Editorial Losada, 1967 (sexta edición) |
El equívoco del título -imperdonable- se debe únicamente a que he leído una edición del relato del autor checo prologada por el argentino Jorge Luis Borges. Se trata de un pequeño librito que rondaba por casa -una edición de la Editorial Losada, de Buenos Aires, (Biblioteca Clásica y Contemporánea) de 1967 (sexta edición)- y que no sé decir de dónde ha salido. El papel tiene ya ese tono amarillento y el olor característico de los libros de hace más de 40 años. Pues bien, he leído «La metarmofosis» ahora, digamos ya en la madurez, cuando probablemente debiera haber sido una lectura de juventud. Tendré que apelar al "nunca es tarde..." para evitar cualquier lamento y afirmar que mereció la pena no sólo por conocer finalmente esta «terrible fábula de la incomunicación humana», sino algunas de las circunstancias del relato y de su autor.
Argumento y ambiente
La obra fue escrita en 1915 por Franz Kafka, nacido en el barrio judío de la ciudad de Praga en 1883. Borges afirma que «era enfermizo y hosco: íntimamente no dejó nunca de menospreciarlo su padre y hasta 1922 lo tiranizó. [...] De su juventud sabemos dos cosas: un amor contrariado y el gusto de las novelas de viajes». Kafka murió en 1924 en un sanatorio cerca de Viena. «Desoyendo la prohibición expresa del muerto -continúa Borges-, su amigo y albacea Max Brod publicó sus múltiples manuscritos. A esa desobediencia feliz debemos el conocimiento cabal de una de las obras más singulares de nuestro siglo». Quizá, casi cien años después de ser escrita, esa singularidad sea menor. Quiero pensar que el efecto que tuvo a principios del siglo XX el relato del bueno de Gregorio Samsa convertido en un «monstruoso insecto» sería muy distinto del que podría tener hoy, acostumbrados como estamos al absurdo en cualquiera de las disciplinas artísticas. Y aunque he podido leer numerosos enfoques sobre el posible significado de este sórdido relato, me quedo con la observación que propone el propio Borges: «El argumento y el ambiente son lo esencial: no las evoluciones de la fábula ni la penetración psicológica». Según el argentino «dos ideas -mejor dicho, dos obsesiones- rigen la obra de Franz Kafka. La subordinación es la primera de las dos; el infinito, la segunda». Algo sin duda más fácil de entender es a lo que nos referimos cuando hablamos de una «situación kafkiana», sobre todo después de leer el relato y explicar Borges que «la más indiscutible virtud de Kafka es la invención de situaciones intolerables».
Pero otro de los descubrimientos, aparte de la propia lectura, tiene que ver con la discusión sobre la autoría de la primera traducción al español de «La metamorfosis». Al parecer atribuida al propio Borges, otros estudiosos confirman que fue traducida por primera vez al castellano en 1925 -adelantándose a las primeras traducciones inglesas y francesas de Kafka- posiblemente por Margarita Nelken para Revista de Occidente.
Y como siempre, lo mejor, recomendar leer «La metamorfosis» si alguien no lo ha hecho todavía para conocer la obra y poder opinar. Y aunque es un relato muy breve, para quien prefiera una versión diferente, dejo aquí las dos partes de la adaptación de la obra de Kafka realizada por Hipotálamo Films.
« Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos ».
P.D.- Creo que después de este librito es hora ya de vencer ese jet-lag lector que me atenaza y embarcarme en nuevas y excitantes lecturas.