Nueva historia, nuevo libro. La primera línea dice así:
Mariam was five years old the first time she heard the word harami.
Pestañas
28 febrero, 2009
26 febrero, 2009
Tiempo de Cuaresma
"Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará."
Mateo 6, 6-7
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2009
Mateo 6, 6-7
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2009
25 febrero, 2009
Otra forma de leer
Mientras muchos (entre los que me incluyo) siguen opinando sobre las bondades del libro tradicional frente a otras nuevos soportes de lectura, la realidad va por delante y los "nuevos soportes de lectura" han dejado de ser una entelequia. Y si no que se lo digan a Amazon.com, que desde hoy vende su nuevo -¿cómo llamarlo: libro, dispositivo, pantalla...?- Kindle 2, un reading device para leer e-books, que mejora notablemente la primera versión que apareció, sin mucha fortuna, en noviembre de 2007. Cuesta $359 (283 euros) y da acceso a la descarga de 230.000 e-books.
Voy a empezar a pensar de otra manera. Reconozco que me gustaría experimentar la lectura en un Kindle 2 -nunca se puede decir "de este agua no beberé"-, aunque creo que echaría en falta una cosa: ¿cómo subrayar con un lápiz aquella palabra o aquella frase que te gustó / emocionó / sorprendió / defraudó...?
Voy a empezar a pensar de otra manera. Reconozco que me gustaría experimentar la lectura en un Kindle 2 -nunca se puede decir "de este agua no beberé"-, aunque creo que echaría en falta una cosa: ¿cómo subrayar con un lápiz aquella palabra o aquella frase que te gustó / emocionó / sorprendió / defraudó...?
22 febrero, 2009
El sanador de caballos
Después de leer ‘El sanador de caballos’ me quedo con dos cosas buenas: la primera, que se trata de una historia trepidante que te hace buscar el momento de leer y, segundo, que está escrita por un amigo apasionado por la escritura a quien prometí leerla en Nueva York.
El sanador de caballos (Ediciones Temas de Hoy –TH Novela-, 2008; 777 páginas), de Gonzalo Giner, es una novela de acción a la manera en que ahora los guionistas escriben las series de televisión: de forma directa, sin descripciones pesadas que entorpezcan la trama y tratando los capítulos como píldoras de una sustancia adictiva que te hace –aunque el sueño pugne por cerrar los ojos- volver la página, empezar un nuevo capítulo y continuar la historia (page turners books lo llaman en Estados Unidos).
Pero El sanador de caballos es, al mismo tiempo, la novela escrita por un amigo, lo que hace que su lectura –e incluso el hecho físico de tener el libro entre las manos- suponga además un goce personal mayor. Este factor hace más difícil enjuiciar de forma directa la novela, pero es también lo que me lleva a hacerlo con más detenimiento sobre cualquier otro libro.
Del argumento de la novela sólo contaré lo que se puede leer en la portada, por cierto, de un diseño exquisito y muy acertado por parte de la editorial: que es la aventura de un veterinario en la Edad Media (en España) que juró venganza y persiguió la sabiduría.
En cuanto a mi opinión como lector, diré que –en general- al libro le falta profundidad, si es que 'profundidad' no un es concepto demasiado vago. El texto está escrito de forma plana y lineal, casi como un cómic que a través de sus viñetas desarrolla una historia de forma superficial, sin detenerse en otras motivaciones que ayuden a entender mejor su contenido. Por eso su lectura es muy ágil, pero en su virtud también está contenido su pecado. Incluso los personajes son igual de planos; apenas se nos muestran algunos de sus rasgos físicos cuando aparecen en la historia y poco más: algunas emociones exageradas que les convierte en esclavos de su propio estereotipo. Así, se reconoce fácilmente al bueno, al malvado, al traidor, a la bella enamorada, a la sufrida esclava, al misterioso caballero..., en un abanico de personajes sin matices, con alma y apariencia de cartón piedra.
La historia tiene sus mejores momentos –diría que muy buenos- cuando se nos muestra el aprendizaje del protagonista como veterinario, así como los usos y costumbres de la profesión de albéitar en la Edad Media, que dejan entrever un enorme trabajo de documentación. Es la parte más sólida de la novela y la que a mí realmente me sedujo, la que leí con mayor interés. A partir de entonces, tanto la trama como el personaje se diluyen y se bifurcan en afluentes que se desvían sin razón del curso principal de la historia. La novela aborda entonces otros tópicos que además poco o nada tienen que ver con el carácter del protagonista: Diego pasará de ser aprendiz de veterinario (su pasión) a espía forzoso y miembro de un comando de asalto (con el ambicioso objetivo de “combatir y aniquilar al imperio almohade”), más cercano a un videojuego actual o a las peripecias de Indiana Jones que a una historia creíble de la Edad Media.
Por otra parte, el lenguaje, tratándose de una novela situada en la Edad Media, no puede ser el mismo que el de una serie actual de televisión, con un tuteo que en ocasiones chirría sobre manera ( - Es lo menos que puedo hacer por ti, Teresa; pág. 414), y con frases, diálogos o situaciones pueriles y sonrojantes que desentonan totalmente (reconocía que Fabián había estado encantador con ella; pág. 383, - ¿Por qué me abandonas…? –Se arrodilló desconsolada, en una baño de lágrimas-. Mi amor… mi Diego…; pág. 419), como la escena de la muerte del caballo (pág. 769).
Un capítulo aparte, que podría haber sido corregido por el editor, merece el uso exagerado e innecesario de la forma reflexiva “le” y “te” (Diego le narró las circunstancias de su muerte…; pág. 668, Entiendo las dificultades que esta petición te puede suponer…; pág. 575).
En una entrevista le preguntan a Gonzalo Giner qué espera de esta novela: “Espero que la gente cuando lo lea pase un rato agradable, no pretendo hacer un tratado literario”. Crear una historia atractiva es un objetivo necesario pero, en mi opinión, no suficiente. Una buena historia es mucho mejor historia si está mejor contada. Más certeramente lo expresa Roberto Saladrigas en la recensión de un libro: "Afirmar que la trama de una novela está siempre por debajo de la forma de narrarla debería ser una obviedad aunque diste de serlo. Lo ideal es que argumento y estilo se complementen hasta persuadirnos de que la historia sólo podía ser contada de aquella manera".
Yo sí disfruté leyendo El sanador de caballos, y por eso, y para saber si acierto o yerro en mis opiniones, me gustaría que otros muchos lo leyeran. Yo lo recomiendo.
NOVEDAD: Gonzalo Giner publicará "El jinete del silencio" en JUNIO 2011
El sanador de caballos (Ediciones Temas de Hoy –TH Novela-, 2008; 777 páginas), de Gonzalo Giner, es una novela de acción a la manera en que ahora los guionistas escriben las series de televisión: de forma directa, sin descripciones pesadas que entorpezcan la trama y tratando los capítulos como píldoras de una sustancia adictiva que te hace –aunque el sueño pugne por cerrar los ojos- volver la página, empezar un nuevo capítulo y continuar la historia (page turners books lo llaman en Estados Unidos).
Pero El sanador de caballos es, al mismo tiempo, la novela escrita por un amigo, lo que hace que su lectura –e incluso el hecho físico de tener el libro entre las manos- suponga además un goce personal mayor. Este factor hace más difícil enjuiciar de forma directa la novela, pero es también lo que me lleva a hacerlo con más detenimiento sobre cualquier otro libro.
Del argumento de la novela sólo contaré lo que se puede leer en la portada, por cierto, de un diseño exquisito y muy acertado por parte de la editorial: que es la aventura de un veterinario en la Edad Media (en España) que juró venganza y persiguió la sabiduría.
En cuanto a mi opinión como lector, diré que –en general- al libro le falta profundidad, si es que 'profundidad' no un es concepto demasiado vago. El texto está escrito de forma plana y lineal, casi como un cómic que a través de sus viñetas desarrolla una historia de forma superficial, sin detenerse en otras motivaciones que ayuden a entender mejor su contenido. Por eso su lectura es muy ágil, pero en su virtud también está contenido su pecado. Incluso los personajes son igual de planos; apenas se nos muestran algunos de sus rasgos físicos cuando aparecen en la historia y poco más: algunas emociones exageradas que les convierte en esclavos de su propio estereotipo. Así, se reconoce fácilmente al bueno, al malvado, al traidor, a la bella enamorada, a la sufrida esclava, al misterioso caballero..., en un abanico de personajes sin matices, con alma y apariencia de cartón piedra.
La historia tiene sus mejores momentos –diría que muy buenos- cuando se nos muestra el aprendizaje del protagonista como veterinario, así como los usos y costumbres de la profesión de albéitar en la Edad Media, que dejan entrever un enorme trabajo de documentación. Es la parte más sólida de la novela y la que a mí realmente me sedujo, la que leí con mayor interés. A partir de entonces, tanto la trama como el personaje se diluyen y se bifurcan en afluentes que se desvían sin razón del curso principal de la historia. La novela aborda entonces otros tópicos que además poco o nada tienen que ver con el carácter del protagonista: Diego pasará de ser aprendiz de veterinario (su pasión) a espía forzoso y miembro de un comando de asalto (con el ambicioso objetivo de “combatir y aniquilar al imperio almohade”), más cercano a un videojuego actual o a las peripecias de Indiana Jones que a una historia creíble de la Edad Media.
Por otra parte, el lenguaje, tratándose de una novela situada en la Edad Media, no puede ser el mismo que el de una serie actual de televisión, con un tuteo que en ocasiones chirría sobre manera ( - Es lo menos que puedo hacer por ti, Teresa; pág. 414), y con frases, diálogos o situaciones pueriles y sonrojantes que desentonan totalmente (reconocía que Fabián había estado encantador con ella; pág. 383, - ¿Por qué me abandonas…? –Se arrodilló desconsolada, en una baño de lágrimas-. Mi amor… mi Diego…; pág. 419), como la escena de la muerte del caballo (pág. 769).
Un capítulo aparte, que podría haber sido corregido por el editor, merece el uso exagerado e innecesario de la forma reflexiva “le” y “te” (Diego le narró las circunstancias de su muerte…; pág. 668, Entiendo las dificultades que esta petición te puede suponer…; pág. 575).
En una entrevista le preguntan a Gonzalo Giner qué espera de esta novela: “Espero que la gente cuando lo lea pase un rato agradable, no pretendo hacer un tratado literario”. Crear una historia atractiva es un objetivo necesario pero, en mi opinión, no suficiente. Una buena historia es mucho mejor historia si está mejor contada. Más certeramente lo expresa Roberto Saladrigas en la recensión de un libro: "Afirmar que la trama de una novela está siempre por debajo de la forma de narrarla debería ser una obviedad aunque diste de serlo. Lo ideal es que argumento y estilo se complementen hasta persuadirnos de que la historia sólo podía ser contada de aquella manera".
Yo sí disfruté leyendo El sanador de caballos, y por eso, y para saber si acierto o yerro en mis opiniones, me gustaría que otros muchos lo leyeran. Yo lo recomiendo.
NOVEDAD: Gonzalo Giner publicará "El jinete del silencio" en JUNIO 2011
16 febrero, 2009
Book World desaparece como suplemento
Ayer, domingo, aparecía por última vez el suplemento de libros de The Washington Post como suplemento separado (post to end stand-alone book section). A partir de ahora la información y la crítica sobre libros aparecerán publicadas durante la semana en las secciones de Style y Outlook, aunque seguirá existiendo una versión on-line. ¿Será un aviso para otros suplementos literarios?
Rachel Hartigan, editora de Book World, reafirma su fe en los libros en su carta de despedida del suplemento: "We have always believed that books are vital to understanding our world. We hope to increase our engagement with the world, and especially with our readers, in our new homes".
Rachel Hartigan, editora de Book World, reafirma su fe en los libros en su carta de despedida del suplemento: "We have always believed that books are vital to understanding our world. We hope to increase our engagement with the world, and especially with our readers, in our new homes".
15 febrero, 2009
Una brizna de hierba seca
Eran jóvenes y guapas. Rabiosamente jóvenes y rabiosamente guapas. Con una sonrisa y un gesto muy lejos del sufrimiento y de la idea de la muerte. Pero su vida se apagó esta semana sin remedio, para recordarnos una vez más -en medio de un pasmo y un dolor intenso-, que somos frágiles como una brizna de hierba seca.
Madeline Linn viajaba en el avión (Continental Connection Flight 3407) que se estrelló en el estado de Nueva York, tenía 24 años y había sido jugadora de hockey en la St. Mary's University de Winona. Eluana Englaro tuvo un accidente de tráfico en 1992, cuando tenía 22 años, que le dejó en estado vegetativo en un hospital de la localidad de Lecco, al norte de Italia. Murió 17 años después en medio de una agria polémica sobre el derecho a morir.
"Entonces, dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán. Por tanto, manteneos despiertos pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor.
Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa. Pues estad también vosotros preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hombre". (Mateo, 24 40-44).
13 febrero, 2009
Garden of earthly delights
Una auténtica maravilla esta obra de Martha Clarke que vimos en el Minneta Lane Theater de Nueva York. 'Garden of earthly deligths' no es otra cosa que una representación escénica de 'El jardín de las delicias', el famosos tríptico de El Bosco que se puede ver en el Museo del Prado de Madrid. Cada una de las tablas representa, respectivamente, el Paraíso (a la izquierda), el Infierno (a la derecha) y el jardín de las delicias o de los placeres de la vida (en el centro), que no es sino una alusión al Pecado.
La obra, que combina danza, música y teatro, es un canto maravilloso a la sensualidad y belleza del cuerpo humano, del hombre y la mujer, desnudo, desprendido de todo aderezo: They are men and women obviously, but as they walk delicately on their toes and fingertips, they seem to be in inchoate form, oversize embryos that haven’t yet hatched heads. They look like neckless giraffes, stately and elegant but without recognizable human form or individual identity (Theater review).
La obra, que combina danza, música y teatro, es un canto maravilloso a la sensualidad y belleza del cuerpo humano, del hombre y la mujer, desnudo, desprendido de todo aderezo: They are men and women obviously, but as they walk delicately on their toes and fingertips, they seem to be in inchoate form, oversize embryos that haven’t yet hatched heads. They look like neckless giraffes, stately and elegant but without recognizable human form or individual identity (Theater review).
06 febrero, 2009
A bullet through his head
Harriet, mi profesora de inglés, trajo este poema que siempre le ha gustado y que de forma sintética habla directamente de la condición humana. No será tan popular como la Canción del Pirata de Espronceda, pero debe de tener bastante predicamento en la cultura americana. En cualquier caso, e incluso en inglés, se reconoce fácilmente la belleza de las palabras y la poesía de Edwin Arlington Robinson (1869–1935).
Richard Cory
Whenever Richard Cory went down town,
We people on the pavement looked at him:
He was a gentleman from sole to crown,
Clean favored, and imperially slim.
And he was always quietly arrayed,
And he was always human when he talked;
But still he fluttered pulses when he said,
"Good-morning," and he glittered when he walked.
And he was rich—yes, richer than a king,
And admirably schooled in every grace:
In fine, we thought that he was everything
To make us wish that we were in his place.
So on we worked, and waited for the light,
And went without the meat, and cursed the bread;
And Richard Cory, one calm summer night,
Went home and put a bullet through his head.
Richard Cory
Whenever Richard Cory went down town,
We people on the pavement looked at him:
He was a gentleman from sole to crown,
Clean favored, and imperially slim.
And he was always quietly arrayed,
And he was always human when he talked;
But still he fluttered pulses when he said,
"Good-morning," and he glittered when he walked.
And he was rich—yes, richer than a king,
And admirably schooled in every grace:
In fine, we thought that he was everything
To make us wish that we were in his place.
So on we worked, and waited for the light,
And went without the meat, and cursed the bread;
And Richard Cory, one calm summer night,
Went home and put a bullet through his head.
People of the whale
Otra vez aquí. Un largo tiempo en el que leí, no sin algún esfuerzo, "People of the whale" (W. W. Norton & Company, Inc. 2008) , una novela de Linda Hogan que mezcla la suerte de los antiguos cazadores de ballenas en Estados Unidos con el regreso de un veterano de la Guerra de Vietnam. Una historia de silencio, de tradición y de incomprensión.
Casualmente, en medio de la lectura visitamos el Whaling Museum, en Cold Spring Harbor, un pequeñito pueblo costero de Long Island, en Nueva York. Se pueden ver desde una auténtica barcaza de cazadores de ballena, hasta piezas realizadas con huesos del cetáceo, además de un magnífico documental con imágenes de época de la caza de la ballena.
Casualmente, en medio de la lectura visitamos el Whaling Museum, en Cold Spring Harbor, un pequeñito pueblo costero de Long Island, en Nueva York. Se pueden ver desde una auténtica barcaza de cazadores de ballena, hasta piezas realizadas con huesos del cetáceo, además de un magnífico documental con imágenes de época de la caza de la ballena.
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