Se fueron hasta los manteles para dejar su sitio a mantelitos y servilletas de papel. Siempre la buena pasta del menú del día, el helado de cornete, el Vichy Catalán y, a veces, la música estridente que ahoga las conversaciones de oficinistas, turistas y comensales de paso. Antes, en dos plantas de piso grande antiguo, saloncitos donde elegir mesa. Ahora, arriba a la izquierda, fumadores; arriba, a la derecha, no fumadores. En el centro, oculta por un cortinaje de terciopelo rojo, la cocina de donde salen los platos. Al fondo, bajando las escaleras a la derecha, los baños.
Marta, la camarera que viste de negro -incluido el delantal que ciñe a la cintura- pareciera brasileña. Tez morena, el pelo cayendo en rizos negros también sobre los hombros, y el culo apretado y generoso. Pero nació en la tierra del café, en Colombia. No me lo dijo, apenas intercambiamos unas frases cuando toma la comanda y sirve la comida, pero lo escuché de su boca porque alguien hizo la pregunta que yo no hice. "Colombiana", contestó tímida. Todo lo contrario a sus carcajadas sonoras y frescas, que son marca de la casa, de Casa Gades, la casa de comidas y de exposiciones, tertulias y cartas de noche (que yo no conozco) en la calle del Conde de Xiquena, en el viejo y señorial Madrid que también desde hace años restaura sus fachadas.
Metzi Rigatte al Pesto
Chuletas de cordero
Cornete de helado
Vino y gasesosa
9,50 euros
No hay comentarios:
Publicar un comentario