Leo en La Gaceta de los Negocios que hace hoy 70 años de la desaparición de
Amelia Earhart, una aviadora americana que en los años treinta se hizo célebre por ser la primera mujer que cruzó el Atlántico en un vuelo en solitario. Fue un 20 de mayo de 1932, cinco años después del mítico vuelo de Charles Lindbergh. Y hace varios años que conocí la historia de esta aventurera americana a través de un artículo en National Geographic que intentaba determinar el lugar del accidente que le costó la vida y recuperar sus restos. Me encandiló aquella mujer pionera y atractiva nacida un 24 de julio de 1897 en Atchison (Kansas) que se dejó la vida en el intento de realizar una travesía alrededor del mundo a bordo de su avioneta Lockheed Electra.
La primera etapa le lleva de Honolulu a Oakland (California). Durante el despegue sufre un accidente y el avió resulta dañado. Después de la reparación, Amelia parte de Los Ángeles hacia Florida, con la única compañía de Noonan. De Miami se dirige a Puerto Rico. Luego recorren la costa de América del Sur, cruzan el Atlántico, sobrevuelan África y alcanzan el Mar Rojo. El viaje continúa hacia Karachi, en la India, con posteriores etapas en Calcuta, Rangoon, Bangkok, Singapur y Bandoeng, donde permanecen una semana y ella enferma de disentería. El 27 de junio parte para Darwin, en Australia, y dos días después alcanza Lae, en Nueva Guinea. Las fotos en el
Herald Tribune, que serán las últimas de Amelia Earhart, la muestran cansada y enferma. De allí parte el día 2 de julio de 1937, en medio de chubascos. Desde el despegue mantiene el enlace de radio con el guardacostas
US Itasca, que se encuentra en las proximidades de Howland, su lugar de destino. El barco recibe un mensaje informando de que creen estar sobrevolándolo pero sin lograr verlo y la noticia de que el combustible se está agotando. A las 20,14 horas, el
US Itasca recibe el último mensaje. El combustible alcanzaba para un máximo de 21 horas de vuelo. A las 21,30 dan por perdido el avión ycomienzan la búsqueda en las proximidades de la isla Howland. La operación cuenta con unos medios extraordinarios autorizados por el presidente Roosevelt, pero no hay rastaro de Earhart ni de Noonan. Su vida de aventurera, motor de su existencia, acaba a los 40 años en las aguas del Océano Pacífico.
Amelia Earhart has inspired generations of women to do things that had never been done by women before.