A Antonio Muñoz Molina, que vive en Nueva York con un pie en Madrid, sí le gustó la exposición del fotógrafo checo Miroslav Tichy. Y como sabe más sobre él y escribe mejor que yo quizá quien lea su artículo en El País -Robinson fotógrafo- piense que merece la pena visitar la exposición. Creo que si yo mismo lo hubiera leído antes también habría disfrutado más el trabajo de Tichy. Pero, me pregunto ¿es necesario conocer la peripecia de un artista para poder valorar su trabajo o la valoración de su trabajo debe de ser independiente de su peripecia?
"Filósofo en andrajos, como el Demócrito de Velázquez, con el que comparte la risa desdentada, Tichý asegura, incrédulo de que sus viejas fotos se vean por todo el mundo y estén ahora en una exposición en Nueva York, que todo no es exactamente el mismo sueño, el anonimato y la fama, las mujeres reales y las retratadas, fantasmas igualados por el paso del tiempo. Para tener éxito sólo es necesario hacer algo peor que nadie en el mundo, dice, muerto de risa, en un documental, bebiendo ron en un vaso opaco de mugre, como un Robinson Crusoe muy viejo que ya no abandonará su isla de basura".
A. Muñoz Molina.
A. Muñoz Molina.
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