Young Woman Drawing. 1801. Marie-Denis Villers Oil on canvas |
Veo gente corriendo (running), paseando, mirando el plano para orientarse, paseando a niños y perros minúsculos con extrañas y ridículas vestimentas. Se escuchan otros acentos (una chica manotea en el aire mientras habla un italiano musical). Todo mientras llueven lágrimas amarillas y el viento zarandea las hojas dispersas por el suelo. Gente que pide a otra gente fotografiarse en los puentes y contra los árboles que se desnudan de otoño. Arrecia el viento y zumban las ramas como instrumentos de cuerda que acompañan esta mañana luminosa de noviembre plena de azul y ocres; el mismo cielo de Madrid que derrama su luz sobre Central Park.
Camino apresurado, me espera una mujer. A mi derecha, en el paseo, Romeo y Julieta se besan ajenos al otoño, él inclinado sobre ella, sujeta por la cintura (gift of George Delacorte). Debajo de un arce, repleto de brochazos bermellón, hay varias personas haciendo cola en un puesto de Wafels & Dinges que enarbola una bandera alemana. El cálido perfume de los wafels me acompaña mientras bordeo el Great Lawn hasta llegar al pequeño túnel que se llena con las notas cadenciosas del hombre del saxofón.
Entro al fin en esta casa, y está ella. Primero la veo a través de la puerta de cristal tras subir las escaleras de piedra. Parece distraída pero ya mira como lo hace siempre cuando vengo a verla. Lavanta la vista de su carpeta -no sé bien si escribe o dibuja- y me mira sin sorpresa. Fija sus ojos en mí y yo en los suyos y conversamos en silencio. Nunca le he dicho mi nombre, y yo sólo puedo adivinar el suyo: Marie, Marie-Denis. Está sentada y viste de blanco. Parece un sudario, pienso, pero es un vestido ligero ceñido por una cinta rosa debajo del pecho y anudada a la espalda. Aunque sentada, se inclina hacia adelante junto a la ventana aprovechando la luz de este día soleado. Probablemente dibuja -ahora me fijo mejor y en su mano veo un pincel- sujetando una carpeta grande con cintas donde parece que asoma un papel de dibujo. Pero no puedo ver lo que pinta, y no me atrevo a preguntarle, quiero que ella me lo enseñe.
No tiene frío. El cristal de la ventana está roto (yo también dibujaba ventanas de cristales rotos) y deja pasar una brisa cálida. A lo lejos, a espaldas de Marie -ella también lo habrá visto antes- una pareja conversa como nosotros y, no sé bien por qué, imagino que se dicen palabras de amor. Me mira y veo reflejos dorados en su pelo que peina con algunos tirabuzones a los lados y recogido en lo alto en un moño que sujeta con un pasador que me pareció al principio otro pincel. Y veo el broche dorado con forma de rombo que sujeta la pañoleta entorno a su cuello. Pero es sólo un instante porque no puedo apartar la mirada de sus ojos azules. Me interrogan, piden ayuda, me cuentan una historia triste que no puedo desvelar, y entonces me doy cuenta de que es muy joven, y que su boca pequeña, de labios finos, apenas ha besado. Siento un escalofrío. Tengo que marcharme, le digo, aunque no quiero dejarla. Espérame, volveré para verte, pienso.
French, 1774-1821
1801
Oil on canvas
At one time ascribed to Jaques-Louis David, this engaging image has now been recognized as the work of Marie-Denis Villers. Although little known today, Villers was a gifted pupil of Girodet and exhibited in the salons, where her portraits attracted attention. This canvas, which was exhibited in the 1801 Salon, may be a self-portrait.
Mr. and Mrs. Isaac D. Fletcher Collection,
Bequest os Isaac D. Fletcher, 1917
17.120.204
New York
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