Hotel Aultre Naray, Asturias |
Hace unos diez años que Ana y yo pasamos unos días en un pequeño hotel rural en Peruyes (Cangas de Onís), una localidad en la sierra de la Enclava, en Asturias, a los pies de los Picos de Europa.
Uno de esos lugares donde uno piensa que podría haber estado el paraíso, como un lienzo pintado en tonos verdes y grises sobre el que descansar la vista y el espíritu. Pero cuando llegamos a la perplejidad ante el paisaje se unió la sorpresa por el encanto del alojamiento. El Hotel Aultre Naray fue precisamente el origen de la denominación que luego se ha hecho tan familiar en España de "hoteles con encanto", que popularizaron Isabel Llorens y Carlota Mateos al crear el sello de calidad 'Rusticae' y crear una red con este tipo de hoteles diferentes.
Pero de aquel hotel recuerdo con especial cariño su pequeña biblioteca. Allí elegí para leer un libro fino y amarillo de Anagrama: Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi. Después de nuestras excursiones y paseos volvíamos a descansar en las butacas de aquel confortable salón con un libro en la mano. Era nuestra hora de leer.
Ha pasado tanto tiempo que apenas recuerdo algunos retazos de la historia de Tabucchi, pero lo que no puedo olvidar es el gozo con el que leí y disfruté de aquellas páginas, eso que ahora en otros ámbitos alguno llamaría pomposamente la "experiencia de usuario" del lector. Porque descubrí a un gran escritor y porque aquella novela siempre quedará unida al recuerdo de un espacio y un momento muy especiales, totalmente distinto y probablemente superior al que hubiera tenido leyéndolo en circunstancias normales. Por eso creo que no sólo es importante lo que leemos, sino dónde y cuándo lo hacemos, pues el poso que deja en nosotros la lectura puede variar como cambia un paisaje del día a la noche.
Aquella novela de Tabucchi será siempre para mí un libro con encanto, inseparable de la vista del salón que se abría a los Picos de Europa, de los panecillos caseros del desayuno, de los paseos por la playa de Ribadesella y de sus casas de indiano, de nuestra absoluta entrega al queso de Cabrales y la sidra, o del verde de los pastos y el gris de las nubes que acompañaban al rumor del río Sella.
PD.- Este fue el mío, pero también me encantaría saber dónde y cuándo leíste tu propio libro con encanto.