"Podemos gritar e indignarnos contra la invasión de "productos" literarios fabricados en serie, novelas históricas con clave espiritual, novelas de conspiraciones que atraviesan si esfuerzo los siglos o los milenios, novelas donde se revelan las "claves secretas" de célebres obras de arte, novelas que reinterpretan el legado espiritual de Occidente desde Cristo a los cátaros, pasando por los alquimistas o los templarios. Pero el éxito de esta literatura sólo puede tener una explicación: que, por muy pobre que sea intelectual y artísticamente, responde a las necesidades de nuestra época y, de algún modo, la refleja. Los lectores no buscan esos libros porque sean bobos que se dejan embaucar por una serie de hábiles mercachifles. Ni los mercachifles son tan hábiles ni los lectores son tan bobos. Los lectores saben lo que quieren, y leen esos libros porque los temas de los que hablan les interesan y les preocupan".
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Por otra parte, y en otro artículo muy sugerente, "Dar la cara", Ibañez señala que "antes de comprar el libro, uno desea mirar a los ojos, aunque sea en una foto (y aunque a veces los aparte), a la persona que lo escribió". Es verdad.
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