Pestañas

14 febrero, 2011

Libros en el camino

Libros en el camino
Hace tiempo escribí una entrada en este mismo blog que titulaba 'No consigo que lean'. Me refería a mis hijos y básicamente a mi rendición incondicional en el intento de que se aficionaran a la lectura y mi decisión de no volver a insistir: cuanto más se empeña uno en una cosa mayor rechazo produce, sobre todo a ciertas edades.

Han pasado algunos años y la situación no ha mejorado. A pesar de que nos han visto leer, de que siempre ha habido muchos libros en casa y de que, sin habernos podido morder del todo la lengua, de vez en cuando hemos insinuado con algún comentario las bondades de la lectura, el hábito de leer no ha arraigado en ellos.

Sin embargo, hace unos días que la espera ha dado, aparentemente, sus frutos. Decía yo entonces que "igual que se busca una novia y no se encuentra hasta un día en que, sin saber cómo ni por qué, se cruza en tu camino, así sucederá también -cuando menos lo busquen y lo esperen- con el libro que se cruce en sus vidas". Pues algo así ha debido suceder cuando se han topado con tres libros: El tiempo entre costuras, de María Dueñas, y Ojos de agua y La playa de los ahogados, de Domingo Villar; una novela histórico-romántica y dos novelas policíacas. La primera la leyó una de mis hijas y las otras, mi hijo. Lo más interesante fue el descubrimiento de mi hija, que creía estar viendo una película en la que ella misma ponía imágenes y cara a los actores, además de que estaba deseando retomar la lectura a cada poco.

Proceso mental
Hablando de imágenes, hay que decir que estos son tiempos difíciles para la lectura, especialmente para los jóvenes, acostumbrados a obtener la información a través de soportes audiovisuales. Decía el profesor Ramón Sarmiento, catedrático de Lengua de la Universidad Rey Juan Carlos, en el artículo '¿Qué leen los jóvenes?', (La Vanguardia), que "leer conlleva un proceso mental más costoso que visualizar imágenes, porque éstas pueden almacenarse pero no requieren de procesamiento y reflexión; por eso, la máxima 'una imagen vale más que mil palabras' es incierta; porque una imagen por sí misma es información ambigua, que no significa nada, ni requiere del pensamiento".

Sin duda es difícil, mucho, luchar contra la competencia de la televisión, los videojuegos, el ordenador, el deporte, la música y otra multitud de actividades seguramente más "sexys" para los jóvenes que la lectura.

Por lo tanto no puedo cantar victoria. Uno puede poner toda la ilusión en plantar una mata, abonar la maceta, ponerla entre sol y sombra, regar a poquitos, quitar las hojas malas, realizar todos los cuidados que cita el manual de jardinería; todo eso no valdrá de nada si la planta decide que no está cómoda y que no tiene intención de crecer. Quizá lo que he visto haya sido entonces un pequeño brote en la superficie, aunque espero que lo que realmente haya crecido hayan sido las raíces, que no se ven pero hacen a la planta más firme y robusta.

PD.- Gracias a María Dueñas y a Domingo Villar.

14 comentarios:

Goizeder Lamariano Martín dijo...

Me alegro mucho de que tus hijos hayan disfrutado con esas lecturas. No he leído ninguno de los tres libros, pero los tengo apuntados en mi lista de lecturas pendientes desde hace tiempo y algún día les llegará su turno. A mí me gusta leer desde pequeña, en mi casa siempre ha habido libros, a mi madre también le encanta, me leía ella y me compraba y regalaba libros, pero no siempre los padres pueden inculcar a los hijos la pasión por la lectura. Saludos.

http://mivozmipalabra.blogspot.com/ dijo...

Pues voy a aprovechar que estoy en Madrid para comprarme los libros que mencionas.
Un abrazo,
Ana Rosa

Nuria dijo...

Cuando los niños ven que en su entorno se lee, es fácil que adopten ese hábito de una manera más fácil, pero no es garantía... hasta que, como bien dices, un día, un libro y su historia se cruza en su camino, y descubren el inmenso placer de zambullirse en una historia ajena a través de sus páginas.

Por mi parte, seguro que intuyes mi sonrisa al ver que dos de las obras de Domingo Villar han sido "culpables" :-)

A nivel personal, siempre recuerdo mi infancia rodeada de libros, y la imagen de mi padre con uno en la mano. Quizás por eso, ahora que veo a mis sobrinos aficionados a los cuentos propios de su edad, les miro y deseo con todas mis fuerzas que cuando aprendan pueda compartir ese gran descubrimiento, y alimentarlo si a lo largo de los años siguen apasionándose por los libros.

Me ha gustado mucho la entrada, y la foto que la acompaña, no sé si es personal o encontrada en internet.

Asesino De Leyendas dijo...

Debo dar gracias a mis padres, él, profesor de Matemáticas, ella, profesora de Historia, el haberme inculcado la lectura, no es garantía de nada, tengo dos hermanas que leen bastante de temas de su profesión, creo ser el descarriado que lee novelas pero no mucho temas de mi profesión.

Trato que mi hijo lea o por lo menos se familiarice con libros (tiene 5 años) y sabe que termina uno y le comrpo otro, ya tiene su minibiblioteca

No queda más que la esperanza y seguir regando ese arbolito de la curiosidad con lecturas buenas

Un gran saludo

Fernando López dijo...

Hola javier:

Si hay algo por lo que amo los libros es porque dejan espacio a la imaginación, al pensamiento. Uno recrea e interpreta lo leido y cuando se experimenta eso (como le pasó a tu hija) ya no hay forma de pararlo. Así que creo que poco a poco se irá aficionando.

Un saludo

Javier García dijo...

Goizeder / Ana Rosa,
Los tres libros merecen la pena, aunque siendo sincero yo sólo he leído uno (Ojos de agua). Los otros dos están en lista de espera. Los comentaremos.
Un saludo y siempre gracias por pasar por La Palabra Infinita.

Javier García dijo...

Nuria, tú has sido totalmente responsable y culpable de que hayamos descubierto a Domingo Villar y al -como nosotros ya le llamamos en casa- "mítico Leo Caldas". Nos hemos reído mucho y hemos ido comentando "jugadas" mientras lo leíamos unos y otros, aunque todavía está prohibido que me cuenten nada de La playa de los ahogados.
Así que muchas gracias por el descubrimiento.
En cuanto a sus lecturas, en el fondo soy optimista. No se puede forzar la máquina pero sé que pasarán muy buenos momentos en compañía de los libros, lo mismo que les pasará seguro a tus sobrinos.
Y me alegro de que te gustara la entrada y la foto, que encontré en Internet. Si haces click verás hasta el título del libro. A mí me gustó mucho y quiero creer, no sé exactamente por qué, que acompaña bien al texto.
Saludos.

Javier García dijo...

Gustavo, aunque sea difícil saber si hay algo genético en el amor por la lectura, yo creo que tú juegas con ventaja. Al menos siempre es muy importante el ejemplo, tal como tú se lo das ahora a tu hijo.
Como tú dices, tendremos que seguir regando el arbolito para que vayan creciendo los frutos.
Un fuerte abrazo.

Javier García dijo...

Hola Fernando,
Totalmente cierto. Lo que no hacen el cine y la televisión, que te lo dan todo hecho, lo hacen los libros, que es forzarte a imaginar y recrear en tu mente lo que lees. Y eso me parece un fantástico ejercicio de creatividad. Como le decía a Nuria, soy optimista. Seguro que en algún momento les picará del todo el veneno de la lectura y no podrán parar.
Un abrazo.

Al calor de los libros dijo...

En casa tanto mi marido como yo somos buenos lectores, por todas partes hay libros. Mis hijas han crecido en ese ambiente, pero desde pequeñas una devoraba lecturas y la otra muy poco (y eso que son mellizas), nunca las he forzado, pero senté la base. Además durante su etapa de Primaria estuve en un grupo de animación lectora en su colegio y actualmente continuan viéndome en su biblioteca. Ahora con casi 15 años,la menos lectora está empezando a engancharse, con los de Moccia, pero por algo se empieza. Yo estoy satisfecha y contenta de verlas tiradas sobre la cama leyendo.
Un abrazo

Josep Julián dijo...

Hola Javier:
Llego a tu blog de la mano de Fernando López y tu artículo me ha dado mucho que pensar. Es duro ver cómo los gustos de los hijos no coinciden con los de los padres incluso en el caso de que esos gustos sean buenos en sí mismos, como la lectura. Y por eso satisface tanto cuando sin hacer "nada por ello" son ellos mismos los que se aficionan por su cuenta. Ya sabes, por mucho que nos empeñemos, un embarazo dura nueve meses y me temo que eso es aplicable a un sinfín de cosas.
Un saludo.

Javier García dijo...

Gracias Blanca por compartir tu experiencia que, en el caso de tus hijas mellizas -en absoluta igualdad de condiciones- han desarrollado aptitudes distintas.

Es curioso lo que cuentas sobre los libros de Moccia. Sé que efectivamente muchos chavales se han introducido con sus libros en la lectura, pero aún así, a nosotros no nos ha parecido el mejor contenido para empezar, aunque a lo mejor estemos perdiendo una maravillosa oportunidad.

La verdad es que nunca sabes cómo acertar.

Me alegro de que veas a tus hijas leer.

Un abrazo.

Javier García dijo...

Hola Josep,

Gracias por pasarte por aquí y gracias a la mano de Fernando...

Es cierto que no se consigue nada por más que uno se empeñe. Por eso ya estamos en la fase de dejar que la naturaleza actúe por sí misma. Lo que había que hacer, sembrar un poco con el ejemplo, ya lo hicimos y lo seguimos haciendo.

Un abrazo.

María dijo...

Como profe de lengua...se intenta todo lo que se puede. ¿Cómo? leyendo a los clásicos en voz alta. Te cuento: ¿Cómo fue la boda de las hijas del Cid? -estamos en el !hola!-¿Qué le pasó a la mujer brava del Don Juan Manuel ? !Cómo suspiramos con Salinas "yo quiero uno que me quiera así" y , desde luego al don Juan:
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas,
y un hora para olvidarlas.
Al público femenino le pareció un auténtico canalla.
Supongo que ya lo has leído "Como una novela" de Daniel Pennac..."el verbo leer no admite el imperativo: sube a tu cuarto y lee. ¿Resultado? Nada."
Si no te la has leído...a por ella.

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