Pestañas

07 febrero, 2011

Ladrones de tiempo y la hora de leer

En la novela se encuentran siempre dos extraños.
No es fácil encontrar el momento adecuado para leer, más ahora cuando la vida, en muchos sentidos, es un torbellino en el que pararse puede significar ser arrollado por las circunstancias.

En el caso de la lectura, otras actividades como la televisión y el mundo de Internet y las redes sociales nos apartan con frecuencia de los libros. Incluso en esos espacios, la brevedad es una norma tácita. Mensajes de 140 caracteres, apenas una fotografía o un post de un párrafo que enlaza a otra cosa en un blog deben ser suficientes para decir todo lo que queremos decir; más allá de eso no tenemos tiempo para detenernos, hay que pasar al siguiente mensaje, al siguiente texto o a la siguiente fotografía en una carrera desesperada para abarcar todo aquello que se sucede delante de nosotros a velocidad de vértigo.

Igual que en Internet y en la gastronomía, donde ahora lo que se lleva es el menú degustación y el tapeo (un poquito de cada pero no mucho de nada), en la lectura se ha impuesto también lo breve: microrrelatos, haikus y otras textos mínimos están a la orden del día.

La inmediatez, ese sentido de urgencia, no tiene nada que ver con el libro, al menos con la novela. Cada vez tenemos menos tiempo para un texto largo, para los capítulos que se suceden hasta conformar una historia. Y curiosamente, en vez de reservar un paréntesis de media, una o dos horas en nuestra agenda diaria, lo que hacemos es robarle tiempo a otras actividades. Por eso vemos a tanta gente leyendo a trompicones en el metro, en el autobús o en el tren mientras va a trabajar; o lee mientras come o, como es muy habitual, en la cama antes de dormir. Pero en todos esos casos somos ladrones de tiempo, robando horas de sueño, horas de desplazamiento, horas a la comida. La lectura no es, habitualmente, una actividad que merezca por sí misma un tiempo exclusivo como el que reservamos para hacer la compra, ir al gimnasio, planchar, salir a cenar o ver la televisión. Se ha convertido en una actividad suplente, como un deportista que se sienta en el banquillo a la espera de su oportunidad.

¿Por qué no, entonces, crear la hora de leer, un momento dedicado exclusivamente a la lectura? Sin la distracción de la televisión, el ordenador o el teléfono móvil... Simple y llanamente un tiempo y un espacio dedicado a la lectura. Sí, es cierto, suele ser el objetivo que nos fijamos para el verano, cuando lejos de la rutina y sin agenda no sabemos qué hacer y entonces no hay necesidad de robarle el tiempo a ninguna otra actividad. ¿Por qué no intentar llevar ese momento a cualquier otra época del año? Media hora tumbados en el sofá o una hora sentados en una butaca orejera, sin otra compañía que una novela, ¿es mucho pedir?

Paul Auster se refirió de alguna forma a ese momento y a ese espacio en su discurso al recibir el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006:

"La novela es una colaboración a partes iguales entre el escritor y el lector, y constituye el único lugar del mundo donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad".

22 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado:
Me he tomado el tiempo para leer esta entrada. Hace poco le escribía a un amigo que yo le pellizco tiempo al tiempo para leer, que es la forma políticamente correcta de robar tiempo. En mi caso por se una madre intelectual que al tener 200 mil cosas por hacer y en qué pensar, no le queda más remedio que aprovechar los tres minutos de viaje en tranvía o la hora de música y de espera de mis hijos para leer... me he visto dibujada en tus palabras.
Un abrazo,
Ana Rosa

P.D. Gracias por visitar mi blog!!!

Vicente Fernández de Bobadilla dijo...

Un fenómeno relacionado con lo que cuentas, y que a mí me parece haber observado en los últimos tiempos, es que las herramientas de comunicación puestas a disposición del público son cada vez más breves. Primero tuvimos el fenómeno de los blogs; luego, pasamos a Facebook, que tiene una extensión limitada; y de ahí a Twitter, que tiene el tope de un SMS de los de antes. Así, los textos largos, que necesitan desarrollo y preparación tanto para crearlos como para leerlos, van desapareciendo, y su asimilación queda sólo para gente con la formación necesaria. Una formación, encima, que nadie nos impone, sino que cogemos por placer. Pero si el entorno social no invita a ello... ¿hacia dónde vamos?

Astrid Moix dijo...

Tienes toda la razón, Javier. Pero para eso están blogs como el tuyo que transmiten serenidad, aconsejan libros interesantes y nos recuerdan el placer que provoca la lectura, sin más, de los buenos textos.

Un saludo,

Nuria dijo...

El trabajo, las compras, la casa, la familia, los amigos, cosas pendientes en internet, el correo, el teléfono, citas médicas, cursos,....

Todo nos roba tiempo para poder destinar ese momento de tranquilidad en compañía de nuetsros libros. A veces me crea impotencia, pero lo veo inevitable.

Yo encuentro tiempo antes de dormir, me ayuda a desconectar, a relajarme, a evadirme, a viajar por las páginas de esa historia.

A lo largo del día, reconozco que no leo en las mismas condiciones.

Vivimos en un mundo acelerado ¿verdad?

Nuria dijo...

Me llevo el artículo prestado a FB.

Fernando López dijo...

Hola Javier:

Esa misma sensación que comentas la tengo yo. Puede ser que leamos mucho, pero cada vez más lo hacemos de forma urgente, no pausada. Creo que cada lectura merece su tiempo, ya sea un blog, un artículo, el periódico o un libro. En ese sentido hay que dedicarle la intensidad necesaria. Como norma ya hace muchos años leo antes de dormir (esa es mi hora de tranquilidad) como la de Nuria. Los fines de semana, reservo más tiempo, pero me gustaría poder dedicarle más tiempo.
Un saludo

Nuria dijo...

¿Sabéis? Uno de mis momentos favoritos de las tardes de verano es esa última hora, cuando el sol se vuelve anaranjado, huele a mar, me siento en el jardín de mis padres con Lúa a mis pies, y dejo que anochezca entre las páginas de mi libro...

Hum, me parece que me he puesto evocadora :-)

Javier García dijo...

Gracias Ana Rosa. Me gusta lo de pellizcar tiempo al tiempo. Me imagino que no es fácil ser madre y hacer mil cosas al mismo tiempo. En ese caso supongo que los tres minutos del tranvía te sabrán a gloria. Aún así, intentemos abrir un hueco propio a la lectura...

Un abrazo,

Javier

Javier García dijo...

Gracias Vicente. No sé exactamente adónde vamos, pero es cierto lo que dices. El entorno social y cultural en el que vivimos promueve lo rápido, lo breve y lo efímero, y la formación actual tampoco ayuda precisamente.

Pero bueno, tampoco hay que ser pesimistas. Esperemos que sea un fenómeno cíclico y vuelva todo a su cauce en algún momento. Ojalá.

Un abrazo!

Javier García dijo...

Astrid, estás invitada a un café en cuanto vengas por aquí. Y espero que tengas muchos buenos textos por leer para que los podamos comentar.

Un abrazo!

Javier García dijo...

Gracias Nuria. Con esa lista de cosas por hacer no me extraña que sea difícil buscar el hueco. Sí, vamos demasiado deprisa... Para mí también el rato de leer es en la cama antes de dormir. Puedo estar muy cansado pero necesito leer un par de páginas para liberar la cabeza y viajar a otros sitios como tú dices y vivir la vida de otros personajes.

En cuanto al momento de leer, de acuerdo que es fundamental. No sirve cualquier sitio para dejarse llevar por una historia. El tener el mar cerca, un sol anaranjado, un jardín y una perra preciosa a los pies es un privilegio que no tiene precio. Y los libros saben mucho, mucho mejor.

En cuanto a FB, no estoy seguro de si has cometido un acto de piratería intelectual pero por esta vez creo que haré la vista gorda...

Un abrazo!

Javier García dijo...

Gracias Fernando. Vamos como locos... deberíamos apuntarnos al Movimiento Slow y poder sacarle todo el jugo a la lectura que, despacio, sabe más rico.

Haces lo mismo que yo, antes de dormir y más tiempo, y más reposado los fines de semana. Sospecho que no somos muy originales.

Un abrazo!

Nuria dijo...

Por supuesto he mencionado fuente y autoría, espero que no me denuncies a Sinde :)

Anónimo dijo...

Recientemente leía en El País un artículo sobre cómo Internet y las redes sociales nos llevan hacia la superficialidad, movidos por las prisas.

Aún así, aunque no tuviera Internet, con la mier... horario laboral que tenemos en España, apenas llegas a casa, las labores habituales, los niños, la pareja... Como no coja esa hora tranquila a las 2 de la madrugada... :(

Yo reivindico mi hora para leer. ¡Ya!

Goizeder Lamariano Martín dijo...

Enhorabuena por esta entrada tan interesante. Creo que a todos los que amamos la literatura nos encantaría poder tener más tiempo para disfrutar de nuestra pasión, para leer sin preocuparnos de los agobios, las prisas, el reloj, las obligaciones... Mi chico y yo cada vez vemos menos la televisión y leemos más, especialmente los fines de semana. Pero también entre semana, preferimos tumbarnos en la cama a leer que perder el tiempo viendo la tele después de cenar. Saludos.

Asesino De Leyendas dijo...

A la lectura (y escritura) no hay que darle el tiempo que nos sobra sino el que nos falta, ambas son una complicidad absoluta, compinches, en secreto, para uno mismo. Tomando un café en una plaza es suficiente para vivir (leer) durante el día.

Saludos

Javier García dijo...

Nuria, creo que no te denunciaré. Al contrario, te debería pagar yo. Mil gracias por la promoción...!!

Javier García dijo...

Gracias Angel. Tienes toda la razón. Es algo que he notado desde que estoy aquí. Salvo los días de lío, hay vida por la tarde para hacer otras cosas.

Pero estoy contigo: reivindiquemos nuestra hora de leer en el próximo convenio colectivo!! Un saludo.

Javier García dijo...

Muchas gracias Goizeder. Estoy contigo, lo más inteligente es quitarse horas de televisión y tumbarse a leer. No hay nada igual. Un saludo.

Javier García dijo...

Cierto Gustavo, no se puede explicar mejor. No deberían ser horas reiduales sino horas dedicadas y, es verdad, donde dice hora de 'leer' podría decir hora de cualquier cosa. Pero es que en mi caso, también debería de estar escribiendo y, sin embargo, no lo consigo. Habrá que reivindicar también la 'hora de escribir'

Leer (vivir) con una taza de café es una delicia que no se paga con todo el oro del mundo.

Un saludo.

toni dijo...

Yo también soy de los que leen en la cama antes de dormir. Me he acostumbrado tanto que si no lo hago, acabo dando vueltas hasta las tantas sin poder pegar ojo.

El día está lleno de dispositivos de seguridad que impiden robarle un solo minuto.

Es curioso, pero la empresa en la que trabajo ha puesto una videoconsola en la sala de cafés para que sus empleados puedan "desconectar" unos minutos de la rutina diaria. Menuda iniciativa, ¿verdad?. No voy a negar que algún que otro día no apetezca echar una partida; pero, por qué no poner un buen sillón donde poder evadirse esos minutillos con una buena lectura.

LUISA M. dijo...

Me encanta tu propuesta: un tiempo para leer todos los días (o al menos 3 días a la semana).
Y que se extienda esta excelente idea cada día a más gente.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...