Pestañas

12 marzo, 2012

«Sunset Park», la herida que no sana



Empiezo sin más rodeos por concluir que «Sunset Park» (Faber and Faber, 2010), de Paul Auster, es una buena novela, aunque creo  haber leído que no de las mejores del autor que vive en Brooklyn. Como todo es relativo lo mejor es comprobarlo por uno mismo. Auster pone en el centro a Miles Heller, un joven de veintiocho años atormentado por un hecho fatal ocurrido en su adolescencia, rodeado por sus padres y sus nuevas parejas con quien no se habla hace años; por su novia Pilar a quien conoce en Florida, y por los tres amigos con quienes ocupa la casa abandonada de Sunset Park. Con estos mimbres, y a través de los ojos de todos ellos, reconstruye Auster la historia de Miles -marcado por una herida interior que probablemente no sanará, que siente el dolor pero no lo dice a nadie, como nos cuenta el autor- en un momento agravado por la crisis, es el año 2008, cuando la vida de muchos jovenes no está tocada precisamente por la esperanza.

Leo «Sunset Park» en la lengua original en que está escrita, sabiendo que pierdo matices por el camino mientras gano también otros, y con la satisfacción de reconocer las mismas palabras y los mismos trazos que el escritor engendra en su cabeza y plasma después en el papel. Ahora que Paul Auster ha paseado recientemente por España su imagen de galán de cine para presentar su última novela -Diario de invierno-, leer su obra en inglés parece que te acerca incluso más a él. Cuando describe a Miles en palabras de uno de sus amigos, parece resonar con más fuerza su acento americano: «As far back as he can remember, Miles seemed different from everyone else, to possess some magnetic, animal force that changed the atmosphere whenever he walked into a room».

Sunset Park, Brooklyn (New York)
Esa es otra de las cosas que me gustan de Auster, el don recibido -o el talento tan bien trabajado- para describir a sus personajes y hacerlos no solo de carne y hueso sino tan cercanos en su forma de ser y comportarse que llegamos a conocerlos y quererlos. Curiosamente Auster habla de uno de los personajes, escritor como él, para hacernos ver en qué consiste su vida: «His whole life has been spent putting words and sentences together, paragraphs together, books together». Por eso volveré a Auster. Sin prisa, saboreando cada una de sus novelas, conservando como conservo pasajes y destellos literarios que me han cautivado de este escritor de 65 años recién cumplidos.
 

3 comentarios:

Vicente F. Bobadilla dijo...

Auster tiene una gran capacidad de atrapar al lector contándole historias cotidianas que, claro, de cotidiano no tienen nada. El problema es su componente de tragedia, donde a veces se le va la mano. "Brooklyn Follies" me encantó, pero "El Palacio dela Luna" me dejó con una depresión de caballo. ¿Eran necesarias tantas desgracias a unos personajes a los que habíamos cogido tanto cariño?

Margari dijo...

A Auster lo descubrí por fin el año pasado con Tombuctú, que me encantó y con Brooklyn Follies, que me gustó aún más. Así que tengo que seguir descubriendo su obra, así que este libro lo incluyo en la lista para leer. Y sí, la gran virtud de Auster es crear unos personajes que se dejan querer y a los que cuesta abandonar cuando cierras el libro. Si aún echo de menos hasta a Mr Bones...
Besotes!!!

manipulador de alimentos dijo...

'Diario de Invierno' es un Auster menor! No acabo de pillar ese recurso a la segunda persona para hablar de sí mismo. Aún así, es Paul Auster!!!!

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