En cualquier relato, en cualquier novela, sea cual sea su género, el espacio donde transcurre la acción es tan importante en ocasiones como el perfil de sus personajes o el punto de vista del autor. En el caso de las dos novelas que hasta ahora ha publicado Domingo Villar, ese espacio se llama Galicia, no sólo en el sentido de representar una geografía concreta sino también una idiosincrasia (espero que no suene demasiado cursi) que lo convierten también en protagonista fundamental de la narración.
Como en la inmensa mayoría de las historias policiacas, en La playa de los ahogados también hay un muerto, esta vez un pescador, cuyo caso investigan el inspector de la comisaría de Vigo, Leo Caldas, y su ayudante, el aragonés Rafael Estévez. Ellos son, al igual que el paisaje, quizá el mayor atractivo de la novela, una especie de Sherlock Holmes y doctor Watson -como tantas otras parejas célebres de investigadores- a quienes Domingo Villar ha rebajado en esta segunda entrega de sus respectivas poses de inspector taciturno y ayudante impulsivo. Aunque en este punto no puedo resistirme a ilustrar los modales del segundo:
- ¡Qué mal de ojo ni qué cojones! -voceó indignado el aragonés mientras buscaba una servilleta en una mesa vecina-. Me ha escupido en el zapato.
Pero no menos importante es el caso, el cadáver del marinero que aparece una mañana flotando en la orilla de la playa de Panxón con las manos atadas. Villar ha hurdido una trama que gana en complejidad respecto a Ojos de agua y, por lo tanto, en emoción. Los capítulos, cortos, avanzan de forma lineal tanto en la investigación como en las historias paralelas que se bifurcan para complementar la principal. El resultado es una novela más trabajada, más completa y más redonda que se lee con verdadero interés. Si he de poner un único pero es la insistencia de Villar por empezar todos los capítulos con la definición que da el diccionario de una palabra contenida en el mismo: un sustantivo, un verbo o un adjetivo. En su primera novela resultó un recurso original; en ésta, un recurso forzado y algo cansino.En cualquier caso, si no habéis leído las dos novelas de Domingo Villar todavía estáis a tiempo de poneros al día, y la playa y el verano son dos circunstancias -espacial y temporal- muy propicias para hacerlo. Nosotros, en casa, ya esperamos el tercer caso del "mítico Leo Caldas", como nos referimos con cariño al inspector gallego.
P.D.- Quizá se trate del desenlace del reciente robo del Códice Calixtino, aunque es poco probable pues no corresponde a su jurisdicción, Vigo, sino a la de Santiago de Compostela, ni tampoco hay cadáver de por medio. Veremos.
6 comentarios:
No he leído ninguna de las dos obras de Domingo Villar, cosa a la que le voy a tener que poner remedio pronto porque me has dejado con ganas de conocer más de las andanzas de Leo Caldas.
Besotes!!!
Lei "Ojos de agua" y me encantó. Este todos dicen que está mejor. Ya me lo he comprado y en breve espero leérmelo! y como dices, el veranito es un momento de lo más adecuado, xD!
Saludos
Hola Margari,
Creo que te gustará. Engancha, está muy bien escrito y reconocerás y casi olerás Galicia mientras lees.
Un saludo.
Hola César,
No tengo que descubrirte nada pero a mí también me dijeron que este era mejor y yo diría más bien que es algo diferente. En cualquier caso merece mucho la pena. Ya me contarás.
Un saludo.
La novela pinta muy bien. Me gustan este tipo de historias, y además su título es bastante "llamativo".
Buena reseña.
Gracias Deigar,
Si te gusta la novela policiaca, no te defraudará. Además de la intriga de la trama, que engancha, es una novela "Made in Spain" muy bien escrita.
Un saludo.
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