Empiezo una nueva historia, un nuevo libro que comienza así:
"The infant Thomas W. Just was born on July 2, 1947, to much happiness and many pictures of his mother smiling down at him. It was the day before the octopus left the water, walked on all eight legs across land and into Seal Cave. Sometimes young people made love in that cave. Sometimes boys scaped school and smoked cigarrettes there".
Ilustración de artpaw.
Pestañas
16 noviembre, 2008
12 noviembre, 2008
Eduardo Arranz-Bravo
Nunca pensé que llegaría a celebrar el Día de los Veteranos en Nueva York (celebrar significa no ir a trabajar), pero mucho menos que aprovechando la fiesta para visitar alguna galería de arte en el Soho, entraría en una (Franklin Bowles Galleries) donde precisamente se expone la obra de un pintor español: Eduardo Arranz-Bravo ("Life is not so bad").
A mi pregunta de dónde era el pintor, el encargado de la galería (que se aprestó a mostrarme la lista de precios e introducirme en su obra), me contestó que de Cataluña. Ingenuamente le contesté que yo también era español pero que -lo dije con algo de vergüenza por mi ignorancia- nunca había oído hablar de él.
Como se puede leer en el catálogo: "Like all the Catallan masters who preceed him -Dalí, Picasso, Miró, Gaudí, Tàpies- the talent of Arranz-Bravo combines technical virtuosity and hard work with an irrepressible passion for change and innovation".
A mi pregunta de dónde era el pintor, el encargado de la galería (que se aprestó a mostrarme la lista de precios e introducirme en su obra), me contestó que de Cataluña. Ingenuamente le contesté que yo también era español pero que -lo dije con algo de vergüenza por mi ignorancia- nunca había oído hablar de él.
Como se puede leer en el catálogo: "Like all the Catallan masters who preceed him -Dalí, Picasso, Miró, Gaudí, Tàpies- the talent of Arranz-Bravo combines technical virtuosity and hard work with an irrepressible passion for change and innovation".
11 noviembre, 2008
And he won
The New York Times publica hoy un curioso artículo acerca del poder de las nuevas redes sociales y su uso en la política, en concreto en la última campaña electoral en Estados Unidos, con un título inequívoco de: "How Obama Tapped Into Social Networks’ Power".
Es muy ilustrativa y curiosa la historia que cuenta uno de los entrevistados en el artículo sobre qué formas de comunicación emplearon a lo largo de la historia varios de los candidatos a la presidencia del país para ganar las elecciones:
“Thomas Jefferson used newspapers to win the presidency, F.D.R. used radio to change the way he governed, J.F.K. was the first president to understand television, and Howard Dean saw the value of the Web for raising money,” said Ranjit Mathoda, a lawyer and money manager who blogs at Mathoda.com. “But Senator Barack Obama understood that you could use the Web to lower the cost of building a political brand, create a sense of connection and engagement, and dispense with the command and control method of governing to allow people to self-organize to do the work.”
(... ...)
“When you think about it, a campaign is a start-up business,” Mr. Mathoda said. “Other than his speech in 2004 at the convention and his two books, Mr. Obama had very little in terms of brand to begin with, and he was up against Senator Clinton, who had all the traditional sources of power, and then Senator McCain. But he had the right people and the right idea to take them on. When you think about it, it was like he was going up against Google and Yahoo. And he won.”
Es muy ilustrativa y curiosa la historia que cuenta uno de los entrevistados en el artículo sobre qué formas de comunicación emplearon a lo largo de la historia varios de los candidatos a la presidencia del país para ganar las elecciones:
“Thomas Jefferson used newspapers to win the presidency, F.D.R. used radio to change the way he governed, J.F.K. was the first president to understand television, and Howard Dean saw the value of the Web for raising money,” said Ranjit Mathoda, a lawyer and money manager who blogs at Mathoda.com. “But Senator Barack Obama understood that you could use the Web to lower the cost of building a political brand, create a sense of connection and engagement, and dispense with the command and control method of governing to allow people to self-organize to do the work.”
(... ...)
“When you think about it, a campaign is a start-up business,” Mr. Mathoda said. “Other than his speech in 2004 at the convention and his two books, Mr. Obama had very little in terms of brand to begin with, and he was up against Senator Clinton, who had all the traditional sources of power, and then Senator McCain. But he had the right people and the right idea to take them on. When you think about it, it was like he was going up against Google and Yahoo. And he won.”
09 noviembre, 2008
Giorgio Morandi
Nunca antes había oido hablar de este pintor italiano, Giorgio Morandi, y fue todo un descubrimiento. The Metropolitan Museum of Art (MET) de Nueva York ha organizado por primera vez en Estados Unidos una exposición que reune una buena muestra del pintor que por lo que he sabido después fue algo así como un pintor 'silencioso' y fuera del circuito de otros habituales como pudieron ser, entre otros, Pablo Picasso. Morandi, que nació en Bolonia en 1860 y murió en 1964 en la misma ciudad que raramente abandonó, es considerado en su país como uno de los mejores pintores italianos del siglo XX. Bolonia es también la ciudad que acoge el propio Museo Morandi.
"He was exceptionally tall, thoughtful, and soft spoken, and notwithstanding his low-key public profile—Morandi agreed to only two published interviews, both toward the end of his life—his paintings came to be known and in demand throughout Europe and North and South America".
La pintura de Morandi es de una sorprendente sencillez, pero sólo aparente, y de una temática recurrente en muchos casos: bodegones de botes, cajas, jarrones y botellas que parecen tener alma propia (natura morta).
"He was exceptionally tall, thoughtful, and soft spoken, and notwithstanding his low-key public profile—Morandi agreed to only two published interviews, both toward the end of his life—his paintings came to be known and in demand throughout Europe and North and South America".
La pintura de Morandi es de una sorprendente sencillez, pero sólo aparente, y de una temática recurrente en muchos casos: bodegones de botes, cajas, jarrones y botellas que parecen tener alma propia (natura morta).
02 noviembre, 2008
The Seagull
Otra vez Chéjov, pero esta vez Nueva York (Walter Kerr Theater) y una actriz deslumbrante como Kristin Scott Thomas, para la representación de "The Seagull" (La Gaviota). Es cierto que ver una obra en otra lengua que no dominas es un inconveniente importante pero aún así fueron dos horas inolvidables. Un escenario escueto pero repleto de vida y una estrella brillando en el papel de Irina Arkadina, Kristin Scott Thomas. Me declaro admirador suyo desde que la vi en "El paciente inglés", y verla en directo, esuchar su voz y saborear su actuación, ha sido un regalo impagable.
20 octubre, 2008
Three cups of tea
Alterné la lectura accidentada de 'Cementerio de pianos' con la lectura de un libro en inglés con la intención de reforzar el idioma. Bueno, pues he terminado de leer 'Three cups of tea' (Penguin Books, 2007) que compré por Internet después de ver una publicidad en la web de The New York Times. Y lo que empezó como un ejercicio práctico de idioma ha concluido como una sorpresa muy interesante, no sólo por la satisfacción de haber leido mi primer libro en inglés sino también por la forma en que está escrito y, lo más importante en este caso, por la historia real que contiene.
Este New York Times Bestseller está escrito por su protagonista, Greg Mortenson, y por el periodista David Oliver Relin, y relata la aventura de Mortenson que tras el fracaso en la ascensión del K2 en el noroeste de Pakistán, descubre que los niños de las remotas aldeas de aquella región no tienen donde recibir su educación escolar. Ese es el punto de partida de su lucha por financiar y construir escuelas en Pakistán y Afganistán.
"Here (in Pakistan and Afghanistan), we drink three cups of tea to do business; the first you are a stranger, the second you become a friend, and the third, you join our family, and for our family we are prepared to do anything, even die".
Haji Ali, Korphe Village Chief, Karakoam Mountains. Pakistan.
Leer este libro, aún con las dificultades del idioma, me ha regalado tres cosas: en primer lugar, la admiración por la tenacidad, la entrega y la generosidad del personaje frente a los que vivimos instalados en la comodidad de nuestras vidas, incapaces de hacer algo por los demás. En segundo lugar, la curiosidad que precisamente ha despertado en mí conocer algo más sobre esos dos países, Pakistán y Afganistán, desde hace varios años sumidos en la pobreza, el terror y la guerra. Y, en tercer lugar, el inmenso valor -hasta hacer de ello la herramienta más poderosa- que Greg Mortenson concede a la educación de los más jóvenes, y sobre todo de las niñas, para luchar contra la ignorancia, que es el origen de la pobreza y de la violencia en aquella región.
Me pregunto qué será ahora, cuando ha vuelto la peadilla de la guerra, de los niños de aquellas pequeñas aldeas donde Greg Mortenson levantó escuelas y despertó la ilusión por un futuro mejor.
Este New York Times Bestseller está escrito por su protagonista, Greg Mortenson, y por el periodista David Oliver Relin, y relata la aventura de Mortenson que tras el fracaso en la ascensión del K2 en el noroeste de Pakistán, descubre que los niños de las remotas aldeas de aquella región no tienen donde recibir su educación escolar. Ese es el punto de partida de su lucha por financiar y construir escuelas en Pakistán y Afganistán.
"Here (in Pakistan and Afghanistan), we drink three cups of tea to do business; the first you are a stranger, the second you become a friend, and the third, you join our family, and for our family we are prepared to do anything, even die".
Haji Ali, Korphe Village Chief, Karakoam Mountains. Pakistan.
Leer este libro, aún con las dificultades del idioma, me ha regalado tres cosas: en primer lugar, la admiración por la tenacidad, la entrega y la generosidad del personaje frente a los que vivimos instalados en la comodidad de nuestras vidas, incapaces de hacer algo por los demás. En segundo lugar, la curiosidad que precisamente ha despertado en mí conocer algo más sobre esos dos países, Pakistán y Afganistán, desde hace varios años sumidos en la pobreza, el terror y la guerra. Y, en tercer lugar, el inmenso valor -hasta hacer de ello la herramienta más poderosa- que Greg Mortenson concede a la educación de los más jóvenes, y sobre todo de las niñas, para luchar contra la ignorancia, que es el origen de la pobreza y de la violencia en aquella región.
Me pregunto qué será ahora, cuando ha vuelto la peadilla de la guerra, de los niños de aquellas pequeñas aldeas donde Greg Mortenson levantó escuelas y despertó la ilusión por un futuro mejor.
14 octubre, 2008
Hispanic Society
Tuve la oportunidad hace unos días de asistir a la cena anual que celebra en Nueva York The Hispanic Society of America y, al día siguiente, a una visita para conocer su colección de arte.
"Fascinado por la cultura española cuando contaba doce años, Archer Huntington (1870-1955) empezó a estudiar español a los catorce, y a los diecinueve ya había manifestado su deseo de fundar un "museo español". Con un entusiasmo cada día mayor, Huntington se consagró a crear una institución que abarcase todos los aspectos de la cultura hispánica. En busca de ese objetivo inició su colección con libros raros y manuscritos españoles; les siguieron los objetos de artes decorativas, y finalmente las pinturas y esculturas, todo cuanto ahora llena las salas de The Hispanic Society of America".
Fue un descubrimiento ver la colección de un hombre enamorado de España a tantos kilómetros de distancia y con unos fondos realmente magníficos: Goya y su 'Retrato de la Duquesa de Alba'; El Greco y la 'Sagrada Familia'; Antonio Moro y su 'Retrato del Duque de Alba'; o las maravillosas obras de Joaquín Sorolla, cuya colección de 'Las Regiones de España' (1911-1919) recorre ahora varias ciudades españolas en espera de regresar a la sala donde se expone habitualmente en Nueva York y que actualmente se encuentra en obras de acondicionamiento.
Pero además de la impresión que me produjo la fascinación de un americano de principios del siglo XX por mi país, España, y la modestia aparente de la sede de una institución tan reputada como la Hispanic Society, fue el retrato absolutamente sorprendente de otro genial pintor del Siglo de Oro español, Diego Velázquez: 'Retrato de una niña', probablemente su nieta. Sólo su contemplación merece la visita.
"Fascinado por la cultura española cuando contaba doce años, Archer Huntington (1870-1955) empezó a estudiar español a los catorce, y a los diecinueve ya había manifestado su deseo de fundar un "museo español". Con un entusiasmo cada día mayor, Huntington se consagró a crear una institución que abarcase todos los aspectos de la cultura hispánica. En busca de ese objetivo inició su colección con libros raros y manuscritos españoles; les siguieron los objetos de artes decorativas, y finalmente las pinturas y esculturas, todo cuanto ahora llena las salas de The Hispanic Society of America".
Fue un descubrimiento ver la colección de un hombre enamorado de España a tantos kilómetros de distancia y con unos fondos realmente magníficos: Goya y su 'Retrato de la Duquesa de Alba'; El Greco y la 'Sagrada Familia'; Antonio Moro y su 'Retrato del Duque de Alba'; o las maravillosas obras de Joaquín Sorolla, cuya colección de 'Las Regiones de España' (1911-1919) recorre ahora varias ciudades españolas en espera de regresar a la sala donde se expone habitualmente en Nueva York y que actualmente se encuentra en obras de acondicionamiento.
Pero además de la impresión que me produjo la fascinación de un americano de principios del siglo XX por mi país, España, y la modestia aparente de la sede de una institución tan reputada como la Hispanic Society, fue el retrato absolutamente sorprendente de otro genial pintor del Siglo de Oro español, Diego Velázquez: 'Retrato de una niña', probablemente su nieta. Sólo su contemplación merece la visita.
12 octubre, 2008
Cementerio de pianos
Hay libros que una recuerda no sólo por lo que leyó sino por dónde y en qué circunstancia lo hizo. Normalmente porque acompañaron y ayudaron a extraer lo mejor de la lectura: quizá un paisaje, una estancia especial, unos días o unas noches distintos, una compañía determinada, cualquier cosa.
Con la lectura de "Cementerio de pianos" (El Aleph Editores, 2007), del escritor portugués José Luís Peixoto, me ha pasado exactamente lo contrario. Las circunstancias, y principalmente la falta de tiempo, me han impedido saborear de verdad la novela que no sólo por su inicio ("Cuando empecé a enfermar, pronto supe que iba a morir") merecería otra relectura. No es una novela fácil, pero leerla a saltos no ayuda exactamente. Es una novela muy bien escrita -intimista-, y mucho mejor de lo que yo he podido llegar a apreciar. Debería volver a leerla algún día en otras circunstancias, su autor sí lo merece. ¿En un rincón cerca de una gran ventana? Quizá.
"Ya habían nacido todos nuestros hijos, podíamos estar acostados en la cama, desnudos, podíamos acabar de hacer el amor y uno de nosotros se acordaba de preguntar cuál de nosotros moriría primero. Entonces pensábamos también en nuestros hijos. Nos iba a costar mucho dejarlos, dudábamos de que fueran capaces de arreglárselas solos, teníamos miedo de que no fueran capaces, de que nos necesitasen y no estuviésemos allí".
Con la lectura de "Cementerio de pianos" (El Aleph Editores, 2007), del escritor portugués José Luís Peixoto, me ha pasado exactamente lo contrario. Las circunstancias, y principalmente la falta de tiempo, me han impedido saborear de verdad la novela que no sólo por su inicio ("Cuando empecé a enfermar, pronto supe que iba a morir") merecería otra relectura. No es una novela fácil, pero leerla a saltos no ayuda exactamente. Es una novela muy bien escrita -intimista-, y mucho mejor de lo que yo he podido llegar a apreciar. Debería volver a leerla algún día en otras circunstancias, su autor sí lo merece. ¿En un rincón cerca de una gran ventana? Quizá.
"Ya habían nacido todos nuestros hijos, podíamos estar acostados en la cama, desnudos, podíamos acabar de hacer el amor y uno de nosotros se acordaba de preguntar cuál de nosotros moriría primero. Entonces pensábamos también en nuestros hijos. Nos iba a costar mucho dejarlos, dudábamos de que fueran capaces de arreglárselas solos, teníamos miedo de que no fueran capaces, de que nos necesitasen y no estuviésemos allí".
09 octubre, 2008
Adiós a The New Yor Sun
El 30 de septiembre pasado salía a la calle por última vez el diario 'The New York Sun', después de seis años y medio de vida. Que un periódico cierre siempre es una mala noticia. Y como decía el propio diario en su último editorial "begining a new daily newspaper in New York was an optistic project". Un optimismo parecido al que unos párrafos más abajo, a pesar de la tristeza del cierre, mostraba sorprendentemente el periódico:
"So while this is a sad day for the Sun's editors and employees and readers and backers, and warrisome day and month for those many, many New Yorkers whose fortunes are tied to the financial markets, we end this project marveling at what a land of opportunity America is and what an open and dinamic city New York is".
"(...) We can only hope that some day in the future our own record will inspire some new generation of newspapermen and women with dreams to pick up the flag that today we put down".
05 octubre, 2008
Argumento y estilo
Robert Saladrigas, en una recensión de 'Mañana', una novela de Graham Suit (Londres, 1949) en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, explica de una forma meridiana algo que me parece importantísimo a la hora de escribir, precisamente lo que hace difícil escribir bien, la forma de narrar:
"Afirmar que la trama de una novela está siempre por debajo de la forma de narrarla debería ser una obviedad aunque diste de serlo. Lo ideal es que argumento y estilo se complementen hasta persuadirnos de que la historia sólo podía ser contada de aquella manera".
30 septiembre, 2008
Cedric Eibeinder
29 septiembre, 2008
Born in 1962
Supe de la muerte de David Foster Wallace porque leí la noticia en un pequeño sumario del periódico. No le conocía, no había leído nunca nada suyo pero sabía que era escritor. Ni siquiera sabía su edad ni conocía su apariencia. Al domingo siguiente, en un artículo del suplemento 'Week in Review' del The New York Times me enteré de la razón de su muerte y de su edad: "The temptation to regard Mr. Wallace's suicide last weekend as anything other than a private tragedy must be resisted".
David Foster Wallace se había suicidado. Tenía 46 años y había nacido en 1962 (born in 1962). Yo también nací en ese año. Sólo pensé en qué es lo que puede llevar a un hombre a quitarse la vida, y sólo se me ocurre que es el resultado de una terrible enfermedad que acaba con quien la padece, como si fuera un infarto o un cáncer instantáneo.
"Mr. Wallace was the kind of literary figure whose career was emblematic of his age. He may not have been the most famous novelist of his time, but more than anyone else, he exemplified and articulated the defining anxieties and attitudes of his generation".
David Foster Wallace escribió su primera novela a los 24 años -'The Broom of the System'- con la que obtuvo un gran éxito, aunque su éxito definitivo llegó con 'La broma infinita' (Infinite Jest, 1996), una novela de culto de más de mil páginas.
What am I going to say? How am I going to say it?
Pero lo que más me llamó la atención del artículo que escribe A. O. Scott fue lo siguiente:
"But he was not only preoccupied with staking out a position in relation to other writers. Again and again, he returned to a basic, perhaps the basic, philosophical question facing anyone with a blanck screen and a story to tell. What am I going to say? How am I going to say it? It's never an easy question, but perhaps no one illustrated its difficulty with so much energy, good humor and conceptual rigor".
27 septiembre, 2008
Al final del verano
Fue ayer, tras un verano insólito para mudar la casa, la morada y la piel rumbo al oeste -a la otra orilla del Atlántico-, al oeste también de la ciudad (Upper West Side), cuando volví a la lectura de ese libro cuyo comienzo dejé en el post anterior.
Y aquí es donde empecé a leer, mediada la página 182:
"Casi al final del verano, Marta tenía pocos meses. Mi mujer le daba el pecho. Marta cerraba los ojos y era inocente. Yo me quedaba al otro lado de la cocina, viéndolas. Casi al final del verano, yo vivía, estaba completamente vivo, pero mi corazón estaba separado de mí, daba el pecho y era inocente, al otro lado de la cocina".
Y aquí es donde empecé a leer, mediada la página 182:
"Casi al final del verano, Marta tenía pocos meses. Mi mujer le daba el pecho. Marta cerraba los ojos y era inocente. Yo me quedaba al otro lado de la cocina, viéndolas. Casi al final del verano, yo vivía, estaba completamente vivo, pero mi corazón estaba separado de mí, daba el pecho y era inocente, al otro lado de la cocina".
26 junio, 2008
Supe que iba a morir
Comienzo una nueva novela cuya primera frase dice así:
"Cuando empecé a enfermar, pronto supe que iba a morir".
¿Qué me aguarda en las trescientas páginas restantes?
"Cuando empecé a enfermar, pronto supe que iba a morir".
¿Qué me aguarda en las trescientas páginas restantes?
25 junio, 2008
Viejas historias y cuentos completos
Termino de leer este volumen de 'Viejas historias y cuentos completos' de Miguel Delibes (Menoscuarto Ediciones, Palencia 2006), prologado por Gustavo Martín Garzo. Es un conjunto de textos que, como afirman los editores, "Miguel Delibes dedicó a los géneros del cuento, las historias y la novela corta y que hasta ahora nunca habían aparecido formando una unidad independiente". En este libro están todas las esencias de Delibes: el amor por la naturaleza y "el desamparo, la orfandad radical de los hombres".
"El páramo es una inmensidad desolada, y el día que en el cielo hay nubes, la tierra parece cielo y el cielo la tierra, tan desamueblado e inhóspito es" (La pimpollada del páramo).
"- La vida es eso. Unos viven para enterrar a los otros que se mueren. Lo malo será para el que muera el último" (La mortaja).
En estos párrafos de 'Los nogales' el lenguaje y los vocablos que utiliza Delibes son una auténtica delicia:
"Sus manos, a pesar de los años, seguían precisas y rápidas. En pocos minutos, docenas de nueces, mondas como pequeños cráneos, se apilaban a su derecha, y un montón de conchos, apenas magullados , a su izquierda. El concho se empleaba luego para abonar las berzas y los espárragos". (...) "Después , al caer el sol, escucaba los frutos y, a la amanecida, los tendía amorosamente en la solana y les daba vuelta cada dos horas. Eran nueces mollares, pajariteras, que se cotizaban en el mercado; apenas tenían bizna y los escueznos eran rígidos y sabrosos".
"El páramo es una inmensidad desolada, y el día que en el cielo hay nubes, la tierra parece cielo y el cielo la tierra, tan desamueblado e inhóspito es" (La pimpollada del páramo).
"- La vida es eso. Unos viven para enterrar a los otros que se mueren. Lo malo será para el que muera el último" (La mortaja).
En estos párrafos de 'Los nogales' el lenguaje y los vocablos que utiliza Delibes son una auténtica delicia:
"Sus manos, a pesar de los años, seguían precisas y rápidas. En pocos minutos, docenas de nueces, mondas como pequeños cráneos, se apilaban a su derecha, y un montón de conchos, apenas magullados , a su izquierda. El concho se empleaba luego para abonar las berzas y los espárragos". (...) "Después , al caer el sol, escucaba los frutos y, a la amanecida, los tendía amorosamente en la solana y les daba vuelta cada dos horas. Eran nueces mollares, pajariteras, que se cotizaban en el mercado; apenas tenían bizna y los escueznos eran rígidos y sabrosos".
19 junio, 2008
La Corona de Laurel
Una cita profesional en la Asociación de la Prensa de Madrid -de la que soy socio desde hace muchos años- me proporcionó un regalo inesperado y dedicado: 'La Corona de Laurel' (Periodistas en la Real Academia Española) de Bernardino M. Hernando, editado por la propia APM (Madrid, 2007).
Como dice el autor en su "declaración de intenciones", "el ambiguo y florido título de este libro, 'La Corona de Laurel', queda aclarado por el notarial subtítulo, 'Periodistas en la Real Academia Española'. El recorrido descriptivo y crítico que pretendemos nos llevará inevitablemente a la historia española de los tres últimos siglos, a la historia del periodismo y a la de la propia Academia. Huelga asegurar que no se nos pasa por la cabeza tarea tan ciclópea como la de engarzar estas tres historias. Este libro no es una historia de España ni del periodismo ni tampoco de la Real Academia Española (RAE)".
Como dice el autor en su "declaración de intenciones", "el ambiguo y florido título de este libro, 'La Corona de Laurel', queda aclarado por el notarial subtítulo, 'Periodistas en la Real Academia Española'. El recorrido descriptivo y crítico que pretendemos nos llevará inevitablemente a la historia española de los tres últimos siglos, a la historia del periodismo y a la de la propia Academia. Huelga asegurar que no se nos pasa por la cabeza tarea tan ciclópea como la de engarzar estas tres historias. Este libro no es una historia de España ni del periodismo ni tampoco de la Real Academia Española (RAE)".
18 junio, 2008
Retrogusto literario
"Los catadores de vino expertos suelen hablar del retrogusto que dejan en la boca, al fondo del paladar, algunos vinos de superior añada. También a los buenos lectores los mejores libros nos dejan en la memoria y la imaginación un retrogusto de personajes, situaciones y metáforas que merecen paladeo cautivado e incluso rumia. Decimos, cuando un libro nos gusta, que lo hemos leído “lamentando que fuera a acabarse”. Pero esas obras en realidad nunca se acaban: vuelven y se revuelven en nosotros, se mezclan con los delicados residuos dejados por otras, se combinan y transforman…. Sin decir adiós del todo".
Esto es lo que dice Fernando Savater al comienzo de su crítica en Babelia a ’Vidas paralelas’ (Edit. Belacqua. Barcelona, 2008), un ensayo de Javier Mina. No puede estar mejor traida esa comparación para expresar la sensación que deja en algún rincón del cerebro y del corazón, el gusto por la buena literatura. Un buen libro, acompañado de un buen vino, es algo para gozar intensamente. Y hay algunos libros que, como los buenos vinos, sin duda también mejoran en nuestra memoria con el paso del tiempo.
Esto es lo que dice Fernando Savater al comienzo de su crítica en Babelia a ’Vidas paralelas’ (Edit. Belacqua. Barcelona, 2008), un ensayo de Javier Mina. No puede estar mejor traida esa comparación para expresar la sensación que deja en algún rincón del cerebro y del corazón, el gusto por la buena literatura. Un buen libro, acompañado de un buen vino, es algo para gozar intensamente. Y hay algunos libros que, como los buenos vinos, sin duda también mejoran en nuestra memoria con el paso del tiempo.
17 junio, 2008
Primavera con una esquina rota
Era mi primer contacto con Mario Benedetti y confieso que tenía menos expectativas con la lectura de 'Primavera con una esquina rota' (Edit. Alfaguara) que lo delicioso de su resultado. Es una novela que conmociona con el relato a varias voces de la tragedia de la represión y el exilio, pero que va más allá y muestra la verdadera tragedia de las relaciones humanas y del amor y el sufrimiento que produce la ausencia. Con una estructura y un lenguaje maravillosos, seguro que hay mucho Benedetti que me he perdido y que merece la pena descubrir.
"La primavera es como un espejo pero el mío tiene una esquina rota"
"- Qué tarde desagradable, ¿no? -dijo él.
- Bueno, no tanto. Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento, parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar".
* * *
"Nunca vamos a ser los de antes. Mejores o peores, cada uno lo sabrá. Por dentro, y a veces por fuera, nos pasó una tormenta, un vendaval, y esta calma que ahora tiene árboles caídos, techos desmoronados, azoteasn sin antenas, escombros, muchos escombros. Tenemos que reconstruirnos, claro: plantar nuevos árboles, pero tal vez no consigamos en el vivero los mismos tallitos, las mismas semillas. Levantar nuevas casas, estupendo, pero ¿será bueno que el arquitecto se limite a reproducir fielmente el plano anterior, o será infinitamente mejor que repiense el problema y dibuje un nuevo plano, en el que se contemplen nuestras necesidades actuales? Quitar los escombros, dentro de lo posible; porque también habrá escombros que nadie podrá quitar del corazón y de la memoria".
"- Qué tarde desagradable, ¿no? -dijo él.
- Bueno, no tanto. Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento, parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar".
* * *
"Nunca vamos a ser los de antes. Mejores o peores, cada uno lo sabrá. Por dentro, y a veces por fuera, nos pasó una tormenta, un vendaval, y esta calma que ahora tiene árboles caídos, techos desmoronados, azoteasn sin antenas, escombros, muchos escombros. Tenemos que reconstruirnos, claro: plantar nuevos árboles, pero tal vez no consigamos en el vivero los mismos tallitos, las mismas semillas. Levantar nuevas casas, estupendo, pero ¿será bueno que el arquitecto se limite a reproducir fielmente el plano anterior, o será infinitamente mejor que repiense el problema y dibuje un nuevo plano, en el que se contemplen nuestras necesidades actuales? Quitar los escombros, dentro de lo posible; porque también habrá escombros que nadie podrá quitar del corazón y de la memoria".
15 junio, 2008
El fulgor y la sangre
Me encontré hace unos días en los periódicos con una de las fotografías que este año se incluye en la XI edición de PHotoEspaña. Se trata de "Guardia Civil España, 1950" de W. Eugene Smith. Inmediatamente recordé un magnífico libro de Ignacio Aldecoa, 'El fulgor y la sangre' que fue finalista del Premio Planeta en 1954. Lo leí hace varios años pero conservo un recuerdo inborrable. El recuerdo del calor, del crimen, de la angustia de las mujeres, del tiempo detenido, de la Guardia Civil. De una historia que atrapa y que discurre apenas entre el mediodía y el crepúsculo de una jornada de verano en un pueblo castellano. Lo leí en una edición (la tercera) de 1970, en la colección de Autores Españoles e Hispanoamericanos, de Planeta, de tapa dura, y que compré por cinco euros. Posteriormente compré una edición de Espasa Calpe de 1996, en la colección Austral, con prólogo de José Manuel Caballero Bonald.
En el ámbito cerrado y ruinoso de una casa cuartel perdida en la serranía castellana, las mujeres de unos guardias civiles reciben la noticia de que uno de elllos ha muerto. Sin saber de quién se trata, aguardan angustiadas la confirmación de su identidad. "Aldecoa se vale de ese percance -señala Caballero Bonald- para trazar un virulento aguafuerte en el que van sucediéndose las vidas de unas pocas personas sumidas en los cotidianos infortunios de la posguerra. Nada se desvía de esa concreta, sobria, implacable tarea inquisitiva".
Merece la pena leer a Aldecoa. Merece la pena volver a 'El fulgor y la sangre' y, cómo no, a su magnífico 'Gran Sol', al que un día me referiré.
Caballero Bonald afirma que "Si un modo de escribir equivale a una manera de ser, Aldecoa trasvasa desde luego a su obra los más visibles rasgos de su carácter. Esa es al menos la impresión que se obtiene desde la primera frase de esta novela: "De vez en cuando arrastraba el pie por la pista de hormigas y producía el desastre". Ahí podría estar sintetizada la tensión de un estilo que es, a la vez, una suerte de predisposición expectante y de acto reflejo de voluntad. La potencia descriptiva de Aldecoa, la limpia plasticidad de su prosa obedecen al mismo acuciante deseo de ahondar en la psicología de los personajes y, simultáneamente, al esmero por conseguir la máxima temperatura sensorial en la recreación literaria de la naturaleza".
12 junio, 2008
Un amigo escritor
Un amigo escritor o un escritor amigo, eso es Gonzalo Giner, que acaba de publicar su tercera novela: 'El sanador de caballos' (Ediciones Temas de Hoy -TH Novela-, Madrid 2008). Dicho por él, esta es la más redonda de las tres que ha escrito hasta el momento después de 'La cuarta Alianza' y 'El secreto de la Logia'. Ha sido en este libro donde ha puesto más pasión, más oficio y de la que más ha disfrutado. Veterinario de profesión, Gonzalo ha recreado en esta nueva novela histórica la aventura de un veterinario en la Edad Media.
Desde luego es un privilegio tener un amigo que escriba, que publique, que sea feliz haciéndolo y que te dedique su novela ("como imagino que la leeréis en USA...") en la Feria del Libro de Madrid. La leeremos en Nueva York. Por supuesto.
Desde luego es un privilegio tener un amigo que escriba, que publique, que sea feliz haciéndolo y que te dedique su novela ("como imagino que la leeréis en USA...") en la Feria del Libro de Madrid. La leeremos en Nueva York. Por supuesto.
09 junio, 2008
Pub-taberna-librería
Leo en la revista Unelibros (editada por la UNE-Unión de Editoriales Universitarias Españolas) una entrevista con el escritor gallego Manuel Rivas. Entresaco sus respuestas a dos preguntas que me han parecido especialmente significativas.
- ¿No resulta excesivo el modelo actual de las grandes superficies en detrimento de las librerías tradicionales?
El problema de las librerías es como el problema de la biodiversidad en la Tierra. Podríamos pensar en la necesidad de crear hábitats diferentes y muy diversos para el libro. Cuando apareció el libro en las grandes superficies me hizo cierta gracia. Eran lugares donde antes no estaba el libro. En un carro de la compra veías la leche, los pañales del niño, una botella de ginebra, la motosierra y el libro.
- Pocos libros (los mismos) en muchas partes. ¿No sería mejor muchos libros (diversidad de títulos) en muchas partes?
La librería se está convirtiendo en un sitio absolutamente exótico, raro. Para empezar porque hay una presión especulativa. Igual que se destruyen playas con dunas o se corroen espacios naturales, en el espacio urbano ocurre un proceso algo similar: las viejas cafeterías, las librerías, las tiendas pequeñas. Lo que pasa con el libro de ciudad, el libro urbano, tiene que ver con lo que está pasando en la naturaleza.
Sería muy importante, aparte de contrarrestar esto, crear una alternativa, que reaccionaran conjuntamente, una especie de respuesta híbrida, la taberna y la librería, empezar a llenar las ciudades, crear un nuevo ecosistema de pub-taberna-librería.
La fotografía está tomada en la librería de viejo "El Callejón de los Milagros", en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
- ¿No resulta excesivo el modelo actual de las grandes superficies en detrimento de las librerías tradicionales?
El problema de las librerías es como el problema de la biodiversidad en la Tierra. Podríamos pensar en la necesidad de crear hábitats diferentes y muy diversos para el libro. Cuando apareció el libro en las grandes superficies me hizo cierta gracia. Eran lugares donde antes no estaba el libro. En un carro de la compra veías la leche, los pañales del niño, una botella de ginebra, la motosierra y el libro.
- Pocos libros (los mismos) en muchas partes. ¿No sería mejor muchos libros (diversidad de títulos) en muchas partes?
La librería se está convirtiendo en un sitio absolutamente exótico, raro. Para empezar porque hay una presión especulativa. Igual que se destruyen playas con dunas o se corroen espacios naturales, en el espacio urbano ocurre un proceso algo similar: las viejas cafeterías, las librerías, las tiendas pequeñas. Lo que pasa con el libro de ciudad, el libro urbano, tiene que ver con lo que está pasando en la naturaleza.
Sería muy importante, aparte de contrarrestar esto, crear una alternativa, que reaccionaran conjuntamente, una especie de respuesta híbrida, la taberna y la librería, empezar a llenar las ciudades, crear un nuevo ecosistema de pub-taberna-librería.
La fotografía está tomada en la librería de viejo "El Callejón de los Milagros", en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
24 mayo, 2008
Muerte en Persia
Y tras de Nueva York y Estambul, no otra ciudad pero sí otro país, Persia, el Irán actual, "Muerte en Persia" (Edit. Minúscula, Barcelona 2003) es un librito escrito en primera persona por Annemarie Schwarzenbach. Thomas Mann, padre de los amigos de Annemarie (Erika y Klaus Mann), le llamaba 'angel devastado' y es aquí, en este "diario impersonal" como ella misma lo define, donde mejor se entiende el apelativo: "En efecto, -escribe Schwarzenbach ya en la primera página- de errancias trata este libro, y su tema es la ausencia de esperanza"."... Lo que aquí se cuenta es, sencillamente, el caso de un ser humano que ha llegado al límite de sus fuerzas...". Merece la pena leer "Ella, tan amada", la magnífica biografía novelada que sobre Annemarie Schwarzenbach ha escrito la autora italiana Melania G. Mazzucco.
Libro de viajes, diario, historia de amor, apunte biográfico, "Muerte en Persia" es todo al mismo tiempo, un cuaderno atravesado por la autenticidad de una muchacha de 28 años y vida andariega motivada, entre otras razones como la propia autora reconoce, por el hastío de la Europa de los años 30 y de la civilización en general, y por sus ansias de aventura y conocimiento, aunque "en ninguna parte se mencionen de forma inequívoca los motivos por los que un ser humano se deja arrastrar hasta Persia, país lejano y exótico, para sucumbir allí a innominadas tentaciones".
Libro de viajes, diario, historia de amor, apunte biográfico, "Muerte en Persia" es todo al mismo tiempo, un cuaderno atravesado por la autenticidad de una muchacha de 28 años y vida andariega motivada, entre otras razones como la propia autora reconoce, por el hastío de la Europa de los años 30 y de la civilización en general, y por sus ansias de aventura y conocimiento, aunque "en ninguna parte se mencionen de forma inequívoca los motivos por los que un ser humano se deja arrastrar hasta Persia, país lejano y exótico, para sucumbir allí a innominadas tentaciones".
"Arrancados de nuestra esfera, de nuestros consuelos habituales -un rostro que respira, un corazón que palpita, parajes plácidos y cambiantes-, no tenemos más remedio que entregarnos a los grandes vientos de las alturas que hacen trizas nuestras últimas esperanzas. ¿Hacia dónde orientarse entonces? En derredor nuestro sólo hay desnudez, graderías rocosas teñidas de gris basáltico, desiertos amarillos como la cara de un leproso, inertes valles lunares, arroyos de creta y ríos de plata con peces muertos flotando a la deriva. ¿Hacia dónde orientarse, pues? ¡Oh desconcierto, ala entumecida del alma! Allí, ni siquiera la sucesión del día y de la noche traspasa el umbral de nuestra conciencia, a pesar de que el día es radiante y huérfano de sombra y los fríos astros alumbran la noche".
"Estirado sobre el catre, uno soñaba con caminos de futuro que serpenteaban por llanuras desconocidas, proyectándose hacia las montañas de las esperanzas. Uno yacía ahí, lleno de fe, agitado por la añoranza que, esbelta como las blancas columnas del exterior, se proyectaba hacia las alturas donde la alegría
se unía a la tristeza. Podía soportarse con una sonrisa".
20 mayo, 2008
Estambul
Retorno a la senda de la lectura, curiosamente otra vez con un título sobre otra ciudad (de Nueva York a Estambul), con "Estambul (Ciudad y recuerdos)" -Mondadori, Barcelona 2006- del escritor turco Orham Pamuk. Tenía ganas de leer al Premio Nobel de 2004 confieso que por su condición de escritor oriental y, precisamente, por conocer algo más sobre una ciudad y un país que desde hace algún tiempo tienen un extraño atractivo para mí.
Y el resultado ha sido muy positivo sobre todo para seguir descubriendo al escritor (apenas conozco de pasada algunos de los argumentos de sus novelas que merecen detenerse en ellas, 'Me llamo rojo' o 'Nieve' por ejemplo) y, desde luego, a esa ciudad llena de historia que ya conocí a través de Sir Esteven Runciman y 'La caída de Constantinopla, 1453'.
Y sobre los tiempos de esplendor de aquella época, Pamuk señala que "cuando el Imperio otomano se hundió y desapareció y la República de Turquía, indecisa sobre lo que era su esencia, no supo ver sino su caracter turco y se apartó del resto del mundo, Estambul perdió sus viejos días de victoria, ostentación y diversidad de lenguas y todo comenzó a envejecer lentamente allí donde estaba y a desplomarse, y Estambul se transformó en un lugar vacío, en blanco y negro, con una sola voz y una única lengua".
En otro momento escribe que "el que Estambul esté dividida entre la cultura tradicional y la occidental, y entre una minoría inmensamente rica y los suburbios, donde viven millones de pobres, y el que permanezca constantemente abierta a una inmigración permanente, ha provocado que en los últimos ciento cincuenta años nadie sienta la ciudad como su verdadero hogar". "Yo me pasé la infancia -afirma Pamuk en otro momento- sintiendo que no vivía en una metrópoli internacional, sino en un enorme pueblo pobre".
Y sin embargo, 'Estambul' no es un libro sobre la historia de la ciudad, sino sobre la ciudad misma a los ojos de un Pamuk niño y joven que ordena sus recuerdos sobre sus calles oscuras, los barcos sobre el Bósforo, las casas de madera, las fotografías, la lluvia, los juegos infantiles, sus lecturas, la pintura, el primer amor y su propia conciencia de ser un "animal herido y moribundo". "¿Por qué en esos momentos de desdicha, furia y tristeza me gustaba imaginarme que pasearía a medianoche por las calles de la ciudad? ¿Por qué amaba no los paisajes de Estambul que les gustan a los turistas y que se imprimen en las postales, todo sol y rosas, sino los callejones sombríos, las tardes, las frías noches de invierno, la gente medio en penumbra que apenas se aprecia bajo la pálida luz de las farolas y las imágenes de las calles adoquinadas que ya iba olvidando todo el mundo y la soledad de la ciudad?".
Y el resultado ha sido muy positivo sobre todo para seguir descubriendo al escritor (apenas conozco de pasada algunos de los argumentos de sus novelas que merecen detenerse en ellas, 'Me llamo rojo' o 'Nieve' por ejemplo) y, desde luego, a esa ciudad llena de historia que ya conocí a través de Sir Esteven Runciman y 'La caída de Constantinopla, 1453'.
"Yo me pasé la infancia sintiendo que no vivía en una metrópoli internacional, sino en un enorme pueblo pobre".
A propósito de la historia de la ciudad, Pamuk hace una reflexión muy simple pero muy reveladora: "Observando cómo llamamos a algunos acontecimientos, podemos deducir en qué lugar del mundo nos encontramos, si en Oriente o en Occidente. Lo que ocurrió el 29 de mayo de 1453 para los occidentales es "la caída de Constantinopla" y para los orientales "la conquista de Estambul". En suma: "caída" o "conquista".Y sobre los tiempos de esplendor de aquella época, Pamuk señala que "cuando el Imperio otomano se hundió y desapareció y la República de Turquía, indecisa sobre lo que era su esencia, no supo ver sino su caracter turco y se apartó del resto del mundo, Estambul perdió sus viejos días de victoria, ostentación y diversidad de lenguas y todo comenzó a envejecer lentamente allí donde estaba y a desplomarse, y Estambul se transformó en un lugar vacío, en blanco y negro, con una sola voz y una única lengua".
En otro momento escribe que "el que Estambul esté dividida entre la cultura tradicional y la occidental, y entre una minoría inmensamente rica y los suburbios, donde viven millones de pobres, y el que permanezca constantemente abierta a una inmigración permanente, ha provocado que en los últimos ciento cincuenta años nadie sienta la ciudad como su verdadero hogar". "Yo me pasé la infancia -afirma Pamuk en otro momento- sintiendo que no vivía en una metrópoli internacional, sino en un enorme pueblo pobre".
Y sin embargo, 'Estambul' no es un libro sobre la historia de la ciudad, sino sobre la ciudad misma a los ojos de un Pamuk niño y joven que ordena sus recuerdos sobre sus calles oscuras, los barcos sobre el Bósforo, las casas de madera, las fotografías, la lluvia, los juegos infantiles, sus lecturas, la pintura, el primer amor y su propia conciencia de ser un "animal herido y moribundo". "¿Por qué en esos momentos de desdicha, furia y tristeza me gustaba imaginarme que pasearía a medianoche por las calles de la ciudad? ¿Por qué amaba no los paisajes de Estambul que les gustan a los turistas y que se imprimen en las postales, todo sol y rosas, sino los callejones sombríos, las tardes, las frías noches de invierno, la gente medio en penumbra que apenas se aprecia bajo la pálida luz de las farolas y las imágenes de las calles adoquinadas que ya iba olvidando todo el mundo y la soledad de la ciudad?".
23 marzo, 2008
Pascua de Resurrección
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: - «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: - «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»
13 marzo, 2008
El niño con el pijama de rayas
Después de leer sobre Nueva York me encontré con ’El niño con el pijama de rayas’ (Editorial Salamandra), del escritor irlandés John Boyne (1970), el libro que regalamos a Cristina cuando cumplió 14 años en Noviembre pasado. Un cuento previsible con los elementos de un cuento (un niño inocente, la falsa felicidad, el peligro acechando) y un fondo histórico terrible apenas insinuado. Está muy bien escrito y es una buena oportunidad para que los que no leen, jóvenes y mayores, se animen a leer.
Muchas ciudades
Acabé ‘Nueva York, el deseo y la quimera’ con la sensación de que Nueva York sea una ciudad inabarcable, pero también con la convicción –y nunca he pisado sus calles- de que hay tantos Nueva York como visitantes o personas que viven allí. Y que tiene un imán que la hace deseable para vivir.
Alfonso Armada, que hace un esfuerzo sobrehumano por escribir este libro –“a medida que escribo siento el deseo de dejarlo todo y salir a la calle”- escribe que “aunque es una ciudad simbólica sobre la que se proyectan sueños y deseos acaso como en ninguna otra, está habitada, es real, y de su realidad parte también su capacidad emblemática, para convertirse en ciudad que otros han convertido en algo distinto de lo que en realidad es, aunque lo difícil sea descubrir qué es exactamente, en qué medida atiende a toda la serie de descripciones que se han hecho de ella, en qué medida son ajustados o ciertos los epítetos, y esa casi certeza de que es, más que una ciudad, muchas ciudades, todos los lugares y al mismo tiempo ningún lugar, capital y periferia”.
En otro momento del libro escribe también que “si Nueva York es hiperfamosa (ciudad/país de superlativos, que pierden gas o cobran fundamento en cuanto son lanzados al campo semántico de la realidad) y todo el mundo parece querer estar aquí: todo el mundo que sueña con sacar la cabeza por encima del resto del mundo y muchos que simplemente quieren sacar la cabeza del fango para respirar. Otra de sus falsas premisas que puede resultar cierta: inocula una adicción. Pero compartir ese sentimiento se ha vuelto un objetivo demasiado costoso. No hay por qué compartir ese sentimiento, sentir lo mismo”.
Alfonso Armada, que hace un esfuerzo sobrehumano por escribir este libro –“a medida que escribo siento el deseo de dejarlo todo y salir a la calle”- escribe que “aunque es una ciudad simbólica sobre la que se proyectan sueños y deseos acaso como en ninguna otra, está habitada, es real, y de su realidad parte también su capacidad emblemática, para convertirse en ciudad que otros han convertido en algo distinto de lo que en realidad es, aunque lo difícil sea descubrir qué es exactamente, en qué medida atiende a toda la serie de descripciones que se han hecho de ella, en qué medida son ajustados o ciertos los epítetos, y esa casi certeza de que es, más que una ciudad, muchas ciudades, todos los lugares y al mismo tiempo ningún lugar, capital y periferia”.
En otro momento del libro escribe también que “si Nueva York es hiperfamosa (ciudad/país de superlativos, que pierden gas o cobran fundamento en cuanto son lanzados al campo semántico de la realidad) y todo el mundo parece querer estar aquí: todo el mundo que sueña con sacar la cabeza por encima del resto del mundo y muchos que simplemente quieren sacar la cabeza del fango para respirar. Otra de sus falsas premisas que puede resultar cierta: inocula una adicción. Pero compartir ese sentimiento se ha vuelto un objetivo demasiado costoso. No hay por qué compartir ese sentimiento, sentir lo mismo”.
02 marzo, 2008
Morada de luz
No transito la poesía, pero me gustaría hacerlo. Dejarme seducir por esa otra partitura que también está compuesta por palabras, que golpea el interior con otras armas distintas a las que utiliza el relato o la novela. Pero no es fácil. No sabría por dónde empezar. Sin embargo, me he encontrado este poema de Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1946) que, sin esperarlo, me ha golpeado. Pertenece a su libro de próxima publicación “La ofrenda silenciosa”, como leo en ABCD las Artes y las Letras. Puede que lo compre y que lo lea. Puede ser una buena introducción a la poesía.
Morada de Luz
El hosco cielo va rodando arriba
y amenaza sobre los montes negros.
Al fin será esta casa mi morada.
y hasta lo que es más duro en ella (el muro
de piedra tan rotundo),
dormirá sosegado en mi pupila.
En esta casa el tiempo es la ternura
y siempre callo hasta que sea el silencio
lo que discurra dentro de mis venas.
En mi morada no hay días ni noches.
Mi morada es mi día y es mi noche
Cada mínima estancia es azotea.
Floto en su soledad, bebo en su sombra;
si asciendo a los desvanes de la luz
desciendo hasta un saber que ya no sabe.
La casa, en quietud, está girando
-planetario de amor-
en torno del remanso de los cuerpos.
En ella voy, sin ir, a cada sitio
y a sus goces regreso sin marcharme.
Todo cuanto busqué, aquí lo encuentro.
Esta morada es mundo sin el mundo.
En ella suena música que arrastra hacia el sin fin,
marea en la que voy
y vengo (¡mas tan quieto!)
recibiendo respuestas sin palabras
a preguntas que no mueven mis labios.
Y siento que tú estás aquí, aunque no estés,
y que yo estoy en ti, aunque no estoy.
Centro donde te veo al fin ¡tan cierta!;
centro donde, por fin, no estando tú,
en plenitud estás para salvarme.
Al fin el corazón ya ha retornado
a escucharse a sí mismo.
¡Qué dulzura este ir cerrándose a todo
para poder abrirse y comprenderlo todo:
nada hermosa que llega acariciando
mi piel para acallarme,
para acallarme aún más, y serenarme!
Morada del amor, con sus anillos
de silencio que silban, mas no ahogan,
porque la sangre de los nuestros ya
no está para dolernos.
(La sangre de los nuestros ahora es sólo
la luz de cobre que está ardiendo lenta
en torno de la copa del ciprés).
¡Morada en la marea de la vida,
marea en la morada de la luz!
Morada de Luz
El hosco cielo va rodando arriba
y amenaza sobre los montes negros.
Al fin será esta casa mi morada.
y hasta lo que es más duro en ella (el muro
de piedra tan rotundo),
dormirá sosegado en mi pupila.
En esta casa el tiempo es la ternura
y siempre callo hasta que sea el silencio
lo que discurra dentro de mis venas.
En mi morada no hay días ni noches.
Mi morada es mi día y es mi noche
Cada mínima estancia es azotea.
Floto en su soledad, bebo en su sombra;
si asciendo a los desvanes de la luz
desciendo hasta un saber que ya no sabe.
La casa, en quietud, está girando
-planetario de amor-
en torno del remanso de los cuerpos.
En ella voy, sin ir, a cada sitio
y a sus goces regreso sin marcharme.
Todo cuanto busqué, aquí lo encuentro.
Esta morada es mundo sin el mundo.
En ella suena música que arrastra hacia el sin fin,
marea en la que voy
y vengo (¡mas tan quieto!)
recibiendo respuestas sin palabras
a preguntas que no mueven mis labios.
Y siento que tú estás aquí, aunque no estés,
y que yo estoy en ti, aunque no estoy.
Centro donde te veo al fin ¡tan cierta!;
centro donde, por fin, no estando tú,
en plenitud estás para salvarme.
Al fin el corazón ya ha retornado
a escucharse a sí mismo.
¡Qué dulzura este ir cerrándose a todo
para poder abrirse y comprenderlo todo:
nada hermosa que llega acariciando
mi piel para acallarme,
para acallarme aún más, y serenarme!
Morada del amor, con sus anillos
de silencio que silban, mas no ahogan,
porque la sangre de los nuestros ya
no está para dolernos.
(La sangre de los nuestros ahora es sólo
la luz de cobre que está ardiendo lenta
en torno de la copa del ciprés).
¡Morada en la marea de la vida,
marea en la morada de la luz!
25 febrero, 2008
Adolescencia
Maria Domene escribe en el suplemento Culturas de La Vanguardia sobre la exposición fotográfica "Girls on the Verge: Portraits of adolescence" en The Art Insitute of Chicago:
"La adolescencia es una época de fuertes cambios físicos y emocionales, de anhelo por la libertad, de desafío de los límites impuestos por los padres, de restricciones que obstruyen el descubrimiento de los placeres y los terrores de la vida adulta. Es la época de la iniciación en el consumismo, de la obsesión por la imagen corporal, de las grandes inseguridades y de la confrontación con las presiones sociales".
The Art Institute of Chicago’s latest photography exhibition showcases a collection of perceptive, subtle images focusing on the subject of female adolescence. Girls on the Verge: Portraits of Adolescence—on view December 8, 2007, through February 24, 2008, features more than 40 photographs and one video by 11 contemporary artists, ranging from documentary pieces examining peer groups and body image to posed individual portraits. These pictures reveal the complexity, power, and common humanity of the transitional moments between girlhood and womanhood.
* La ilustración corresponde a una pintura de Balthus.
"La adolescencia es una época de fuertes cambios físicos y emocionales, de anhelo por la libertad, de desafío de los límites impuestos por los padres, de restricciones que obstruyen el descubrimiento de los placeres y los terrores de la vida adulta. Es la época de la iniciación en el consumismo, de la obsesión por la imagen corporal, de las grandes inseguridades y de la confrontación con las presiones sociales".
The Art Institute of Chicago’s latest photography exhibition showcases a collection of perceptive, subtle images focusing on the subject of female adolescence. Girls on the Verge: Portraits of Adolescence—on view December 8, 2007, through February 24, 2008, features more than 40 photographs and one video by 11 contemporary artists, ranging from documentary pieces examining peer groups and body image to posed individual portraits. These pictures reveal the complexity, power, and common humanity of the transitional moments between girlhood and womanhood.
* La ilustración corresponde a una pintura de Balthus.
13 febrero, 2008
Nueva York, el deseo y la quimera
Llevo unos días leyendo ‘Nueva York, el deseo y la quimera’ (Espasa, 2007), de Alfonso Armada, periodista de ABC que vivió en esa ciudad como corresponsal durante siete años entre 1999 y 2005.
Estas son dos de las citas que abren el libro:
“La ciudad es aquel lugar en el que los hombres andan siempre en busca de una salida y donde están condenados a errar para siempre. En ninguna parte del mundo es eso más cierto que en Nueva York. Por horrible que sea su aspecto, es recordada como una ciudad de una belleza altiva y apasionada; el lugar del eterno deseo, y también aquel donde los hombres sienten que su vida será colmada gloriosamente y su hambre saciada.”
Thomas Wolfe
“Las ciudades, como los sueños, están hechas de deseos y temores.”
Italo Calvino (Las ciudades invisibles)
Estas son dos de las citas que abren el libro:
“La ciudad es aquel lugar en el que los hombres andan siempre en busca de una salida y donde están condenados a errar para siempre. En ninguna parte del mundo es eso más cierto que en Nueva York. Por horrible que sea su aspecto, es recordada como una ciudad de una belleza altiva y apasionada; el lugar del eterno deseo, y también aquel donde los hombres sienten que su vida será colmada gloriosamente y su hambre saciada.”
Thomas Wolfe
“Las ciudades, como los sueños, están hechas de deseos y temores.”
Italo Calvino (Las ciudades invisibles)
12 febrero, 2008
Tío Vania
Fuimos al teatro. Yo no había estado antes en el María Guerrero. Es una sala acogedora, coqueta y muy cómoda. Sobre el escenario Tío Vania, una obra de Anton Chéjov escrita en 1897 con el subtítulo de «escenas de la vida en el campo». Aunque es una obra muy conocida del escritor ruso, no sabía nada sobre ella ni había leído ninguna crítica, y me sorprendió que la escena no se desarrollara en un paisaje frío y oscuro de la Rusia de los Zares, el ambiente que yo he conocido en muchos de sus maravillosos cuentos.
La obra, a través de las historias de sus personajes, muestra los contrastes y las miserias que nos depara la vida. Hay que verla. Merece la pena.
03 febrero, 2008
La muerte viene de lejos
Anoche, de madrugada, terminé de leer "La muerte viene de lejos" (Alfaguara, 2004) de José María Guelbenzu. Ha sido para mí una lectura de transición y, aun siendo muy crítico, una lectura menor de una novela que con el único reclamo de una intriga sin resolver me hace volver con mayor fuerza a otras lecturas más... ¿profundas?. Puede ser. De José María Guelbenzu había leído hace ya 12 años "El sentimiento", una novela que encontré diferente a lo leído anteriormente, con una trama y un escenario muy actuales, con dos personajes femeninos también (Isabel MacVee y Diana de la Riva) que consiguieron atraparme. Esta vez, ni siquiera los personajes -incluido el de la juez Mariana de Marco- están bien perfilados. La resolución de la trama se produce, además, demasiado tarde y de forma precipitada. En definitiva, una novela intranscendente. No, no me ha gustado.
"La vida es un río muy ancho, tan ancho como el Amazonas, uno de esos en los que no se ve la otra orilla y conocerlo y navegarlo requiere tiempo, experiencia, situación, conciencia... cosas demasiado importantes como para apartarlas o resolverlas de un plumazo".
"La vida es un río muy ancho, tan ancho como el Amazonas, uno de esos en los que no se ve la otra orilla y conocerlo y navegarlo requiere tiempo, experiencia, situación, conciencia... cosas demasiado importantes como para apartarlas o resolverlas de un plumazo".
31 enero, 2008
Si no te gusta leer, no leas
José Luis García Martín escribía en el mes de agosto en su columna (Ventanas de papel) de ABCD las Artes y las Letras un artículo titulado "Elogio del mal lector". Los dos últimos párrafos decían así:
"A quien le gusta leer le resultan incómodas las campañas a favor de la lectura. Sabe que son necesarias, pero hipócritas. Lo que hace falta para encontrar espléndidas librerías en cualquier ciudad es que haya más compradores de libros. El lector rumiante del best seller de turno y quien compra con mala conciencia los libros que cree que debería leer (pero no va a leer nunca) financian el placer impune de unos pocos.
Si no te gusta leer, no leas. Hay tantas otras cosas en el mundo... Pero si, a pesar de eso, compras libros, gracias en nombre de los happy few que consideramos que no hay nada mejor en el mundo".
27 enero, 2008
Expiación
'Expiación', la película de Joe Wright, basada en la novela del mismo nombre de Ian McEwan (Inglaterra, 1948), es una intensa y desgarradora historia de amor.
Es cine, cine del bueno que bebe de la literatura. Un libro que merecerá la pena leer porque si la película estremece, la novela tiene que poner los pelos de punta. Pero la película tiene la ventaja de poner rostro a Cecilia, su protagonista, en la figura de Keira Knightley, fantástica y de una belleza sublime en una mujer joven en la Inglaterra de los años treinta. Otra cosa que no pasa desapercibida es el uso del sonido de la máquina de escribir en la banda sonora; simplemente genial. Recomiendo la película y me gustaría poder leer el libro dentro de algún tiempo.
25 enero, 2008
El guardián entre el centeno
Queda inaugurado el año con la lectura de ‘El guardián entre el centeno’ (Edhasa, 2007), la primera obra publicada por el autor norteamericano J. D. Salinger en 1945 con el título original de 'The Catcher in the Rye'. Es un libro fácil de leer que envuelve en la peripecia de un adolescente, Holden Caulfield, y que figura en el imaginario de los libros imprescindibles que miles de escolares norteamericanos han leído en el colegio por obligación. Holden es también un estudiante, y la historia que narra en primera persona comienza el día en que sale de Pencey, “que es un colegio que hay en Agerstown, Pensilvania”.
A partir de entonces se suceden una serie de hechos y recuerdos que van perfilando a un Holden fracasado que busca un sitio en el mundo de los adultos cuando apenas ha dejado de ser un niño mayor. Salinger hace el retrato del protagonista a través de una galería de numerosos personajes que se cruzan o se cruzaron en su camino para dibujar a un joven descreído, mal estudiante pero amante de la lectura y la escritura, mal hablado pero tierno –sobre todo con su hermana Phoebe-, que contempla el sexo con distancia, y a un joven sarcástico que observa el mundo desde fuera bajo el decorado frío y gris de la ciudad de Nueva York.
"Si llegábamos a tener hijos, los esconderíamos en alguna parte. Les compraríamos un montón de libros y les enseñaríamos a leer y escribir nosotros solos.”
El señor Antolini, un antiguo profesor, le dice en un momento:
A partir de entonces se suceden una serie de hechos y recuerdos que van perfilando a un Holden fracasado que busca un sitio en el mundo de los adultos cuando apenas ha dejado de ser un niño mayor. Salinger hace el retrato del protagonista a través de una galería de numerosos personajes que se cruzan o se cruzaron en su camino para dibujar a un joven descreído, mal estudiante pero amante de la lectura y la escritura, mal hablado pero tierno –sobre todo con su hermana Phoebe-, que contempla el sexo con distancia, y a un joven sarcástico que observa el mundo desde fuera bajo el decorado frío y gris de la ciudad de Nueva York.
"Si llegábamos a tener hijos, los esconderíamos en alguna parte. Les compraríamos un montón de libros y les enseñaríamos a leer y escribir nosotros solos.”
El señor Antolini, un antiguo profesor, le dice en un momento:
“- Creo que un día de estos –dijo-, averiguarás qué es lo que quieres. Y entonces tendrás que aplicarte a ello inmediatamente. No podrás perder ni un solo minuto. Eso sería un lujo que no podrás permitirte.”
Pero es en otro momento cuando el propio Holden hace un manifiesto de lo que quisiera que fuera su propia vida:
“Estuve sin moverme como una hora, y al final decidí irme de Nueva York. Decidí no volver jamás a casa ni a ningún otro colegio. Decidí despedirme de Pohebe, decirle adiós, devolverle el dinero que me había prestado, y marcharme al Oeste haciendo autostop. Iría al túnel Holland, pararía un coche, y luego a otro, y a otro, y a otro, y en pocos días llegaría a un lugar donde haría sol y mucho calor y nadie me conocería. Buscaría un empleo. Pensé que encontraría trabajo en una gasolinera poniendo a los coches aceite y gasolina. Pero la verdad es que no me importaba qué clase de trabajo fuera con tal de que me nadie me conociera y yo no conociera a nadie. Lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo y así no tendría que hablar. Si querían decirme algo tendrían que escribirlo en un papelito y enseñármelo. Al final se hartarían y ya no tendría que hablar el resto de mi vida. Pensarían que era un pobre hombre y me dejarían en paz. Yo les llenaría los depósitos de gasolina, ellos me pagarían, y con el dinero me construiría una cabaña en algún sitio y pasaría allí el resto de mi vida. La levantaría cerca del bosque, pero no entre los árboles, porque quería ver el sol todo el tiempo. Me haría la comida, y luego, si me daba la gana de casarme, conocería a una chica guapísima que sería también sordomuda y nos casaríamos. Vendría a vivir a la cabaña conmigo y si quería decirme algo tendría que escribirlo, como todo el mundo. Si llegábamos a tener hijos, los esconderíamos en alguna parte. Les compraríamos un montón de libros y les enseñaríamos a leer y escribir nosotros solos.”
Lo demás hay que leerlo por uno mismo, incluso para conocer el porqué del título de la novela. Mejor comprando el libro pero, si no, también se puede leer aquí.
15 enero, 2008
Una vida en el mar de la información
Todavía con el recuerdo reciente de los regalos de los Reyes Magos y la falta de afición por la lectura de los jóvenes, recupero dos piezas que me parecen muy significativas al respecto, y que parecen haber sido escritas para poner de relieve la relación y la aparente contradicción entre libros y nuevos dispositivos tecnológicos.
La primera pertenece a un artículo de Andrés Ibáñez publicado en ABCD las Artes y las Letras en su columna de “Comunicados de la tortuga celeste”. Es un magnífico artículo titulado ‘Noche de verano’ y del que -aunque merece la pena leerlo en su integridad-, extraigo unos párrafos que me parecen simplemente esclarecedores y oportunos:
“Mi madre declara que no entiende cómo la gente puede pasarse horas con la nintendo, con el ordenador, los mensajitos de móvil. En tiempos de Sócrates tuvo lugar un cambio en la forma de transmitir el conocimiento: se puso de moda la escritura. Sócrates jamás escribió nada, pero Platón escribió copiosamente. Entre otras cosas el mito del origen de la escritura, en el que un rey egipcio se queja de que una innovación como esa resultaría peligrosa, puesto que los hombres perderían la memoria.
Estamos viviendo un cambio todavía más significativo que el que supuso la invención de la imprenta para la evolución de la cultura. El salto de una vida oral a una vida escrita. El salto de una vida escrita a una vida en el mar de la información.
Mi sensación es que estamos viviendo un cambio de las mismas proporciones que ese que vivió Sócrates, un salto todavía más significativo que el que la invención de la imprenta supuso para la evolución de la cultura. El salto de una vida oral a una vida escrita. El salto de una vida escrita a una vida en el mar de la información. Y seguramente los seres humanos perderemos algo en ese salto, pero también ganaremos algo que hoy todavía no podemos ni imaginar”.
El otro texto pertenece a una entrevista a Philip Kerr (Edimburgo, 1956) en Babelia, un escritor que el pasado verano publicaba en España ‘Unos por otros’ (RBA) donde vuelve a recrear los años del nazismo desde el punto de vista de un detective (Bernie Ghunter).
Mi hijo sigue enganchado a las maquinitas y empeñado en ver todo a través de una pantalla.
Pues bien, al final de la entrevista podemos leer lo siguiente:
“Como autor sigue compaginando la literatura para adultos y la infantil, aunque personalmente no encuentre grandes diferencias. Ha vendido miles de ejemplares de ‘Los hijos de la Lámpara’, escrita inicialmente para desenganchar a su hijo de la Play Station.
P.- ¿Ha conseguido que su hijo lea?
R.- No fue complicado escribir para el público infantil y me siento orgulloso del éxito, pero no he triunfado con respecto a mi hijo: sigue enganchado a las maquinitas y empeñado en ver todo a través de una pantalla.
07 enero, 2008
Libros que vienen de Oriente
Los Reyes Magos trajeron ayer de Oriente su cargamento de regalos. Para mí, como hacen desde hace mucho tiempo, han dejado el mejor de todos: libros para leer durante el resto del año. Envueltos en papeles de diferentes colores, estos fueron los libros que me encontré junto a los zapatos ayer por la mañana:
- ‘Viejas historias y cuentos completos’ de Miguel Delibes.
- ‘Lolita’ de Vladimir Nabokov.
- ‘Muerte en Persia’ de Annemarie Schwarzenbach.
- ‘Guerra y paz’ de Liev Tolstói.
- ‘El guardián entre el centeno’ de J.D. Salinger.
- ‘Estambul (ciudad y recuerdos)’ de Orhan Pamuk.
Y también para 2008, dos libros regalo de mi cumpleaños (octubre) y de mi santo (dicembre) respectivamente:
- ‘Jesús de Nazaret' de Joseph Ratzinger.
- ‘Primavera con una esquina rota’ de Mario Benedetti.
- ‘Viejas historias y cuentos completos’ de Miguel Delibes.
- ‘Lolita’ de Vladimir Nabokov.
- ‘Muerte en Persia’ de Annemarie Schwarzenbach.
- ‘Guerra y paz’ de Liev Tolstói.
- ‘El guardián entre el centeno’ de J.D. Salinger.
- ‘Estambul (ciudad y recuerdos)’ de Orhan Pamuk.
Y también para 2008, dos libros regalo de mi cumpleaños (octubre) y de mi santo (dicembre) respectivamente:
- ‘Jesús de Nazaret' de Joseph Ratzinger.
- ‘Primavera con una esquina rota’ de Mario Benedetti.
¿A ti te han traido algún libro los Reyes Magos? ¿Has leido alguno de los que me han regalado?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)