Irving, nacido en Manhattan, murió en aquella casa, en la localidad de Tarrytown, en 1859 rodeado de su familia. Como nos cuenta la guía que enseña la casa, ataviada con el atuendo de la época, "tal fue su fama como escritor que hasta cerraron las escuelas de Nueva York en señal de duelo". Lo mejor de la visita es que uno ve cómo era una casa de entonces, porque se conserva prácticamente tal cuál era; quizá la casa de alguien adinerado pero lejos de ser una mansión.
Lo que más me impresionó fue ver el pequeño despacho y la mesa donde escribía, en la que curiosamente reposan dos dagas que compró en España (Washington Irving fue embajador en Madrid entre 1842 y 1845). Pero más sorprendente todavía es el espacio construido detrás de ella, al fondo de la habitación, apenas más grande que un armario, separado por una cortina y provisto de una tumbona donde Irving gustaba de echar la siesta y descansar. Le imagino en aquella estancia en los crudos días de invierno y nieve, con la chimenea crepitando, dejando volar su imaginación y escribiendo afanosamente con la pluma.
Washington Irving |
«My own place has never been so beautiful as at present. I have made more openings by pruning and cutting down trees, so that from the piazza, I have several charming views of the Tappan Zee and the hills beyond; all set as it were in verdant frames, and I am never tired of sitting there in my old Voltaire chair, on a long summer morning, with a book in my hand, sometimes reading, sometimes musing on the landscape, and sometimes dozing and mixing all up in a pleasant dream.»
Washington Irving en una carta a Sarah Paris Storrow. 23 de agosto de 1847.
2 comentarios:
Bonita casa y parece muy romántica. Desde luego era un personaje. Yo me leí "Cuentos de la Alhmabra" y me gustó, sobre todo ese viaje que hace en caballo y en burro por la mitad de España hasta llegar a Granada, a su soñada Granada.
Un saludo
Teresa
Hola Teresa,
Fîjate que yo he podido visitar su casa pero sin embargo todavía no he "visitado" ninguna de sus obras. Me gustaría mucho leer Cuentos de la Alhambra y ver y conocer cuál era su visión sobre aquella España ya tan lejana incluso para nosotros.
A ver si me alcanza el tiempo...
Un saludo.
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