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"El páramo es una inmensidad desolada, y el día que en el cielo hay nubes, la tierra parece cielo y el cielo la tierra, tan desamueblado e inhóspito es" (La pimpollada del páramo).
"- La vida es eso. Unos viven para enterrar a los otros que se mueren. Lo malo será para el que muera el último" (La mortaja).
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En estos párrafos de 'Los nogales' el lenguaje y los vocablos que utiliza Delibes son una auténtica delicia:
"Sus manos, a pesar de los años, seguían precisas y rápidas. En pocos minutos, docenas de nueces, mondas como pequeños cráneos, se apilaban a su derecha, y un montón de conchos, apenas magullados , a su izquierda. El concho se empleaba luego para abonar las berzas y los espárragos". (...) "Después , al caer el sol, escucaba los frutos y, a la amanecida, los tendía amorosamente en la solana y les daba vuelta cada dos horas. Eran nueces mollares, pajariteras, que se cotizaban en el mercado; apenas tenían bizna y los escueznos eran rígidos y sabrosos".
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