito de un artículo publicado hoy en la contraportada de El País -"Hillary: ambiciones a la carta (la correspondencia de la candidata presidencial revela sus aspiraciones)"-, Bárbara Cellis escribe desde Nueva York:

"La palabra escrita tiene el poder de cincelar emociones y experiencias del pasado que a veces ni siquiera la memoria es capaz de recordar".

30 julio, 2007

Buscad y hallaréis

Ayer fue el XVII Domingo del Tiempo Ordinario. Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 1-13:

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos." Él les dijo: "Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación. "Y les dijo: "Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle. "Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos. "Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"

27 julio, 2007

Apuntes II (Casa Gades)

Una casa de comidas que he visto mutar. Han cambiado la pintura, los clientes y los camareros. Permanecen los cuadros, los veladores de mármol y Marta, la camarera que viste de negro y siempre sonríe.
Se fueron hasta los manteles para dejar su sitio a mantelitos y servilletas de papel. Siempre la buena pasta del menú del día, el helado de cornete, el Vichy Catalán y, a veces, la música estridente que ahoga las conversaciones de oficinistas, turistas y comensales de paso. Antes, en dos plantas de piso grande antiguo, saloncitos donde elegir mesa. Ahora, arriba a la izquierda, fumadores; arriba, a la derecha, no fumadores. En el centro, oculta por un cortinaje de terciopelo rojo, la cocina de donde salen los platos. Al fondo, bajando las escaleras a la derecha, los baños.
Marta, la camarera que viste de negro -incluido el delantal que ciñe a la cintura- pareciera brasileña. Tez morena, el pelo cayendo en rizos negros también sobre los hombros, y el culo apretado y generoso. Pero nació en la tierra del café, en Colombia. No me lo dijo, apenas intercambiamos unas frases cuando toma la comanda y sirve la comida, pero lo escuché de su boca porque alguien hizo la pregunta que yo no hice. "Colombiana", contestó tímida. Todo lo contrario a sus carcajadas sonoras y frescas, que son marca de la casa, de Casa Gades, la casa de comidas y de exposiciones, tertulias y cartas de noche (que yo no conozco) en la calle del Conde de Xiquena, en el viejo y señorial Madrid que también desde hace años restaura sus fachadas.

Metzi Rigatte al Pesto
Chuletas de cordero
Cornete de helado
Vino y gasesosa
9,50 euros

24 julio, 2007

Revelar el pensamiento

En una entrevista que publica el Magazine de El Mundo, Vicente Aranda, cineasta español de 80 años, ofrece su consejo para los jóvenes de hoy:


"Que lean, para que aprendan a escribir y a expresarse, porque la verdadera libertad es la libertad de expresión: la palabra nos ha sido dada para revelar el pensamiento".

17 julio, 2007

Estremecerse en verano

Hay muchas razones para estremecerse en verano, un tiempo distinto para muchas cosas que quizá no encuentran hueco durante el resto del año, cosa que también suena un poco a tópico. Pero es verdad que parece un momento idóneo para zambullirse en la lectura. Lo expresa mejor que yo en ABC de las Artes y las Letras J.J. Armas Marcelo en un artículo titulado "Lectores de verano": "El lector de verano no tiene prisa. Como la luz de un sueño, se va desplazando de metro en metro -de página en página- con una paciencia que en el resto de los meses no puede practicar como lo que es, una de las bellas artes para sobrevivir".
Hace algunas semanas que elegí y compré mi lectura para este verano, ciertamente una novela para saborear (espero) con tiempo y con algo de tranquilidad de espíritu. De hecho, ayer le hinqué el diente a las primeras páginas de "La montaña mágica" de Thomas Mann, uno de esos libros que creo tener el deber de leer, confiando, eso sí, en no tener que tirar la toalla en el intento como me sucedió con el "Ulises" de Joyce. Y en un tris he estado de empezar el verano leyendo a Harry Potter. Y lo haré algún día; aunque T. Mann seguramente no tenga nada que ver con J. K. Rowling. Simplemente porque siento curiosidad por saber qué ha embelesado a tantos jóvenes que de otra manera probablemente no habrían leído ningún otro libro en la vida.
Y porque como dice Armas Marcelo "quienes prefieren la lectura como simple entretenimiento (y no como estremecimiento de sí mismos) están en su derecho de perder el tiempo". Pues eso, que espero estremecerme este verano con La montaña mágica.

15 julio, 2007

Novela histórica

Andrés Ibañez escribe en ABC de las Artes y las Letras sobre el debate entre literatura exigente y literatura de consumo en un artículo titulado "Del canon al clon". En él establece diversas tesis "sobre el fin de una época". Me ha llamado la atención la Tesis Sexta, con la que coincido plenamente:

"Podemos gritar e indignarnos contra la invasión de "productos" literarios fabricados en serie, novelas históricas con clave espiritual, novelas de conspiraciones que atraviesan si esfuerzo los siglos o los milenios, novelas donde se revelan las "claves secretas" de célebres obras de arte, novelas que reinterpretan el legado espiritual de Occidente desde Cristo a los cátaros, pasando por los alquimistas o los templarios. Pero el éxito de esta literatura sólo puede tener una explicación: que, por muy pobre que sea intelectual y artísticamente, responde a las necesidades de nuestra época y, de algún modo, la refleja. Los lectores no buscan esos libros porque sean bobos que se dejan embaucar por una serie de hábiles mercachifles. Ni los mercachifles son tan hábiles ni los lectores son tan bobos. Los lectores saben lo que quieren, y leen esos libros porque los temas de los que hablan les interesan y les preocupan".
***
Por otra parte, y en otro artículo muy sugerente, "Dar la cara", Ibañez señala que "antes de comprar el libro, uno desea mirar a los ojos, aunque sea en una foto (y aunque a veces los aparte), a la persona que lo escribió". Es verdad.

12 julio, 2007

Abandono

Estoy a punto de hacerlo o más bien creo que ya he tomado la decisión. Me refiero a abandonar la lectura de un libro que recuperé de mi biblioteca y cuya lectura he ido posponiendo con el paso de los años, pues se trata de un regalo por mi cumpleaños cuando cumplí los 22 allá en 1984. Es decir han pasado otros 22 y pensé que ya había llegado la hora de leer el "Ulises" de James Joyce. Llevo leidas 290 páginas de una edición de bolsillo en dos tomos (Editorial Brugera - Lumen 9ª edición Noviembre 1983), pero no consigo conectar con la historia, ni con los personajes ni -mucho menos- con el lenguaje. Aunque en la contraportada se dice que desde su publicación en 1922 "Ulises de James Joyce ha sido considerada la obra cumbre de nuestro siglo" creo que no soy capaz de continuar. Me creí en el deber de tener que leer esta obra, pero su incomprensión después de un gran esfuerzo me lleva ahora a abandonar su lectura. Algo que nunca me ha gustado y que únicamente había hecho antes en dos ocasiones: con "La conjura de los necios", de John Kennedy Toole (Editorial Anagrama 15ª edición Julio 1984) y "Memorias de Adriano", de Marguerite Yourcenar (traducción de Julio Cortázar) (Edhasa 17ª reimpresión Enero 1988). En el primer caso por la supuesta hilaridad que debía sentir al leerlo y que no me hizo ninguna gracia y, en el segundo, reconozco no recordar un motivo concreto y que sí me gustaría volver a intentarlo seguro que ya con otra perspectiva pues fue también hace muchos años.
Ulises sería entonces el tercer libro abandonado. ¿La razón? También está en la contraportada del libro: "A pesar de haberse afirmado en repetidas ocasiones que el lenguaje -con toda su riqueza poética y su poder de sugestión musical- es el verdadero protagonista de la novela, la compeljidad de sus resonancias simbólicas hacen de esta obra la gran epopeya de la modernidad". El lenguaje es endiablado, farragoso, inconexo, y las resonancias simbólicas yo nos las siento o no las comprendo. Y otra razón; mientras sufro con el esfuerzo de avanzar con Ulises -en espera de encontrar un sentido que se me resiste- me robo a mí mismo tiempo de gozar de otras lecturas.

02 julio, 2007

Amelia Earhart

Leo en La Gaceta de los Negocios que hace hoy 70 años de la desaparición de Amelia Earhart, una aviadora americana que en los años treinta se hizo célebre por ser la primera mujer que cruzó el Atlántico en un vuelo en solitario. Fue un 20 de mayo de 1932, cinco años después del mítico vuelo de Charles Lindbergh. Y hace varios años que conocí la historia de esta aventurera americana a través de un artículo en National Geographic que intentaba determinar el lugar del accidente que le costó la vida y recuperar sus restos. Me encandiló aquella mujer pionera y atractiva nacida un 24 de julio de 1897 en Atchison (Kansas) que se dejó la vida en el intento de realizar una travesía alrededor del mundo a bordo de su avioneta Lockheed Electra.
La primera etapa le lleva de Honolulu a Oakland (California). Durante el despegue sufre un accidente y el avió resulta dañado. Después de la reparación, Amelia parte de Los Ángeles hacia Florida, con la única compañía de Noonan. De Miami se dirige a Puerto Rico. Luego recorren la costa de América del Sur, cruzan el Atlántico, sobrevuelan África y alcanzan el Mar Rojo. El viaje continúa hacia Karachi, en la India, con posteriores etapas en Calcuta, Rangoon, Bangkok, Singapur y Bandoeng, donde permanecen una semana y ella enferma de disentería. El 27 de junio parte para Darwin, en Australia, y dos días después alcanza Lae, en Nueva Guinea. Las fotos en el Herald Tribune, que serán las últimas de Amelia Earhart, la muestran cansada y enferma. De allí parte el día 2 de julio de 1937, en medio de chubascos. Desde el despegue mantiene el enlace de radio con el guardacostas US Itasca, que se encuentra en las proximidades de Howland, su lugar de destino. El barco recibe un mensaje informando de que creen estar sobrevolándolo pero sin lograr verlo y la noticia de que el combustible se está agotando. A las 20,14 horas, el US Itasca recibe el último mensaje. El combustible alcanzaba para un máximo de 21 horas de vuelo. A las 21,30 dan por perdido el avión ycomienzan la búsqueda en las proximidades de la isla Howland. La operación cuenta con unos medios extraordinarios autorizados por el presidente Roosevelt, pero no hay rastaro de Earhart ni de Noonan. Su vida de aventurera, motor de su existencia, acaba a los 40 años en las aguas del Océano Pacífico.
Amelia Earhart has inspired generations of women to do things that had never been done by women before.

17 junio, 2007

Son impuros


Como a tanta gente, creo, me apasiona leer primeras frases y primeras líneas de libros y novelas. Parece, y probablemente sea cierto, que anuncian lo que vendrá, las historias, las vidas, los sentimientos que iremos descubriendo en las páginas -aunque sean cientos- que después leeremos. Pues eso, que me parece que las primeras letras encierran la clave de todo lo posterior. A propósito de esto, leo en El Cultural del diario El Mundo, las primeras páginas de la nueva novela de John Updike, "Terrorista", en la que "se pone en la piel de Ahmad, un joven musulmán norteamericano que aspira a convertirse en terrorista suicida, incapaz de adaptarse a una sociedad llena de lujuria y temor". La novela comienza así:

"Demonios", piensa Ahmad. "Estos demonios quieren llevarse a mi Dios". En el Central High School, las chicas se pasan el día contoneándose, hablando con desdén, exhibiendo tiernos cuerpos y tentadoras melenas. Sus vientres desnudos, adornados con flamantes pendientes en el ombligo y tatuajes fatuos que se pierden muy abajo, preguntan: "¿Acaso queda algo más por ver?". Los chicos se pavonean, se arriman a ellas, gastan miradas crueles; con chulescos gestos de crispación y un desaire apático al reír indican que el mundo no es más que esto: un vestíbulo ruidoso y esmaltado, con taquillas metálicas a cada lado, que termina en una pared lisa, profanada por graffiti y repintada con rodillo tantas veces que parece avanzar milímetro a milímetro.

Es un espectáculo ver a los profesores, cristianos débiles y judíos que no cumplen los preceptos de su religión, enseñando la virtud y la templanza moral, pero sus miradas furtivas y voces huecas delatan su falta de convicción. Les pagan para que digan esas cosas, les pagan la ciudad de New Prospect y el estado de New Jersey. Pero carecen de fe verdadera; no están en el Recto Camino. Son impuros.

Constantinopla y Bizancio


Termino hoy mismo dos lecturas bajo el signo de la ciudad puente entre Oriente y Occidente que me han ocupado en las últimas semanas. Se trata de "La caída de Constantinopla 1453" de Sir Esteven Runciman (Edit. Reino de Redonda. Barcelona 2006) y "Bizancio" de Stephen Lawhead (Salamandra. Emecé editores. Barcelona 1998).
La primera es una obra clásica -completamente desconocida para mí- del historiador inglés nacido en 1903 que en la parte más intensa y literaria del libro narra los preparativos y el asedio de la ciudad por parte de los turcos. Como señala Javier Marías en el epílogo, es aquí donde se produce el fenómeno que me llama la atención: el relato escrupulosamente objetivo, rigurosamente cronológico, distante como todo texto eminentemente descriptivo, interrumpido con frecuencia por observaciones marginales disipadoras de toda posible tensión, se lee con apasionamiento como se devoran las páginas de una gran novela (...) La caída de Constantinopla es una creación literaria extraordinaria. Runciman, sabedor de que su material se prestaba a la aventura, ha rehuido en su prosa lo que de novelesco se le ofrecía. Si en cualquier instante hubiera caído en la comprensible tentación de "novelar", es justamente entonces cuando su obra no habría tenido nada de literatura, de buena y auténtica literatura. Habría constituido un pastiche, un ejemplar más de ese género híbrido que trata de satisfacer indiscriminadamente: nada tan indeseable como la biografía o la historia noveladas.

(28 de mayo de 1453) Hacia la una y media de la madrugada, el sultán decidió que todo estaba a punto y dio la orden de ataque. De pronto se hoyó un estruendo horripilante. A todo lo largo de las murallas los turcos se habían lanzado al asalto entre gritos de guerra, mientras tambores, trompetas y pífanos los animaban a la lucha. Las tropas cristinas habían estado esperando en silencio, mas, cuando los vigías de las torres dieron la señal de alarma, las iglesias cercanas a las murallas comenzaron a tocar las campanas y todos los templos de la ciudad, uno a uno, repitieron el aviso hasta unirse al redoble todos los campanarios. A casi cinco kilómetros de distancia, en la iglesia de Santa Sofía, los devotos supieron que la batalla había comenzado.
(...) Fueran cuales fuesen los detalles, el sultán Mehmet estaba muy contento de que el emperador hubiese muerto. Ahora ya no sólo era sultán, sino heredero y poseedor del antiguo Imperio Romano.
***
Deslumbrado por el brillo y el misterio de la ciudad de Constantinopla recuperé después la novela de Stephen Lawhead, "el histórico viaje de un monje irlandés, portador del Libro de Kells, hacia la misteriosa y exótica Constantinopla". Quizá una novela perteneciente a lo que Javier Marías denomina "género híbrido que trata de satisfacer indiscriminadamente: nada tan indeseable como la biografía o la historia noveladas". Bueno. Una historia inspirada en la vida de San Aidano que a mí me ha envuelto en una época y unas aventuras que me han dado horas de entretenimiento y ganas de seguir leyendo. Yo lo recomiendo. Y ganas de seguir sabiendo más acerca de esa ciudad misteriosa y fabulosa que ha sido y seguirá siendo Estambul. Ahora sí tengo más ganas de sumergirme en la lectura de algunas de las obras del turco, Premio Nobel de Literatura en 2006, Orham Pamuk. Seguro que lo haré. Y viajar algún día a ese enclave frontera entre Oriente y Occidente. ¿Por qué no?

10 junio, 2007

La Feria del Libro y Rosa Montero

Termina hoy la Feria del Libro de Madrid, la tradicional feria de El Retiro. Antes me gustaba ir a recorrer casetas y husmear libros, con la autoimposición incluso de comprar al menos un libro por edición. Ahora reservo para los Reyes Magos el grueso de mi regalo en libros para el resto del año. Y creo que también he dejado de acudir por el agobio de la gente y porque al final, casi todos los libros se repiten en todas las casetas, libros que puedes encontrar en cualquier otro lado.
Sin embargo, conservo un tesoro de la feria del año 1981 (hace nada más y nada menos que ventiséis años), que cumplía su cuarenta edición. Entonces yo tenía 18 años y pedí a una jóven también Rosa Montero , más periodista entonces que escritora, que me firmara su segundo libro, "La función delta" que por supuesto conservo, con la siguiente dedicatoria escrita con la clásica letra redondeada de chica de colegio:
Para Javier, futuro compañero (quedas emplazado a firmarme un día!) deseándote un delta vital favorable. Un abrazo. Rosa.
***
Quien sí ha estado este año ha sido Cristina (trece años), que con una compañera de clase, y para el periódico que estaban haciendo, entrevistó a Julia Navarro, otra periodista reconvertida en escritora de éxito. Y quién sabe si Cristina, como su padre, no repetirá también como periodista...

La mujer de negro


Esta vez fue teatro. Teatro que hemos descubierto hace pocos años, probablemente cuando hemos tenido más tiempo, más tranquilidad -también más dinero- y más ganas de descubrir algo que parecía reservado a otro tipo de gente. Y el teatro es pura magia: crear vida sobre el escenario a través de la palabra y los sentimientos expresados por esos farsantes que son los actores que representan vidas y emociones hasta hacerlas verdaderas al espectador; una maravilla.

Vimos "La mujer de negro" en el Teatro Infanta Isabel, en la calle Barquillo. Se trata de una adaptación de una novela de Susan Hill (Yorkshire, 1942) y que, según el programa, lleva representándose diecisiete años en el West End londinense y nueve años en México, y ha sido vista ya por más de cinco millones de espectadores en todo el mundo. Dirigida por Eduarzo Bazo, la obra está representada únicamente por dos actores, Emilio Gutiérrez Caba (Arthur Kipps) y Jorge de Juan (el actor), que trabajan soberbiamente. La mujer de negro es una obra de miedo -terror en algunos casos- muy bien conseguida además de por la calidad de los actores por los efectos de luz y sonido que recrean una auténtica atmósfera de pesadilla. Salimos muy satisfechos y con ganas de dejarnos cautivar de nuevo por la magia del teatro.

03 junio, 2007

Manta y almohada


Hace hoy un año que Ignacio y Laura llegaron de nuevo a casa después de pasar un curso completo en Irlanda; y también un año desde que yo comenzaba a escribir este blog. Recuerdo aquella experiencia con cariño, y creo que también con envidia por lo que al menos pienso que debe de tener de mágico, a los 14 y a los 15 años, vivir un año entero en otra parte del mundo, lejos de lo que hasta ese momento has conocido.

Recordaba todo esto el otro día a propósito de una película que vimos Ana y yo, "Un buen nombre (The namesake)", dirigida por una mujer -Mira Nair- y basada en la novela homónima de la escritora norteamericana Jhumpa Lahiri. La historia de una pareja hindú que se casa en Calcuta y se traslada a vivir a Nueva York. "The namesake" habla de dos culturas en conflicto, de dos generaciones y dos formas de vida muy diferentes que entran en conflicto.

Uno de los personajes -en una frase que se repite varias veces y que me hizo añorar la posibilidad de viajar- ofrece un consejo que encierra toda una forma de enfrentar la vida: "Coje una manta y una almohada, y sal a ver mundo. No te arrepentirás". No de otra manera, simplemente con una manta y una almohada...

***
Por la tarde, todos juntos, fuimos al cine a ver la tercera parte de Los Piratas del Caribe - El fin del mundo (The Pirates of the Caribbean - At World's End).

02 junio, 2007

Escritura y ficción


Carmen Balcells -editora- responde en el suplemento Fuera de Serie, del diario económico Expansión, a la pregunta de "¿Qué le aconsejaría a alguien que quisiera dedicarse a escribir?":
El trabajo de escritor necesita ocho horas de trabajo diario. Escribir es otra cuestión. Aunque yo no doy consejos, sólo órdenes, lo mejor es coger un cuaderno de notas y escribir una frase que describa la situación actual: "Hoy, día 4 de marzo, empiezo a escribir. Estoy en un avión que sobrevuela cualquier país". A partir de ahí, mucha disciplina. Con el paso de los años, hay algo que he descubierto sola y que casi no he exteriorizado: si a los niños se les acostumbrase en las escuelas a llevar un periódico y explicarlo, adquirirían una disciplina de concisión y orden mental impresionante. Hace unos años, cuando tuve problemas de movilidad sufrí mi mayor crisis. Aquella sensación tan terrible me hizo pensar en empezar un diario, donde dejo constancia de lo que hago cada día. Pero me he dado cuenta de que me autocensuro, a veces estoy a punto de hacer un comentario tan duro que me autocensuro.

***
En la misma revista, en otra fecha, el escritor egipcio Alaa Al Aswany -autor de "El edificio Yacobián" (editorial Maeva)- reflexiona acerca de si las novelas cambian la vida de las personas:

No es exactamente que las novelas nos cambien la vida. Hay libros que remueven algo en el interior de las personas, que cambian la visión que tenemos de algunas cosas o hacen aflorar sentimientos inesperados. Una buena manera de evaluar una ficción es preguntarse después de leerla si sentimos algo diferente. Si algo, aunque sea un ligero matiz, ha cambiado en nosotros es que la ficción es buena.
***
También sobre la escritura reflexiona J.J. Armas Marcelo en su habitual artículo en ABC de las Letras. El título es claro, "Escribir":
Escribir no es tan fácil. No hay que confundirlo -como hacen tantos- con redactar, que tampoco. A un malo escritor se le notan los defectos en la insistencia en el error, por querer ser más cuando se es menos. A un buen redactor incluso se le perdona la vida y se le puede premiar algún día con un galardón que nadie quiera. Por otra parte, algunos escritores de postín, cuando ganan un premio económicamente importante, lo justifican siempre de la misma manera: el dinero lo quieren para comprar tiempo y escribir. (...) No, escribir no es tan fácil como creen muchos lectores o como asumen algunos escritores que confunden la escritura literaria con la redacción de un texto cualquiera, desde una necrológica sin ganas hasta una invitación sin sentido alguno. (...) ¡Vaya vicio la escritura! Cuando le preguntamos a un escritor las razones de su obsesión por escribir descubrimos mil contestaciones más o menos vacías. Recuerdo, sin embargo, una muy buena y sin excusas del novelista Alberto Omar. "Me puse a escribir", dijo Omar, "porque quería ser alguien ante los demás". Parece respuesta de un escritor sincero frente a tanto mentiroso...

Depresión

Carlos Castilla del Pino -psiquiatra-, en una entrevista en el diario ABC bajo el título "La gran derrota es no poder realizarse" reflexiona sobre la depresión:
Hoy se habla mucho de depresión, pero las verdaderamente serias son relativamente escasas, y en ellas los factores genéticos son decisivos; mientras que hay otras depresiones que están ligadas a circunstancias biográficas y, sobre todo, a la culpa y al sentimiento de fracaso personal, por no haber podido llegar a ser lo que uno ha querido ser, porque no estamos hablando de una ambición imposible. Si uno quiere ser Napoleón, naturalmente es ridículo, se trata de que uno ha deseado ser algo que era imposible, y que dependía de su capacidad para poner la carne en el asador.
El estrés produce cansancio y fatiga y, a veces, un deso de tirar la toalla. Pero lo que sí provoca la depresión es, muchas veces, la competitividad. Mucha gente yerra cuando lo que trata es ser más que el otro. Uno tiene que ser el que quiere ser; no ser más que, porque eso es imposible.

16 mayo, 2007

El Ministerio del Dolor


Aunque lo cuente un poco tarde, mi última lectura de 2006 fue El Ministerio del Dolor, de la escritora croata Dubravka Ugresic. Con este libro rompía del todo con mi ley no escrita de leer desde hace muchos años únicamente a autores españoles o literatura escrita en español. Me decidí a leer esta historia triste y amarga de una autora de un país del Este con una cultura aparentemente tan distinta a la nuestra.
El libro relata la historia, tan cercana en el tiempo y en la geografía como desconocida e incomprensible -al menos para mí-, de la guerra y desintegración de Yugoslavia. No tanto la propia guerra como las consecuencias para quienes fueron protagonistas contemporáneos con nombres y apellidos, y dejaron su país para comenzar una 'nueva vida' -si eso es posible- en otro país; en otra ciudad: Amsterdam. Una ciudad en la que yo mismo viví durante tres meses en el año 1994.
Señalo dos momentos de El Ministerio del Dolor:
- Las mujeres, a diferencia de los hombres, eran invisibles. Ellas, desde la transtienda, empujaban la vida hacia delante. Remendaban los agujeros para que la vida no se derramara, ejercían la vida como el quehacer de cada día. Los hombres, como si no tuvieran ninguna tarea, vivían el exilio como si los aquejara una grave invalidez.
- Las célebres ventanas de Amsterdam sin cortinas descubrían el interior de las casas. El interior descubría la ausencia de intimidad. El derecho sagrado a la intimidad se confirmaba en una paradoja: su ausencia.

17 abril, 2007

Un hombre tranquilo

Recupero de "Ella, tan amada", de Melania G. Mazzucco, un párrafo que, curiosamente, parece devolver mi propia imagen desde un espejo:
"Freddy es un hombre serio, sosegado, no fuma, no bebe, no se droga, no se deja llevar por amores irrregulares, tiene mujer y dos hijos. Es un directivo de empresa: trabaja doce horas al día, el domingo va a misa y luego se queda en casa, con la familia. Un hombre tranquilo".

15 abril, 2007

Dicha y condenación



En un ensayo de 1935 titulado ¡Atención, Europa!, Thomas Mann escribe: "Resulta más que curioso ver lo poco que somos capaces de imaginarnos la opinión que habría tenido un difunto sobre los acontecimientos que tuvieran lugar después de su existencia. [...] A su alejamiento del tiempo se debe ese aire distinguido que tienen los muertos y que un día inspiró a un poeta las palabras: "Un mendigo muerto es más respetable que un rey vivo". Pero también la vida tiene su dignidad, pues es un poder que elige, y el hecho mismo de que nos mantenga en una época y un mundo de transformaciones, implica tanto una vocación natural como una autorización biológica para meter baza en los asuntos mundanos: nuestro juicio es una instancia competente en esa temporalidad, y el hecho de que "ya no entendamos nada" resulta tan absurdo en cuanto prohibición para hablar como lo tendría una abdicación voluntaria.
Así, nadie con ojos para ver y capacidad para inquietarse se ha inhibido nunca de emitir los juicios más severos sobre los jóvenes de su tiempo por el mero hecho de ser viejo. Al fin y al cabo, sus juicios podrían ser acertados a pesar de todo. La confesión del Goethe anciano de que amaba a la juventud de todo corazón, y que también se había amado mucho más a sí mismo de joven que ahora, figura rodeada de muchas declaraciones que no ocultan su impaciencia con la nueva generación ni su falta de confianza en ella.

"Cuando uno ve", escribe en 1812, "de qué modo el mundo en general, y especialmente los jóvenes, no sólo se entrega a sus deseos y pasiones, sino, sobre todo, de qué modo lo más elevado y lo mejor que tienen acaba siendo desplazado y caricaturizado por las necedades aparentemente serias de su tiempo, de tal modo que todo lo que debería llevarles a la dicha acaba siendo su condenación, por no hablar de la indecible presión exterior a la que están sometidos, a uno ya no le sorprenden los hechos atroces con los que el hombre hace estragos contra sí mismo y contra los demás".

18 marzo, 2007

Apuntes I (Manifestación)

Centenares de banderas de España. Personas mayores. Un hombre con abrigo oscuro sujeta su bandera desde su silla de ruedas.
Algunos rostros están serios mientras una música pop suena en la Plaza de Colón. El viento, a ráfagas fuertes, agita las banderas. Dos torres de andamios sujetan dos lonas con el lema de la manifestación: "España por la libertad. No más cesiones a ETA".
Son las cinco, la hora de comienzo de la manifestación en La Puerta de Alcalá. Y en la Plaza de Colón se estrecha el espacio. Suena "Libertad sin ira". La gente lo acompaña con palmas. Alguien grita "Viva España".
Una joven, morena y guapa, de una belleza caribeña, con el pelo recogido en una coleta, sujeta una cartulina blanca. Escrito a mano: "No nos da la gana / que suelten a De Juana".
Dos helicópteros, como aves majestuosas, nos observan posados en el cielo de Madrid.

11 marzo, 2007

Paisajes

Francisco Calvo Serraller escribe en Babelia, el suplemento cultural de El País, un artículo titulado 'Afinidad'. En él cuenta:

"Algunos acontecimientos, algunos seres, son como los paisajes", escribe Yasmina Reza en sus breves apuntes autobiográficos, publicados con el título Ninguna parte (Seix Barral). "No se les puede retener (o recordar) más que de pasada, a hurtadillas. Ejercen sin embargo una influencia radical sobre todo lo que es formulado, son la materia misma de la escritura".

Proyecto personal



Renata Salecl, filósofa y socióloga, profesora de la London School of Economics, escribe en el suplemento cultural de La Vanguardia (24/1/2007) un artículo titulado Yo S.A., del que extraigo algunos párrafos:

(...) En una época de incertidumbre radical, cuando la vida cada vez parece menos predecible y controlable y cuando el individuo se enfrenta sin cesar a nuevas ansiedades tanto en el ámbito de la vida privada como en el compromiso público, la persona es interpelada en tanto que alguien dueño de su destino. La ideología actual insiste en la idea de que los individuos disponen de posibilidades infinitas para convertirse en lo que deseen. Por ello, la subjetividad contemporánea es percibida como un flujo constante de autoinvención. El sujeto es un artista, creador de su vida. Al tiempo que el individuo se encuentra bajo una presión constante para que se autoevalúe, también es alentado para que sea flexible, se arriesgue y se convierta en lo que de verdad desea ser.

(...) Vivimos en una época dominada por el capital impaciente y en la que existe un deseo constante de resultados rápidos. Ahora bien, no sólo las compañías y los servicios financieros se enfrentan a inversiones y juicios acerca de los riesgos que pueden o no asumirse. Todo individuo debe actuar como si fuera su propia empresa. Por lo tanto, debemos considerar nuestra vida como Yo S.A.; se supone que debemos tener un plan de objetivos en la vida, pensar en inversiones a largo plazo, ser flexibles y reestructurar la empresa vital, así como correr los riesgos necesarios con el fin de incrementar los beneficios.

(...) Al tiempo que se nos alienta a trabajar sin tregua en nuestro cuerpo por medio del ejercicio extenuante, la dieta y la cirugía plástica, también se supone que debemos actuar sobre nuestra vida interior, sobre las emociones, los afectos y las relaciones. No recuerdo que la generación de mis padres hablara alguna vez de la necesidad de trabajar en uno mismo. Nuestros progenitores vivieron una vida que no tuvo mucho que ver con la idea de realización personal y mucho más con la idea de seguir cierta senda que seguía todo el mundo. Hace sólo un par de décadas, el transcurrir de una vida típica era mucho más sencilla que hoy. La típica vida de clase media parecía consistir en trabajar, educar a los hijos, ahorrar para que pudieran ir a la universidad, cuidar de padres mayores y, de vez en cuando, divertirse con viajes y vacaciones.
* * *
También al respecto leo lo que escribe Germán Gullón en ABC de las Artes y las Letras (8/3/2007) en una crítica a 'Esta historia' el libro del autor italiano Alessandro Baricco (1959):

(...) dicho en los términos más cercanos a Baricco, vivir no supone simplemente esquivar con inteligencia los posibles daños que nos pueden causar una actuación directa, sino actuar guiados por la conciencia de nuestro deber y del destino. Vivir supone tener un proyecto personal y actuar movido por el deseo de cumplirlo.

04 marzo, 2007

Literatura y Evangelios


Andrés Ibañez escribe en ABC de Las Letras (17/2/2007) que "la literatura se vuelve hacia la historia por el ejemplo de Cristo. La literatura de occidente nace de los Evangelios, que cuentan de forma realista la vida de un hombre cualquiera. De ahí tomamos la necesidad de situar al sujeto en la Historia, la idea musical de de construir la vida como una teleología y la creación del espacio del yo histórico, que es el yo psicológico marcado por el deseo, la esperanza y la muerte. El nacimiento y la muerte de Cristo son los acontecimientos centrales de nuestra cultura.

Cuando la palabra alcanza la sustancia, cuando un poema dice cosas memorables, cuando un verso o un párrafo suscitan una imagen imborrable en nuestra imaginación, cuando nos parece que un texto nos habla (¡y nos sorprende menos que si nos hablara un pájaro o una montaña!), cuando sentimos las palabras como piedras calientes o húmeda piel humana, cuando estamos, en fin, en presencia de la literatura, a la que siempre deberíamos llamar por su verdadero nombre: poesía, estamos en presencia del milagro de la encarnación, porque el cuerpo del lenguaje no es otro que el cuerpo de Cristo, la palabra hecha carne. La poesía nos permite experimentar la sustancia del nacimiento y muerte de Cristo porque encarna en el lenguaje la experiencia de nuestra evaporación unida a la experiencia de lo astral, la "estrella en el hombre" de Paracelso, la imaginación".

02 enero, 2007

Annemarie Schwarzenbach




Penúltima lectura de 2006 fue un magnífico -sin paliativos- libro de la escritora italiana Melania G. Mazzucco (Roma, 1966). 'Ella, tan amada' (Anagrama, 2006) es un libro escrito en 2000 y que recibió los Premios Napoli y Vittorini. Una biografía novelada, recreada con una prosa preciosa y arrolladora.

Annemarie Schwarzenbach es un personaje inquietante que vive en un tiempo convulso; escritora, arqueóloga, periodista y fotógrafa que encontaría la muerte muy joven (1908-1942) después de vivir una vida intensa marcada por la amistad y las relaciones de familia. Mazzucco la retrata como "inefable, misteriosa como un angel asexuado, serio y terrible".

"En qué momento los que se hicieron amigos de jóvenes empiezan a encontrarse cambiados?", se pregunta en un momento. Y viajó sola al Congo "para no escuchar más que la música oscura del río y de sí misma".

"Angel devastado", así llamó Thomas Mann a la joven Annemarie Schwarzenbach, fervorosa amiga y ocasional mecenas de sus hijos, los terribles Erika y Klaus (Francisco Solano en El País). "En el dolor y en el sufrimiento del mundo con que había cargado sobre sus espaldas, había buscado un sentido, un Dios, la verdad de su existencia"..... "Cuando Dios decidiera que tenía que morir, todo habría terminado para ella. Todo lo que tenía que hacer era arrebatarle su tiempo, ofrecerle su regalo. Todo lo que quedaba por hacer era escribir "su" libro. Todavía tenía la ilusión de que los libros -incluso los nacidos de la profunda iluminación- pueden ser la mejor parte de nosotros".

"Ojalá se pudiera rebobinar su vida -cualquier vida-" escribe Melania G. Mazzucco en la última página del libro.

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